MARCOS SUEIRO Santiago
El profesor de Religión acusado de abusos sexuales a ocho menores en varios colegios de la comarca de Valdeorras, situada en el extremo oriental de la provincia de Ourense, alcanzó un acuerdo con el fiscal para evitar la celebración del juicio previsto para este miércoles y la prisión. Ambas partes aceptaron su inhabilitación durante 32 años para dar clases a menores de 18 años, dos años de prisión por uno de los delitos y multa económica por el resto, frente a los 17 años de cárcel que pedía el fiscal en su escrito de acusación.
El catequista y profesor de Religión de nombre Agustín, a pesar de aceptar el acuerdo con la fiscalía, sigue proclamando su inocencia. De hecho nunca admitió ninguna responsabilidad y atribuyó la acusación a una especie de "manía" de alguno de las madres.
Por su parte, el abogado de la defensa del profesor, Alfonso Pazos, explicó a los medios minutos antes de comenzar el juicio que se había conseguido el acuerdo, que calificó de "malo pero preferible", aunque supondrá la "imposibilidad casi segura de que vuelva a trabajar en la enseñanza pública", añadió.
El letrado argumentó que "sería injusto que se le condenara tras un juicio, pero comprendemos que el fiscal tiene que proteger a los menores, y en este caso, además, la fiscalía es la única acusadora pues ningún padre se personó como acusador, ni tampoco la Consejería de Educación. Además, Pazos detalló que la acusación surgió de la "interpretación de los padres" y se debió "al contexto y al ambiente" en el que un profesor mostró ternura y ahora "tiene que vivir de la caridad de su familia y amigos porque fue suspendido cautelarmente desde la llegada de las quejas a la Consejería de Educación".
Padres, divididos
El culebrón protagonizado por el catequista dividió a los padres en dos bandos. Y es que tan pronto como se conocieron los hechos, un grupo de padres, escolares, profesores que expresaron su apoyo al acusado se presentaron en la sede de los juzgados para darle apoyo moral. También contó con la solidaridad del sacerdote de una de las parroquias del pueblo que lo mantuvo como catequista.
Con la aceptación de la condena el catequista pretende recuperar su vida normal y evitar someterse a la exposición pública. Agustín vio muy alterada su vida familiar pues tenía un menor en acogida que se trasladó a vivir con su hermana y él sufrió una fuerte depresión.
(vía elmundo.es)
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