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martes, 30 de abril de 2013

La guerra y religión marcaron la vida de los sospechosos de Boston

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Los hermanos Tamerlan y Dzhojar Tsarnaev, sospechosos de los atentados del pasado 15 de abril en la maratón de Boston (EE.UU.), que causaron la muerte de tres personas y heridas a 282, dejan hoy, tras resultar muerto el primero y ser detenido el segundo, numerosos interrogantes sobre los motivos que habrían tenido para cometer esos ataques, y la duda de si son culpables o inocentes, como lo dicen sus padres y la percepción de unos 15.000 usuarios de las redes sociales que los respaldan.

Tras el ataque, la salida a la luz de sus nombres y la confesión del sospechoso sobreviviente de que cometieron el atentado en rechazo a las guerras de EE.UU. en Irak y Afganistán, incitan interés en su historia familiar, la que a su vez muestra cómo las turbulencias políticas en la región del Cáucaso, de donde ellos proceden, todavía reverberan mucho más allá de las fronteras de Rusia.

Tamerlan, de 26 años, y su hermano Dzhojar, de 19, vivieron en EE.UU. durante más de una década, pero sus orígenes arrojan alguna luz sobre las experiencias que los convirtieron en sospechosos de los atentados en Boston.

Muchos testimonios se centran en el origen de la familia en Chechenia, en la región del Cáucaso ruso, pero el padre de los jóvenes, Anzor Tsarnaev, nació en la ex república soviética de Kirguistán, donde sus hijos pasaron la mayor parte de su infancia.

Según se conoce, los abuelos de los jóvenes fueron deportados por la policía de Josef Stalin durante la expulsión en masa de los chechenos en la Segunda Guerra Mundial, en 1944.

Durante el destierro, una parte de la población chechena fue montada en trenes y enviada a miles de kilómetros de distancia, hacia el Asia Central, principalmente a Kazajistán, pero también, como la familia Tsarnaev, a Kirguistán.

Decenas de miles de chechenos murieron a causa del frío y los sobrevivientes únicamente pudieron retornar a su tierra a fines de la década del 50, luego de la muerte de Stalin.

Tras el colapso de la Unión Soviética, Anzor dejó Kirguistán con su familia y retornó al Cáucaso, según afirmó un oficial de los servicios de seguridad kirguises, el GKNB.

Sin embargo, la familia retornó a Kirguistán en 1995 ante el estallido de la primera guerra de Chechenia entre los separatistas y las fuerzas rusas. La familia se instaló en la ciudad de Tomok, donde Tamerlan comenzó la escuela.

De acuerdo con fuentes locales, Dzhojar nació allí y posee la nacionalidad kirguisa, mientras que Tamerlan nació en la república de Kalmukia y tenía la nacionalidad rusa. Fuentes rusas apuntan que Dzhojar pudo haber sido bautizado con ese nombre en homenaje a Dzhojar Dudayev, líder separatista checheno muerto por un ataque aéreo ruso en 1996.

Según el gobierno kirguís, en el 2001 la familia se trasladó a la república de Daguestán, la región natal de la madre de los hermanos, Zubeidat.

Pero ya entonces (como hasta hoy) Daguestán era una de las regiones más pobres de Rusia, azotada por el desempleo y por una insurgencia islamista proveniente de Chechenia. Por ello, la familia se fue en el 2002 a Estados Unidos, donde presentó pedido de refugio y se instaló buscando una mejor vida.

Según declaraciones a New York Times del cirujano checheno residente en EE.UU. Jassan Baiev, prominente figura de la diáspora chechena, la familia decidió salir de Kirguistán a raíz de las tensiones étnicas en esa república.

“En la actualidad, Daguestán es el punto más ‘caliente’ de Rusia”, dice Grigory Shvedov, editor de un diario en internet sobre el Cáucaso. “El desarrollo del terrorismo y las divisiones obedecen al alto nivel de religiosidad, al alto nivel de corrupción y al bajo nivel de control por parte del centro federal. Todos estos factores florecieron al fin de la época soviética”, refiere el periodista.

Añade que la atracción por la militancia pudo haber estado motivada por “el recuerdo de los padres de la guerra en Chechenia y la memoria de los parientes durante la deportación llevada adelante por Stalin”, además de asuntos actuales como la invasión de Irak o la guerra civil en Siria.

En los últimos días Tamerlan colocó en su página en la red YouTube enlaces a videos militantes. Aún no está claro si tenía algún vínculo con los insurgentes islamistas chechenos, que desean crear un emirato regido por la sharia (ley islámica) en el norte del Cáucaso.

El grupo rebelde Vilayat, de Daguestán (una escisión del grupo Emirato del Cáucaso, del buscado líder militante Doku Umarov), descarta tener cualquier relación con los atentados de la maratón de Boston. Doku Umarov reivindicó hace poco el atentado ocurrido en marzo pasado en un metro moscovita en el que dos suicidas, entre ellos una joven maestra, hicieron explotar bombas que mataron a 40 viajeros.

Al igual que en el caso de Tamerlan y Dzhojar, los padres y conocidos de los suicidas aseguran que eran buenas personas, trabajadoras y sencillas. “Creyente, pero no extremista. Quería aprenderse el Corán de memoria”, cuenta el papá de la maestra y de un hijo que es buscado por terrorismo y que al parecer habría participado también del atentado en el metro.

El islam importado gana más espacio en la zona, donde Doku Umarov tiene como fin expulsar a los infieles. Una línea religiosa que habría seguido Tamerlan quien, según sus conocidos, se declaraba musulmán y que pese a que representó a Nueva Inglaterra en boxeo y recibía ayuda del Estado porque estaba desempleado, decía que aunque llegó a Estados Unidos de niño, no tenía “ni un amigo estadounidense”, “ni los entendía”.

En enero del 2012, según revelan las investigaciones de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI), Tamerlan viajó a Daguestán y Chechenia para visitar a sus familiares y el fin también podría haber sido mantener contacto con grupos terroristas.

Su padre lo niega. Cuenta que el joven se quedó con él en Majachkalá (capital de Daguestán), donde ahora reside, y que se pasó buena parte del tiempo durmiendo y hasta quería quedarse y poner un negocio, pero que lo convenció para que regresara a EE.UU. y tratara de obtener la ciudadanía.

Tras los atentados, la madre de los jóvenes indicó que Tamerlan estuvo bajo vigilancia del FBI unos tres años, pero aclaró en una entrevista con la cadena de televisión en lengua inglesa Russia Today que creía que sus hijos eran inocentes y que se les tendió una trampa.

“Ellos (los servicios de seguridad) dijeron: ‘Sabemos lo que comes, lo que lees en internet’”, dice, sin aclarar cómo se pusieron en contacto ni desde cuándo comenzaron a vigilarlo.

La semana pasada el FBI reconoció que interrogó a Tamerlan a principios del 2011, pero no identificó que era “un seguidor del islam radical” ni que se estaba preparando para dejar Norteamérica y unirse a organizaciones clandestinas.

Mientras, la esposa de Tamerlan, una norteamericana convertida al islam con quien tuvo una hija hace tres años, está conmocionada de que los hermanos fueran acusados de los ataques, dice su abogado.

Dzhojar, sobreviviente de la búsqueda policial tras los atentados, ya fue formalmente acusado de uso de armas de destrucción masiva, y podría enfrentar la pena de muerte si es declarado culpable.

(vía eluniverso.com)

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