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sábado, 5 de noviembre de 2011

Una plan para minimizar el peso de la Iglesia

Por Andrés Beltramo

Para los obispos es claro: existe una estrategia que pretende minimizar el peso específico de la Iglesia en el Continente Americano. En nombre del Estado laico las autoridades de varios países buscan disminuir la importancia de la religión católica, equiparándola arbitrariamente con otros credos de mucho menor representatividad. Un fenómeno que desconoce la historia.
Ese es el núcleo central de un reporte difundido por la sala de prensa del Vaticano este viernes 4 de noviembre y que incluyó las conclusiones de la más reciente reunión del consejo especial del Sínodo de los Obispos para América, celebrado en Roma los días 27 y 28 de octubre.

El informe, confeccionado con las aportaciones de cardenales y obispos de esa región, denunció que en varios países se percibe la “interferencia del Estado” el cual –pese a proclamarse laico- considera a la Iglesia católica como una de las muchas confesiones religiosas. Con esa actitud los gobiernos ignoran el “papel histórico innegable” jugado por la Iglesia en la primera evangelización del continente y en la formación de la identidad de las naciones.

“Siguiendo la estrategia de las autoridades civiles el diálogo ecuménico e interreligioso se sustituye por el concepto genérico de relaciones interreligiosas. De esta manera, todas las religiones no sólo se consideran fenómenos de naturaleza espiritual de la misma entidad, sino que se pretende considerar a la religión como una herramienta al servicio de la vida política”, indicó la nota.

El razonamiento no es superficial, sobre todo porque estamos hablando del continente que hospeda más del 40 por ciento de los católicos en el mundo. El documento del Sínodo puso el dedo en la llaga de uno de los más evidentes defectos del moderno Estado laico: su pretensión de equiparar todas las religiones sin distinguir sus peculiaridades.

Asunto espinoso si lo hay. Porque en su afán de otorgar igualdad a toda costa, esa estructura política termina por homologar los grupos sociales, distorsionando en los hechos la realidad.

Para muestra basta un botón: en México, por ejemplo, el gobierno otorga reconocimiento jurídico similar tanto a las iglesias como a las diversas denominaciones, todas son asociaciones religiosas. En esos términos la católica, que profesa más del 80 por ciento de la población, tiene el mismo tratamiento que una secta cristiana de 10 mil fieles o que la comunidad judía, de presencia modesta.

Resulta claro que, para efectos prácticos, el registro es el registro y punto, el mismo no podría depender de la cantidad de seguidores de un credo. Pero la realidad rebasa, con mucho, esa cuestión burocrática. Y al no reconocerla como tal el Estado laico hace agua por los cuatro costados, porque pierde su sentido: estar al servicio de la sociedad.

El asunto amerita una reflexión mucho más amplia. Sólo se puede decir que los obispos no están errados al señalar que los políticos, al pretender la equiparación de la Iglesia con otros grupos religiosos, no sólo cometen una injusticia sino que buscan someterla a una lógica maniquea inaceptable.

Serafines susurran.- Que hablando de Estado laico en México, fue notable la rapidez de reacción de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) este viernes en el desmentir informaciones respecto a su próxima asamblea plenaria, que tendrá lugar a partir del lunes 7 de noviembre.

Primero a través de su cuenta en Twitter y luego con un comunicado oficial, el organismo negó tajantemente su interés en promover la enseñanza de la religión en las escuelas públicas del país, como había publicado la prensa.

En el encuentro de la semana que viene los prelados abordarán los temas como la misión educativa de la Iglesia hoy, harán un diagnóstico de la educación en México y plantearán los nuevos retos educativos. Pero antes de comenzar sus deliberaciones serán recibidos por el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, en la residencia oficial de Los Pinos.
Querubines replican.- Que muy sentido fue el “ultimo adiós” dado ayer 3 de noviembre al obispo de Tepic en México, don Ricardo Watty Urquidi. El prelado falleció la noche del lunes 1 de noviembre, luego de padecer durante años un cáncer de páncreas.

Fueron miles los fieles que acudieron a su velatorio, que duró unas 34 horas. En el sepelio participaron 12 obispos, entre ellos el cardenal Juan Sandoval Iñiguez. Religioso de los Misioneros del Espíritu Santo, Watty es recordado –entre otras cosas- por su labor como uno de los cinco visitadores apostólicos que auditaron a los Legionarios de Cristo entre 2009 y 2010.

(vía infocatolica.com)

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