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lunes, 26 de diciembre de 2011

Navidades sin belén

Las asociaciones laicas reivindican la celebración de unas fiestas sin tintes religiosos

D. AYLLÓN MADRID

Ana García, atea y miembro de las asambleas del 15-M del barrio de Moratalaz (Madrid).-MÓNIKA PATXOT

Ana García, atea y miembro de las asambleas del 15-M del barrio de Moratalaz (Madrid).-MÓNIKA PATXOT

Año 350: la Iglesia, con el papa Julio Ia la cabeza, elige el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazaret. Nadie conoce el día ni el mes exactos en los que nació Cristo, pero Julio I aprovecha el tirón popular y la gran convocatoria de la fiesta del solsticio de invierno para expandir su religión al mayor número posible de personas.

De ese modo, la fiesta pagana del vencimiento del sol sobre las tinieblas (el momento en el que las noches comienzan a menguar y las jornadas diurnas se alargan, y que tenía a la agricultura como uno de sus ejes) empieza a perder su carácter aconfesional y va siendo absorbida, poco a poco, por el cristianismo, tras su instauración como la religión oficial del Imperio Romano de Constantino, en el s. IV.

Dieciocho siglos después, la impronta pagana vuelve a ganar protagonismo a la religión en el solsticio de invierno, aunque los motivos son otros: "Hoy, la gente se une en torno al mercantilismo, las luces, la reunión de la familia", enumera el presidente de la asociación Europa Laica, Francisco Mercado.

La celebración del solsticio de invierno es pagana y anterior al cristianismo

En España, escuelas y empresas dan vacaciones a sus estudiantes y empleados. La actividad se detiene en el Congreso de los Diputados y las competiciones deportivas. La Bolsa hace un receso y el rey dirige su discurso anual a la población. Los padres entregan regalos a los niños para que no se sientan discriminados en la calle o en el colegio. Pero son muy pocos los que los dan o actúan en el nombre de Cristo. "El país entero se moviliza, pero ya hay muy poca gente que lo celebre en el ámbito religioso", concluye Mercado, que apela al carácter festivo de la sociedad española. Ya sean cristianas, ateas o musulmanas, son pocas las personas que deciden cenar solas el día de Nochebuena.

Entre quienes lo hacen, se respira un cierto resentimiento respecto a la jerarquía católica. La mayoría lo hace, también, como oposición al consumismo que empapa estas fechas. "Ni langostinos, ni lujos. Yo hago una tortilla de patatas estupenda y guiso de maravilla. Eso es lo que ceno. Y después, a leer", explica Alicia Rodríguez, que no ha participado en reuniones familiares navideñas desde que falleció su padre, en 2000. No obstante, los regalos de Reyes para sus sobrinos no faltan nunca: "Me paso todo el mes previo diciéndoles: ¡Que vienen, que vienen!".

Alternativas a la religión

"No vamos a renunciar a la fiesta por no creer en dios", reivindica una atea

Para sortear el carácter religioso de la Navidad, existen iniciativas como la del grupo de scouts MB-68 de Rivas (Madrid), que organiza una acampada entre los días 26 y 30 de diciembre en la que se cantan villancicos sin temática religiosa y se elaboran regalos artesanales, que reparten entre los acampados. Cada uno de los días se celebra simbólicamente una Nochebuena, Nochevieja y día de Reyes, "de forma aconfesional y apolítica, para que todos los niños puedan disfrutarlo", explica Ana Jarne, exacampada y monitora de 35 años.

La madre de Jarne, Ana García, también está alistada en movimientos aconfesionales. La mujer reivindica que la Navidad es "una fiesta anterior al cristianismo de la que se apropió la Iglesia sin saber ni siquiera cuándo había nacido Jesús". Tanto ella como su marido y sus dos hijos son ateos, pero la casa se adorna cada año y se entregan regalos entre ellos. "No creemos en dios, pero no por eso vamos a renunciar a la fiesta, ¿no?", reivindica.

García también participa en las asambleas vecinales del barrio de Moratalaz (Madrid) que surgieron a raíz del 15-M. En diciembre, han organizado la campaña Otra Navidad es posible, en la que realizan un taller de regalos para los niños de la zona con el que pretenden distanciarse del consumismo.

Ayuntamientos y colegios

En el último lustro varias organizaciones laicas han criticado a ayuntamientos y consejerías por financiar o acoger belenes en las dependencias públicas. Más airados, algunos padres de alumnos han protestado porque los colegios de sus hijos les instasen a cantar villancicos de temática religiosa o utilizasen tiempos o espacios lectivos para la construcción de belenes, al considerarlo contrario a la aconfesionalidad del Estado. Así, en los últimos años, colegios de Oviedo, Catarroja (Valencia), Mijas (Málaga), Zaragoza o Toledo, entre otros, han decidido retirar las representaciones del nacimiento de Jesús de sus dependencias.

Sobre la polémica de la celebración navideña en las escuelas, el Gobierno ha vacilado en su posicionamiento, apelando tanto a la autonomía de los consejos escolares de los centros como a la liberad de los propios padres a denunciar posibles vulneraciones de la ley.

(vía publico.es)

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