Son unas mujeres tan integristas que han despertado la oposición y boicot de la corriente más religiosa en el sector ultraortodoxo. En unos panfletos que circulan estos días en el barrio de Mea Shearim de Jerusalén, los judíos más jaredim (temerosos de Dios) y antisionistas las definen como “secta peligrosa”.Su aversión por las llamadas “mujeres talibán” es tan grande que aceptan en determinados casos colaborar con los servicios sociales del “laico” Israel para “salvar” a las hijas de estas mujeres.
Aunque son pocas, las “mujeres talibán” judías causan preocupación. Se cree que son entre 200 a 500 personas. Su apodo se explica por su fundamentalismo, su estricto comportamiento y una túnica que tapa cada milímetro de su cuerpo.La mayoria, sin embargo, apuesta por mucha ropa y un chal. Todo por el recato y modestía, dicen. Apenas salen de casa y si lo hacen es porque no hay más remedio. Cuando se cruzan con un hombre, se aseguran estar 100% cubiertas. Cualquier contacto visual y por supuesto físico con un extraño está prohibido. Consideran a Israel como “Estado profano” y tienen más manía a las otras ultraortodoxas que no van tan lejos que a las “laicas pecadoras”. De hecho muchas de ellas son exseculares judias que han abrazado la religión. Y son precisamente ahora las más devotas.
Muestro algunas de sus fotos publicadas en los diarios a dos israelíes (uno laico y otro religioso). La respuesta, de rechazo total, es muy parecida y se resume así: “Qué lástima... estas mujeres que sufren en el Irán de los Ayatolás”. Su sorpresa es monumental cuando leen que no son musulmanas de Irán, Pakistán o Afganistán sino judías que viven en un barrio de Jerusalén y de la localidad de Beit Shemesh.
El problema no es sólo su forma de vida basada en una mala y extrema interpretación de la religión sino que intentan inculcarla a sus hijas. Debido a que éstas son increpadas al grito de “talibanes”, "islámicas" o “locas” en el colegio, suelen estudiar en casa.
Imagen captada por una cámara oculta
Resulta increíble que a sólo 50 minutos de viaje de una de las ciudades más liberales, flexibles y trasgresoras del mundo (Tel Aviv) se pueda encontrar una vida tan espartana, inflexible y ultraconservadora. O como una de sus líderes explica a una periodista israelí que consiguió infiltrarse en la secta, “una vida basada en la máxima pureza. La mujer debe proteger y envolver su joya. ¿Cuál es la joya? El alma”.
La guerra interna entre esta secta y el resto de ultraortodoxos (8% de la población de Israel) es apasionante. ¿Se han pasado de la raya? La respuesta es evidente si algunos de los que así lo creen defienden que una mujer y un hombre deban ir separados en los autobuses. La respuesta es evidente si son vistas como “fanáticas” por ultraortodoxos que se niegan a ver mujeres posando en cárteles públicos o cantando en público. En ambos motivos, para no despertar “sensaciones carnales y prohibidas”.
“No me llamen talibán. Soy una mujer recatada que conserva la vieja tradición de modestia y que no sigue las tentaciones de los ojos. Cuando salgo a la calle, me cubro la cabeza con un chal pero con la cara al descubierto. Cuando pasa un hombre, la cubro con los extremos de la tela”, escribe una de las “mujeres talibán” en una inédita carta que publica el diario Yediot Ajaronot.
Esta ultraortodoxa de 42 años se desmarca de la “madre talibán”, una mujer que cumple cuatro años de cárcel por maltratar a varios de sus 12 hijos. Una túnica negra acompañó cada una de sus apariciones en el mediático juicio. “Es un caso muy complejo y no pertenece a nuestro grupo, las mujeres del chal. Al contrario, el fenómeno de la violencia contra los niños se da en las mujeres que pecan”, explica.
Mientras las “mujeres talibán” son un fenómeno muy limitado y anecdótico, la mayoría laica israelí ve con mucha mayor preocupación otro fenómeno: la radicalización de muchos ultraortodoxos y su mayor influencia fuera de sus ambitos. De ahí que el exjefe del Mosad, Efraim Halevy expresara en público una opinión que levantó mucha polémica: “El verdadero peligro existencial de Israel como Estado democrático viene de dentro. La radicalización ultraortodoxa es más peligrosa que Mahmud Ahmadinayad y el programa nuclear iraní”.
Curiosa alianza. Los Ayatolas musulmanes de Teherán y las “mujeres talibán” judías de Bet Shemesh comparten la creencia divina de tener la verdad absoluta y el sueño de ver la caída del Estado de Israel.
(vía elmundo.es)
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