Uno de los grandes errores
de la nueva Ley de Educación del PP y del ministro Wert es introducir la
asignatura de Religión como evaluable para obtener becas o elegir centro
escolar: es una vuelta, casi, al nacionalcatolicismo.
La
religión es la base de un pensamiento espiritualista y moral, “mágico” para los
no creyentes, que no debe sustituir a un sistema lógico y racional, ni
convertirse en una alternativa a la ética laica.
La
asignatura de Educación para la Ciudadanía impuesta por Rodríguez
Zapatero invadía la conciencia de los alumnos, por lo que recibió
los reproches que le han permitido a Mariano Rajoy rechazarla, pero esta idea
de Religión como alternativa al secularismo es otro abuso ideológico del poder.
El
Concordato firmado por el Estado con el Vaticano en 1979, hoy un absurdo,
obliga a ofrecer la asignatura de Religión católica, pero ese compromiso no
tenía por qué permutarse o intercambiarse con otras enseñanzas filosóficas y
éticas seculares, más equilibradas que las creadas por Zapatero para fabricar
ciudadanos progresís.
Por eso,
uno de los males menores de las leyes socialistas era que ofrecían la
asignatura, pero explicitando que “no se computará en las convocatorias en las
que deban entrar en concurrencia los expedientes académicos”.
La Ley de
Rajoy-Wert, que obedece a las reclamaciones del Cardenal Rouco, incentiva ahora
la demanda de que, por ejemplo, sean también evaluables las enseñanzas
protestantes o musulmanas, y que el Estado pague a sus pastores e
imanes profesores.
La
religión en la escuela, dentro del sistema de la igualdad ciudadana, está
creando verdaderas bombas de relojería.
Hay
imanes en centros estatales británicos, convertidos en madrasas incontrolables
porque muchas enseñanzas son en árabe, que preparan niños para la jihad y el
martirio: en España esas enseñanzas estarán becadas y serán evaluables.
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