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domingo, 17 de julio de 2011

Permiso materno para hacer ciencia.

Sorprende que haya tratadistas, científicos presuntamente a fuer de creyentes, que, para estudiar el hecho religioso bajo el prisma científico de la Psicología, tengan que “pedir permiso” a sus creencias.

La Psicología de la Religión también depende del “nihil obstat” de la propia credulidad.

Es bien claro que las creencias pasan por etapas evolutivas claras:
--la oración del niño de pocos años imita los modos maternos sin contenido alguno simbólico;
--se da también otra etapa infantil de “credulidad mágica” donde no hay diferencia alguna entre creer en hadas, brujas, dioses o santos;
--la adolescencia identifica religión a normas morales según una visión autoritaria de la vida;
--en la juventud irrumpe con fuerza el idealismo, sea del signo que sea. Y si el influjo materno ha sido muy fuerte o si la relación con el grupo creyente sigue siendo estrecha, quizá continúe creyendo, porque, a la vez que idealista, el joven es enormemente crítico.

La deriva puede durar muchos años y llegar incluso a la vejez, dependiendo de muchísimos factores.

Pero las conclusiones que pretenden hermanar Psicología con Creencia están viciadas en su propio origen y, por lo tanto, son falsas en sus resultados.

En otro orden de cosas y para resaltar más el vacío que supone la creencia, traslademos su metodología a la vida social y ciudadana:
--¿cómo sería un sistema judicial basado en la creencia?
--¿Cómo sería el entramado político, ese que organiza la sociedad?

Un juez es el prototipo del funcionamiento social de la razón hecha práctica: primero, sólo si una de las “verdades” que se presentan tiene "visos" de ser verdad se admite a juicio; luego procede por testimonios, orales y escritos; admite las pruebas, pide datos, sopesa las dudas razonables, a veces exige contrapruebas; cuando debe emitir veredicto lo hace según verdades ya asentadas, no según criterio propio... ¡y aún así, a veces se equivoca o lo equivocan!

¿Podría someterse cualquier creencia –Cristo, los ángeles, los milagros— a un juicio, como pudiera ser el de existencia? No, rotundamente no si se buscan sentencia favorable.

Sin embargo, es más cómodo abandonarse a los brazos amorosos de Dios.

También la "verdad social", que se muestra la mayor parte de las veces como "opinión", hay que someterla al dictado de la razón: alguna recorre caminos entre la majadería y el asesinato.

Deben convencer las mejores razones, no las mejores promesas. Abundan los políticos que practican el sistema de la creencia: Votadme a mí, que no os puedo ni os voy a engañar, como si de dioses se tratara.

(vía blogs.periodistadigital.com)

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