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martes, 3 de septiembre de 2013

Una comedia metafísica, sexo y religión en el cine español

12+1 Una comedia metafísica es el segundo largometraje del hábil director de cortometrajes Chiqui Carabante, que intenta huir de la corrección política en una satira sobre Jesus y sus apóstoles llena de humor, enredos y sexo (hetero, bi y lésbico).

Eduardo Nabal La segunda película del joven director andaluz Chiqui Carabante, que debutó en el largometraje con la aceptable Carlos contra el mundo, es una sátira sobre la religión cristiana que debe mucho a Buñuel, Pasolini y La vida de Brian. Carabante despoja de toda santidad e incluso dignidad a algunos de sus personajes en favor de una virulenta sátira anticlerical que, no obstante, hoy por hoy, se antoja algo ingenua, bondadosa y trillada.

Ciertamente el cine español reciente muestra pocas orgías y menos aún en las que participen gays y lesbianas, y no acostumbra a reírse de forma tan irreverente y chusca de los "dogmas de fe" y de la imaginería del cristianismo de base.

Carabante ha conseguido una road movie a pie sólida, coherente, una comedia atrevida pero, en el fondo, hecha para más pensando en sus incondicionales y en los seguidores de su humor entre irónico y grueso, que ya mostraba con mayor elegancia en sus primeros cortos, que en favor de ninguna causa, concreta o abstracta.

12+1, una comedia metafísica efectivamente humaniza y desmitifica al máximo la figura de Cristo y sus apóstoles, especula sobre su sexualidad y narra un largo, irrisorio y accidentado peregrinaje hacia una ciudad santa. Imaginación visual no le falta a Carabante pero sí un guión sólido que apuntale el humor negro o blanco de su periplo antipuritano y que juega con los fetiches de la antigüedad y la modernidad a través de interpretaciones llamativas pero desiguales, tendentes al histrionismo, de un grupo de hombres y mujeres a los que la historia de la religión oficial ha convertido en figuras intoncables.

Carabante, aparentemente, no deja títere con cabeza, pero su filme, realizado con corrección pero con cierto descuido formal y argumental, no va mas allá del cómic filmado o de la comedia menor con homenajes en su estética al Pasolini de los sesenta y setenta, al último y mas irreverente Buñuel o al humor televisivo algo mejorado por un indudable afecto del director por sus actores más que por los personajes que representan.

Fanatismo y transgresión, irreverencia y comedia amarga están en la base de la travesía de 12+1 pero su sátira a la cultura y la religión cristiana no deja más poso que el de la de La vida de Brian u otros filmes por el estilo que tras su aparente inconformismo ocultan una visión algo pacata y machista de la diversidad sexual y los roles de género. Así como una aproximación aparentemente arrasadora de los mitos y costumbres de los personajes de la época a los que la leyenda a convertido en santos. Pero todo ello desde una óptica tremendamente simplista en su concepción sin el vitriolo de un Almodóvar o la cáustica de Villaronga o la misma Pilar Tavora de Mater Amantisima. Estamos, pues, cerca de esos desiertos sensuales que Pasolini llenó de personajes sin glamour pero llenos de humanidad, cerca de su "Trilogía de la vida" compuesta por Las mil y una noches, Los Cuentos de Canterbury y el Decameron.

Carabante ha construido una comedia medianamente inteligente y aparentemente incendiaria pero su humor aparentemente desbocado se queda pequeño al lado de la ironía de Sanchez Arévalo o Ramón Salazar. Una travesía agradable, iconoclasta, pero políticamente inocua y más convencional de lo que quiere aparentar, a pesar de sus coqueteos con el surrealismo.

(vía cascaraamarga.es)

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