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domingo, 12 de diciembre de 2010

Cinco religiones, cinco ficciones humanas


¿Qué ofrecen las grandes religiones al espíritu humano? Si tratamos de entresacar un elemento común a todas ellas, lo que ofrecen todas es consuelo y esperanza. Es lo que une a todas.

Dios es lo de menos. Ni siquiera lo necesitan. Podrían ser igualmente religiones prescindiendo de él. Todas ellas son tremendamente humanas.

En esencia vienen a decir que el hombre --"quod ad se pertinet, en lo que a él respecta"-- aspira a la felicidad, a la que llega (a)por su propio perfeccionamiento, (b)por su integración en la sociedad.

Todas las religiones tienen esta doble versión (ascesis y ágape/filia). Si consideramos el primer aspecto, vemos en síntesis lo que cada religión pretende:

 Hinduismo: verse libres del mal en sus múltiples manifestaciones
para encontrarse a sí mismos, que es una forma de llegar a la inmortalidad.
 Budismo: liberación de las ataduras que ligan al hombre y sentimiento de solidaridad con los demás y con la naturaleza. Dios está perdido en la jungla.
 Judaísmo: la perfección del hombre que llegará por el cumplimiento estricto de las cien mil normas talmúdicas que llevan a dicha perfección. Pretenden fundar la casuística normativa en que “Dios es santo” pero el hecho es bien otro, la exacerbación del ritualismo.
 Cristianismo: dice que Dios “se entrega al hombre” y que “ha venido a salvarlo”, pero en el fondo lo que el hombre necesita es “una fuerza especial” –tener la gracia-- para enfrentarse al mundo y el mensaje central es que “si no amas al hombre a quien ves…”. Es decir, lo que propugna el cristianismo es un sano sentimiento de “amor” hacia los demás.
 Islamismo: el Islam nace en un mundo empobrecido. De ahí la necesidad religiosa de inculcar un sentimiento social de compasión hacia los demás. Pero también rinde tributo coyuntural a los sistemas feudales de la época promoviendo o imponiendo la obediencia y subordinación... ¿a Dios? Sí, por supuesto, pero a través de sus representantes, los dictadores y los ulemas.

Enunciados y presupuestos de los que nadie puede disentir, en cuanto humanos: el hombre ha de controlar sus instintos y pasiones y a la vez dar de sí lo mejor en provecho de la sociedad.

Pero todas “obvian” la realidad, por dura, pesada, inabarcable e indescifrable... sobre todo cuando las religiones nacen: preterición de lo humano para asumirlo en lo divino.
Hoy el hombre tiene otros principios rectores, entre ellos el sentimiento y percepción de su poder --a la vez su pequeñez-- sin rebajarse ante nada.

Ante el mundo, ante el Universo, el hombre se ha sentido anonadado y fascinado por su multiplicidad y complicación, pero a la vez ha percibido su propia grandeza. El hombre dentro y a la altura de la naturaleza.

Respecto al segundo principio de acción --la integración del hombre–individuo dentro del grupo para salvar al grupo humano-- mucho habría que decir, pero nada de esto puede dar una religión y sí la propia capacidad del hombre para regular las relaciones sociales.

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