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lunes, 2 de enero de 2012

Christopher Hitchens, pensamiento y palabra

Christopher Hitchens, pensamiento y palabra - Redaccion central La Prensa

Christopher Hitchens, pensamiento y palabra - Redaccion central La Prensa

Hace dos semanas, falleció uno de los críticos culturales más incisivos y polémicos de nuestro tiempo, el británico Christopher Hitchens.

Se perdió una voz, de aquellas que tienen algo público que decir más allá de lo convencional y lo repetitivo, y se perdió también algo del oído. Esas voces que ya no están son difíciles de sustituir, pues llenaban un espacio y un tiempo definidos, y pueden verse como pérdida neta. Christopher Hitchens (1949-2011) murió hace unos días y la falta de su enorme capacidad con las palabras reduce un entorno marcado por las ideas y la controversia. Fue un polemista duro y consumado que marcó parte relevante del espectro del debate intelectual por más de tres décadas. Plasmó argumentos y puntos de vista en páginas de libros y revistas con ensayos y comentarios picantes y plenos de ironía, en la mejor tradición británica, que cubrieron un amplio abanico de temas y personajes.

FALLECIMIENTO. “Aquello que puede ser afirmado sin evidencia, puede ser desechado sin evidencia”, dijo alguna vez Hitchens, frase que casi se convirtió en un enunciado científico y que resume de manera corta y sencilla la base de su pensamiento racional y escéptico. Periodista, filósofo, humanista, bebedor empedernido y polemista por excelencia, Hitchens fue diagnosticado con cáncer de esófago —la misma enfermedad que mató a su padre— durante la primavera de 2010, justo después de la publicación de sus memorias tituladas Hitch-22. Perdió la batalla el pasado jueves. Esta vez su intruso interlocutor no aceptó ningún tipo de dialéctica.

UN RETRATO. Licenciado en filosofía, ciencias políticas y economía por la Universidad de Oxford, Hitchens abandonó su natal Inglaterra a principios de los años 80 para instalarse en Estados Unidos, donde trabajó en publicaciones como The Nation, The New York Times, The Times y Vanity Fair. Escribió cerca de 25 libros, incluyendo obras sobre Thomas Jefferson, Thomas Paine, George Orwell y Fiódor Dostoievsky, aunque sin duda fue más conocido por títulos como Dios no es bueno y Dios no existe, en los que arremetió contra todas las religiones con su incisivo ateísmo.

Se pronunció contra todos los dictadores de su época, y azotó por igual a derecha e izquierda cada vez que creía detectar un ataque a la razón o un abuso de poder. Así lo hizo cuando escribió acerca de Henry Kissinger, a quien consideró un criminal de guerra, y sobre Bill Clinton, “un político manipulador y mentiroso”. Ni la madre Teresa de Calcuta escapó a su crítica mordaz, y la calificó como proselitista de una versión retrógrada del catolicismo.

Después de haber pertenecido a la Internacional Socialista y autodefinirse como trotskista en su juventud, Hitchens se distanció poco a poco de la izquierda, hasta llegar a apoyar abiertamente las invasiones a Iraq de Bush padre y Bush hijo, con lo que se ganó el repudio de muchos seguidores.
NTELECTUALISMO Y TOMAS DE POSICIÓN. Ningún lector de Hitchens salía ileso de su encuentro. La perspectiva de los asuntos que trataba era frontal, ofrecía nuevas aproximaciones y destacaba aristas sobre temas profundos y controvertidos, hurgaba a fondo, irritaba con la manera radical de plantear sus ideas. En ese sentido era, sin duda, un escritor rico e interesante, no podía ser indiferente para quien lo leía o escuchaba, y nunca era intrascendente. Uno de sus libros se llama Cartas a un joven disidente, un alegato bien construido en favor del pensamiento libre y crítico. Rompe de plano con la condescendencia, las formas habituales de mirar lo que ocurre en el mundo, motiva a tomar una posición y fustiga esa idea tibia e insulsa de que la crítica debe ser constructiva.

Dice ahí: “La esencia de una mente independiente no está en lo que piensa, sino en cómo piensa. El término intelectual fue originalmente acuñado por quienes en Francia creían en la culpabilidad del capitán Alfred Dreyfus. Pensaban que estaban defendiendo una sociedad orgánica, armónica y ordenada en contra del nihilismo, y utilizaron ese término despectivo en contra de quienes veían como enfermos, introspectivos, desleales e inseguros”.
LA CRÍTICA Y LA ETIQUETA. Así, como ya había advertido Jorge Ibargüengoitia, la crítica constructiva será cuanto más un apapacho; de esa forma no está hecho el pensamiento articulado y bien dotado de hechos, ideas, conceptos, relaciones, estructura, jerarquías y ensamblajes. La crítica practicada por Hitchens es de la estirpe que concibe esa actividad como función primaria del ser humano, de quien ejerce el pensamiento y trabaja —en el sentido literal del término— con ideas y las pone en práctica. Con tal equipamiento podía tratar acerca de la relevancia de George Orwell, discutir sobre la madre Teresa o Henry Kissinger, o argumentar por qué Dios no es bueno, en un alegato en contra de la religión.

Este tipo de pensamiento choca mucho a quienes se piensan atados al cordón umbilical de la moralidad, como decía Artaud; aquéllos de quienes puede preguntarse de qué fuente abrevan su constante indignación, como si hubieran sido puros desde el momento en que dejaron el vientre de su madre. En el caso de Hitchens, eso se aplica a los que se sitúan tanto a la derecha como a la izquierda del mapa ideológico. Por eso, en un mundo de etiquetas, solía crispar al público.

A continuación, Christopher Hitchens habla por sí mismo de algunos de los temas que marcaron su existencia (citas tomadas de sus libros, artículos y entrevistas otorgadas a diversos medios).

RELIGIÓN. “La religión organizada es violenta, irracional, intolerante, aliada al racismo y al tribalismo, fundada en la ignorancia y hostil hacia la libre investigación, desdeñosa de las mujeres y coercitiva hacia los niños”.

“Hay que aceptarlo. La religión viene de un periodo de la prehistoria humana donde nadie, ni siquiera el gran Demócrito que concluyó que toda la materia estaba hecha de átomos, tenía la menor idea de lo que estaba pasando. Viene de la temerosa infancia de nuestra especie, y es un intento de satisfacer nuestra inescapable demanda de conocimiento. Hoy, el menos educado de los niños sabe mucho más acerca del orden natural que cualquiera de los fundadores de la religión, y a uno le gustaría pensar que ésa es la razón por la que parecen tan poco interesados en mandar a otros humanos al infierno”.
“La decencia humana no deriva de la religión. La precede”.

MADRE TERESA. “No era amiga de los pobres. Era amiga de la pobreza. Decía que el sufrimiento era un regalo de Dios. Pasó su vida oponiéndose a la única manera conocida de curar la pobreza, que es el empoderamiento de la mujer y su emancipación de una vida de reproducción compulsiva”.
DIOS. “Aunque no me gusta diferir de un gran hombre, Voltaire fue simplemente absurdo cuando dijo que si Dios no existe, sería necesario inventarlo. La invención humana de Dios es el problema de origen”.

“Jesús es el Santa Claus de los adultos”.

ATEÍSMO. “La única posición que no me deja disonancias cognitivas es el ateísmo. No es un credo. La muerte es segura, y reemplaza tanto el Paraíso como el Infierno. La vida es en esta tierra, con todo su misterio, y su belleza y su dolor, por eso hay que vivirla más intensamente: caerse y levantarse, estar tristes, seguros e inseguros, sentirse solos, contentos y queridos. No hay nada más; y no quiero nada más”.
“Nuestra creencia no es una creencia. Nuestros principios no son una fe. No nos basamos solamente en la ciencia y la razón, porque son factores necesarios pero no suficientes, pero desconfiamos de todo lo que las contradiga. Podemos diferir en muchas cosas, pero lo que respetamos es la libre investigación, la apertura de mente y la búsqueda de ideas por sí mismas”.

ENSAMIENTO. “Cuídate de los irracionales, por más seductores que sean. Rechaza lo trascendente y a todo aquel que te invite a subordinarte o aniquilarte a ti mismo. Desconfía de la compasión: mejor elige tu propia dignidad y la de otros. No tengas miedo de que te digan arrogante o egoísta. Imagina a todos los expertos como simples mamíferos. Nunca seas un espectador de la injusticia o la estupidez. Busca argumentos y discusiones por sí mismos; la tumba ofrecerá mucho tiempo para el silencio. Sospecha de tus propios motivos y todas las excusas. No vivas por otros más de lo que esperas que otros lo hagan por ti”.

“Toma el riesgo de pensar por ti mismo: mucha más felicidad, verdad, belleza y sabiduría llegarán a ti de esa manera”.
“Lo que más detesto es la estupidez, especialmente en su forma más asquerosa de racismo y superstición”. “Tus autores ideales tienen que sacarte de la zozobra de tu existencia previa, no guiarte sonriendo hacia un puerto amigable y pacífico”.

POLÍTICA. “Lo que solía decirle a la gente, cuando yo mismo estaba mucho más comprometido, es que no se puede ser apolítico. Tarde o temprano llegará. No es que no se debería ser neutral. Es que no es posible mantenerse neutral”.

“Lo que sentí (después del 11-S) es que veníamos sufriendo de todo eso por cierto tiempo. Y aun así, el mayor interés de la gente parecía ser ignorarlo o negarlo, o si eran políticos o soldados, huir de ello: abandonando Somalia, dejando pudrirse a Afganistán, tratando de incluir el islamismo en el multiculturalismo. Pensé: ‘Hasta ayer, ellos sabían que estábamos en guerra, y nosotros no. Y ahora lo sabemos, y claro que es excitante’. Era un sentimiento de que la somnolencia había acabado. Claro que resultó ser un muy breve despertar, seguido de una larga siesta”.

“Aquí estamos, pensé (después de los ataques del 11-S), en una Guerra hacia el final entre todo lo que amo y todo lo que odio. Muy bien. Nosotros ganaremos y ellos perderán. Una lástima que los hayamos dejado elegir el tiempo y el lugar del reto, pero podemos y lograremos compensar ese error”.
“Pensé que Bush padre pudo haber usado la retórica de antifascismo sin tener esa intención (durante la primera invasión a Iraq). Y luego dije: ‘Ok, pero ¿qué tal que sí tuviera esa intención? ¿Me vería entonces obligado a estar a favor por mi propio argumento?’. La respuesta era sí. Entonces dije: ‘Bueno, qué te importa cómo discuten ellos. Tú deberías estar discutiendo contigo mismo’. Y encontré que no podía escaparme de eso”.

ALCOHOL. “El alcohol hace a los otros menos tediosos, a la comida menos sosa, y puede ayudar a otorgar aquello que los griegos llamaron entheos, ese momento de inspiración al leer o al escribir. El único milagro que vale la pena en el Nuevo Testamento —la transmutación de agua en vino durante las bodas de Caná— es un tributo a la persistencia del helenismo en una austera Judea”.

“Al visitar el Irán actual, estuve encantado de descubrir que los ciudadanos desafiaron la prohibición clerical de la bebida alcohólica, reclamando el derecho a tenerla en casa para visitantes y haciendo contrabando con gran brío e ingenuidad. Esas pequeñas revoluciones afirman lo humano”.
“No ha habido nada que hubiera valido la pena cambiar por esa segunda botella”.

*La Jornada y El Informador

1949 fue el año de nacimiento de Hitchens, que vivió gran parte de su vida en Estados Unidos.

2010 marcó la salida al mercado de la última publicación de Hitchens, las memorias Hitch-22.

62años tenía Hitchens, quien deja los mundos de la escritura, el periodismo y el activismo político.

Se ha perdido una voz, de aquellas que tienen algo público que decir más allá de lo convencional y lo repetitivo, y se perdió también algo del oído. Esas voces que ya no están son difíciles de sustituir, pues llenaban un espacio y un tiempo definidos, y pueden verse como pérdida neta. Christopher Hitchens murió y falta su enorme capacidad con las palabras.

Hitchens fue un polemista duro y consumado
que marcó parte relevante del espectro del debate intelectual por más de tres décadas. Plasmó argumentos y puntos de vista en páginas de libros y revistas, con ensayos y comentarios picantes y plenos de ironía, en la mejor tradición británica, que cubrieron un amplio abanico de temas y personajes.

“Aunque no me gusta diferir de un gran hombre, Voltaire fue simplemente absurdo cuando dijo que si Dios no existe, sería necesario inventarlo. La invención humana de Dios es el problema de origen… Jesús es el Santa Claus de los adultos”.
C. Hitchens

(vía laprensa.com.bo)

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