Héctor Diego Medina Basáve
Cuando hay la posibilidad de un avance social, entra la religión institucionalizada para ejercer presión.
Después del artículo de la semana pasada en el que contrasté la alegría de la celebración en torno a la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de hacer constitucional el matrimonio gay en toda la Unión Americana, con la amargura de algunos grupos de religiosos que consideran como exclusivo el derecho de unirse legalmente en pareja, recibí varios comentarios en el contexto de la campaña que pretende utilizar la “verdad religiosa” como arma principal contra la decisión de la Corte.
Casi siempre cuando hay la posibilidad de un verdadero avance social, inmediatamente entra la religión institucionalizada para ejercer presión y tratar de disuadir a los fieles y mantenerlos en línea, conservando tradiciones arcaicas con argumentos que generalmente topan en eso que llaman “fe”: ya no hay más razón que “porque así dicen las escrituras, así lo quiere Dios”, etcétera. Cuando hay algún movimiento que pretende otorgar o garantizar derechos a un grupo de personas, o simplemente avanzar en el ámbito de la tolerancia, la aceptación, el amor para todos, saltan los conservadores radicales con los mismos argumentos de siempre.
En la década de los 60, por ejemplo, cuando aún había muchos lugares en el mundo, incluido Estados Unidos, en los que existía la segregación racial de manera legal, pero que también eran tiempos en los que ya existían movimientos fuertes para reconocer los derechos a los afroamericanos, había argumentos muy parecidos a los de ahora, como este sermón que dio en 1960 el pastor Bob Jones Sr. el día de Pascua:
“Dios Todopoderoso no hizo de la raza humana una sola raza en el sentido de que Él no determinara los límites de su hábitat. Eso está perfectamente claro. No es un accidente que la mayoría de los chinos están en China. Ha habido mucho movimiento en el mundo, pero la mayoría de los chinos viven en China. Hay millones y millones de ellos allá y son un gran pueblo. Nunca he conocido gente tan increíble como los chinos”.
Y siguió diciendo que ellos no tenían nada en contra de la raza negra, que al contrario, querían lo mejor para ellos, pero que la palabra de Dios estaba muy clara en cuanto a las fronteras entre razas, por lo que era muy importante mantener la segregación, blancos por un lado, negros en otra parte. Obviamente los conservadores de hoy negarán que estén de acuerdo con esto (aunque algunos probablemente sí lo están todavía), entre otras cosas porque al final ganó la parte más espiritual y menos religiosa de su movimiento, como el caso de Martin Luther King, entre otros, y porque prevaleció la razón y el sentido humano.
Pero siempre habrá ese freno religioso que proviene del miedo, muchas veces a perder el poder, otras a perder la oportunidad de ir a un supuesto paraíso. Siempre existirán las voces que intenten detener la evolución del espíritu humano a través de una argumentación chantajista que pide a la gente creer ciegamente en algo sin sustento y que ha hecho mucho daño en la historia.
APUNTE RELIGARE. Pero al final también, tarde o temprano, prevalecerá la brújula de la razón, la compasión, la inclusión, el entendimiento y, desde luego, el amor, como lo ha demostrado la iglesia Episcopal en Estados Unidos, por ejemplo, en la que se ha cambiado la ley de dicha denominación cristiana para aceptar bodas religiosas entre personas del mismo sexo. Algunos en otras iglesias lo ven como una derrota, pero en realidad, poco a poco, tendrán que ir entendiendo que la evolución espiritual en el mundo no se detendrá por más freno que intenten ponerle quienes no comprenden bien, quienes creen que tienen la verdad a través de ideas arraigadas de antaño, quienes ponen a la tradición por encima del amor.
http://twitter.com/@hectordiego
(Vía milenio.com)
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