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miércoles, 2 de febrero de 2011

El ateo militante

Uno de los fenómenos más curiosos en esta España progre que padecemos es el de los ateos que viven más preocupados por Dios y por la Iglesia que los propios católicos. Ya sé que Dios no pertenece en exclusividad a la Iglesia de Roma, pero en España cuando se habla de religión hay que poner en primer lugar y con notable diferencia a la católica, por la sencilla razón de que sigue siendo la mayoritaria. A lo que iba. Ateos que viven estresadísimos porque viene el Papa y que montan campañitas anti-Benedicto cada vez que al Santo Padre le da por visitar este país. Aquí y en Barcelona tuvimos lo del 'Jo no t'espere' y ahora se anuncia en Madrid algo similar, o peor, un 'Vete a casa, Benedicto' por la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en la capital. Esto es lo que se llama progresismo y talante en estado puro, de alta calidad, el que piensa como yo es bien recibido pero al contrario, ni agua, que no entre, que no venga, y si viene, se le abuchea, se le insulta y si es necesario se le tira algo, que se lo merece, por facha, por catolicarra, por beato, por meapilas. El ateo militante se considera a sí mismo, habitualmente, un hombre instruido, culto, racional, leído, y por eso mismo desprecia al que declara profesar la religión católica. La católica, ¿eh?, porque de los musulmanes no tienen nada que decir, por muy ateos militantes que sean, ahí están bien calladitos, ¿será por incoherencia, será por miedo o será por las dos cosas?

El ateo militante, toda una especie de la jungla progre, vive perfectamente informado de lo que hace y prepara la Iglesia. Si usted sale hoy a la calle y pregunta a la salida de una misa dominical por la visita del papa en agosto, muchos no sabrán decirle nada, no tendrán ni idea de la Jornada de la Juventud que antes citaba. En Madrid, durante ese mes los católicos -los que puedan- se irán de vacaciones y no se preocuparán ni mucho ni poco por el sucesor de San Pedro. Que no se me enfade nadie, el católico-tipo es, somos, así, poco dados al sacrificio, para qué nos vamos a engañar. Sin embargo, el ateo militante está al día, sabe fechas, lugares, itinerarios, actos, preparativos, organizadores. Parece que viva para eso. Si tiene que quedarse sin veraneo para hacer ver de forma ostensible lo que le molesta Benedicto XVI, pues lo hace sin ningún tipo de problemas. Por supuesto, siempre hay una excusa, protestan porque hay dinero público, porque la visita papal genera un gasto a las administraciones, olvidando que se trata de un jefe de Estado al que hay que dar protección. O tal vez es que se trata de eso, de que no tenga nadie que le proteja.

Uno piensa si no sería más lógico que el que dice creer que Dios no existe viviera felizmente despreocupado por estas cuestiones religiosas, por el más allá, por los asuntos de los curas y las monjas que dicen ellos. Comprendo que durante el franquismo era diferente, porque entonces había una identificación entre el régimen y la iglesia, pero ahora, afortunadamente, vivimos en un Estado aconfesional, que no laicista, aunque algunos intenten evolucionar de lo primero a lo segundo. No es fácil entender a este ateo militante, no es sencillo comprender su obsesión enfermiza con el catolicismo. Y eso que de momento dejan fuera de sus campañas la prohibición de la Navidad, aunque todo se andará. Acabarán proponiendo que se celebre el solsticio de invierno y en un alarde de talante progresista pretenderán obligar a retirar no sólo los nacimientos sino también los adornos de las calles, los escaparates iluminados, las comidas y cenas familiares, los villancicos y la cabalgata de Reyes... Todo sea por la revolución atea. No creen en Dios pero viven pendientes de Dios. Qué pereza dan.

(vía lasprovincias.es)

Nota de Ateorizar: Varias cosas. Primero, no hemos visto a Hitchens o a Dawkins amedrentarse por los musulmanes. Los ateos (y sobre todo los militantes) tratan a todas las religiones de igual manera. Segundo, los ateos viviéramos felices y sin ser militantes si la religión no tratara de controlar nuestra vida. Cuando los religiosos dejen de hacer proselitismo en actividades oficiales del gobierno, cuando el gobierno deje de usar los fondos de los contribuyentes para promover una idea religiosa, cuando dejen que los homosexuales se casen, cuando dejen que las mujeres puedan hacerse abortos legalmente, cuando le permitan a las personas celebrar cumpleaños sin arrestarlos, cuando se deje de tratar a la mujer como objeto y se le den las libertades que todo el mundo debe de tener, cuando se deje de matar a las mujeres por ser violadas o por las infidelidades de sus esposos, cuando el papa deje de decirle a los que no tienen la educación sexual adecuada y los medios para sustentar sus familias que no usen condones, cuando la iglesia deje de proteger a miles de sacerdotes pedófilos y deje que sean procesados legalmente; en fin, cuando la iglesia deje tratar de controlar el mundo, los ateos dejaremos de ser militantes.  

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