En Marruecos, la Policía busca a Imad Eddin Habid, de 22 años de edad, natural de Casablanca y ateo declarado. Se le acusa de haber fundado el Consejo de Exmusulmanes de Marruecos, proclamar que no existe más dios que Mickey Mouse y quebrantar con alevosía el santo Ramadán.
Los hechos y dichos de Imad Eddin Habid, un joven de 22 años que se jacta sin recato de su poca fe, vienen produciendo escándalo y resentimiento en el seno de la comunidad islámica del sultanato. Y es que Imad, además de haberse tomado a rechifla la sagrada shahada al afirmar: “Atestiguo que no hay más dios que Mickey Mouse”, publicó una fotografía en el 2012 en la que aparecía degustando una bebida, como prueba irrefutable de que había roto el ayuno. También ha dejado escrito, con ánimo provocador, que el Corán es una impostura obra de los hombres. En privado hace de la persona de Mahoma el objeto de sus chanzas y agudos chascarrillos. Además de blasfemar, fomenta el ateísmo mediante la creación de asociaciones malvadas; se vanagloria de su condición atea y, para evitar males mayores, ha puesto pies en polvorosa, porque es consciente de que la élite religiosa es de natural vengativa y ruin…y poco asequible al sano sarcasmo.
Para Ludwig Feuerbach, un filósofo decimonónico muy reverenciado por los ateos, el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza; y proyectó sobre esa entidad mítica, que termina cobrando vida propia, sus mejores atributos, fobias y miserias. Y si esto es así, se concluye necesariamente en una aseveración aceptable para gran parte de la humanidad: Alá es el fruto de las calenturas y ocurrencias de Mahoma. O dicho de otra manera, Mahoma creó a Alá a su deplorable imagen y semejanza.
El islam es una impostura, una risible invención humana en la que tiene un papel estelar un profeta de chirigota anunciador de un dios omnisciente que se equivoca, rectifica y desconoce el futuro, por lo que se ve obligado a la abrogación de sus propias suras y aleyas. El embuste islámico promete a los mártires y creyentes un paraíso en el que zamparán con desmesura y excretarán, pase a ser entes espirituales, por la piel; los “parroquianos” del Paraíso, que es lo más parecido a un lupanar, podrán hartarse de vino blanco, porque ya no embriaga; gozarán de 75 huríes y la legítima esposa, aunque la legítima únicamente podrá coitear con su cónyuge… a las solteras y vírgenes se les adjudicará un solo varón; los más sensibles serán servidos por bellos efebos, que serán como perlas…La patraña de Mahoma exige a los fieles la guerra contra los impíos; reduce a la mujer a la condición de animal doméstico; establece la crueldad como virtud, y condena a muerte o a penas privativas de libertad a todos aquellos que abandonan la secta, como es el caso de Imad Eddin Habid.
La Policía del Pensamiento del Sultán o Inquisición islámica persigue a Imad Eddin Habid, ateo confeso y militante, para ponerlo a disposición de unos jueces que le pueden imponer una pena de hasta 3 años de prisión; sin embargo, tal vez ya haya salido del Reino el atribulado desafecto, como hizo en su momento Kacem El Ghazali, otro descreído, que obtuvo la condición de asilado en Suiza al demostrar que temía por su vida debido a su heterodoxia en materia de fe. Al parecer, Marruecos no es ese jardín, ese estanque dorado del que muchos hablan, sino un charco amarillo donde chapotean ulemas iletrados y políticos liberticidas.
(vía minutodigital.com
Los hechos y dichos de Imad Eddin Habid, un joven de 22 años que se jacta sin recato de su poca fe, vienen produciendo escándalo y resentimiento en el seno de la comunidad islámica del sultanato. Y es que Imad, además de haberse tomado a rechifla la sagrada shahada al afirmar: “Atestiguo que no hay más dios que Mickey Mouse”, publicó una fotografía en el 2012 en la que aparecía degustando una bebida, como prueba irrefutable de que había roto el ayuno. También ha dejado escrito, con ánimo provocador, que el Corán es una impostura obra de los hombres. En privado hace de la persona de Mahoma el objeto de sus chanzas y agudos chascarrillos. Además de blasfemar, fomenta el ateísmo mediante la creación de asociaciones malvadas; se vanagloria de su condición atea y, para evitar males mayores, ha puesto pies en polvorosa, porque es consciente de que la élite religiosa es de natural vengativa y ruin…y poco asequible al sano sarcasmo.
Para Ludwig Feuerbach, un filósofo decimonónico muy reverenciado por los ateos, el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza; y proyectó sobre esa entidad mítica, que termina cobrando vida propia, sus mejores atributos, fobias y miserias. Y si esto es así, se concluye necesariamente en una aseveración aceptable para gran parte de la humanidad: Alá es el fruto de las calenturas y ocurrencias de Mahoma. O dicho de otra manera, Mahoma creó a Alá a su deplorable imagen y semejanza.
El islam es una impostura, una risible invención humana en la que tiene un papel estelar un profeta de chirigota anunciador de un dios omnisciente que se equivoca, rectifica y desconoce el futuro, por lo que se ve obligado a la abrogación de sus propias suras y aleyas. El embuste islámico promete a los mártires y creyentes un paraíso en el que zamparán con desmesura y excretarán, pase a ser entes espirituales, por la piel; los “parroquianos” del Paraíso, que es lo más parecido a un lupanar, podrán hartarse de vino blanco, porque ya no embriaga; gozarán de 75 huríes y la legítima esposa, aunque la legítima únicamente podrá coitear con su cónyuge… a las solteras y vírgenes se les adjudicará un solo varón; los más sensibles serán servidos por bellos efebos, que serán como perlas…La patraña de Mahoma exige a los fieles la guerra contra los impíos; reduce a la mujer a la condición de animal doméstico; establece la crueldad como virtud, y condena a muerte o a penas privativas de libertad a todos aquellos que abandonan la secta, como es el caso de Imad Eddin Habid.
La Policía del Pensamiento del Sultán o Inquisición islámica persigue a Imad Eddin Habid, ateo confeso y militante, para ponerlo a disposición de unos jueces que le pueden imponer una pena de hasta 3 años de prisión; sin embargo, tal vez ya haya salido del Reino el atribulado desafecto, como hizo en su momento Kacem El Ghazali, otro descreído, que obtuvo la condición de asilado en Suiza al demostrar que temía por su vida debido a su heterodoxia en materia de fe. Al parecer, Marruecos no es ese jardín, ese estanque dorado del que muchos hablan, sino un charco amarillo donde chapotean ulemas iletrados y políticos liberticidas.
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