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sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Religion o ciencia?

13/11/2010

Nicolás Puerto 

Fuente: Diariocordoba.com

Esta noticia pertenece a la edición en papel.

La poca exitosa visita a nuestro país del jefe del sector mayoritario del cristianismo actual en el mundo --la Iglesia católica-- incita a una reflexión sobre el sentido de la vida y la ética del comportamiento humano. El eficaz papel ejercido por las distintas religiones desde tiempos ancestrales, donde los chamanes de las tribus, en alianza con la casta dominante, elaboraban el discurso necesario para la integración social y el mantenimiento del "satus quo", fue útil al tener que explicarse los fenómenos de la naturaleza terrestre y supraterrestre, dado su misterioso funcionamiento. De ahí la aparición de dioses totémicos de extracto real, representados por animales o los astros.

Esta simbiótica unión entre religión y poder siempre ha recurrido, aprovechándose del condicionado aprendizaje primigénico de cada individuo, a rituales y ostentosas representaciones más o menos multitudinarias, para refrescar cíclicamente la conveniencia de someterse a su cosmovisión integral de la realidad circundante, frente al vacío de la nada y el caos social.

Pero en los albores del siglo XXI, el avance del conocimiento por el desarrollo de la ciencia no favorece ya el mantenimiento de las creencias en estos símbolos ni en los axiomas de todas las normas morales que puedan devenir de ellos. No obstante, siguen siendo fundamentales unas referencias universales, que no exclusivistas, para intentar entender la compleja realidad y los nuevos problemas que se presentan. En principio, no hay nada que objetar a que desde una visión más actualizada de la realidad material puedan generarse unas nuevas normas morales. Más aun debido a que el distanciamiento de las religiones de algunos de los beneficiosos descubrimientos de la ciencia, porque pueden alterar las relaciones de poder existentes, está produciendo una desconfianza de las gentes en la idoneidad de la vigencia de las mismas. Por otra parte, la contradicción entre los preceptos de comportamiento establecidos por las religiones y su incumplimiento por muchos de sus principales adalides (subrepticia intromisión en la vida política y económica, participación en negocios oscuros, riquezas desmedidas, agresiones sexuales a niños, lapidación y marginación de las mujeres, etc.), provocan últimamente en la poblaciones su paulatino alejamiento y una crisis de estas estructuras de influencia social. A esto hay que añadir la percepción cada vez más generalizada de que los grandes conflictos y guerras más cruentas existentes en el mundo en los últimos tiempos, con masacres de poblaciones, cuyo origen es principalmente económico, son arropadas, para inducir a sus seguidores a su aprobación, por las tres religiones monoteístas de origen bíblico (judía, cristiana e islámica). De esta situación hay que excluir a las personas, que fieles seguidoras de los valores sociales de algunas normas morales que las religiones preceptúan, dedican coherentemente gran parte de su vida a su consecución. Por ello, es urgente la conformación de un nuevo paradigma social que se proponga resolver los problemas intelectuales y materiales que los seres humanos tienen en esta nueva época, partiendo de una concepción más igualitaria y de un mundo globalizado. La lógica de pensamiento que sirve para que los avances científicos progresen tiene que encontrar correspondencia con una lógica similar en la configuración de las relaciones humanas y con la naturaleza. Particularmente pienso que además de los campos de fuerzas hoy día conocidos (eléctrico, magnético, gravitatorio débil --que es el que explica los fenómenos de atracción de masas-- y gravitatorio fuerte --que es el que explica la unión de las partículas en el núcleo de los átomos--) deben de existir otros campos de fuerzas de alcance cósmico, que expliquen la similitud del funcionamiento de las partículas elementales en las dimensiones del espacio y el tiempo. Tiene que haber algo que condiciona su comportamiento allí donde se encuentran en cualquier parte del Universo. En este sentido mantengo una posición determinista, se podría decir creyente. Al igual que Einstein, deduzco que "Dios no juega a los dados". Esta posición se contrapone con la indeterminista, de los seguidores de la física cuántica, que concluyen que siendo la realidad probabilística, es decir azarosa, el mundo es impulsado por el libre albedrío.

Independientemente de lo acertado de estas posiciones, en ambos casos no se necesita creer en los cielos y en los infiernos clásicos para intentar conducirse con un comportamiento ético por la vida. Respeto a quienes aun los conservan, pero, ¿no se están quedando ya un poco antiguados estos conceptos para el complicado mundo que nos aguarda?

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