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miércoles, 16 de marzo de 2011

La religión se ha desprendido de la vida cotidiana

La palabra “deber” está enterrada en estos momentos, señala el catedrático.

En una iglesia grande se puede perder el sentido de pertenencia, indicó. Foto: Archivo

San Pedro Garza García.- El crecimiento del grupo de personas que dicen no pertenecer a una religión se debe principalmente a que participar en alguna agrupación religiosa se ha convertido en una actividad opcional, consideró el teólogo Luis Eugenio Espinosa.

Explicó que la religión se ha desprendido de la vida cotidiana y ha pasado a ser una “tarea de fin de semana”, y puso como ejemplo a países europeos en los que tener una adscripción religiosa ha dejado de ser una forma de vida.

“Es un fenómeno que se le denomina postmodernidad y la postmodernidad duda de todas las instituciones y nos trajo un impacto muy fuerte en la libertad individual de pertenecer a una religión, esto parece restrictivo, me obligan a ir, me obligan a hacer”, agregó el también catedrático de la Universidad de Monterrey (UDEM).

Ese sentido de obligación que representa pertenecer a un grupo religioso, en el que se tiene que seguir un estilo de vida acorde a la fe que se practica, es lo que ha llevado en especial a muchos jóvenes a buscar una forma diferente de asociación que no implique contraer ciertos deberes.

Ante esta situación, dijo, los jóvenes prefieren la redes sociales, debido a que no imponen reglas, mismas que chocan con principios y deberes que se imparten en la Iglesia, pues “la palabra deber ahorita está muerta y enterrada, y las religiones funcionan en base a deberes”.

Por otra parte, Espinosa consideró que en el avance de grupos religiosos, los evangélicos tienen la ventaja sobre la Iglesia católica de ser grupos pequeños que fomentan la convivencia comunitaria en pequeño, a diferencia de la Iglesia católica, que por su tamaño, deja de atender al individuo.

“Ésa es la ventaja de las múltiples iglesias evangélicas, son de tamaño humano que hace que los miembros se conozcan, se apoyen, recen juntos, asisten a clases de preparación juntos; entonces esto genera un sentido de pertenencia más fuerte que es urgente en este mundo globalizado”.

Para el teólogo, el hecho de que algunos católicos dejen de lado su pertenencia a este grupo se debe a la existencia de dos corrientes: por un lado, las personas que se encuentran defraudadas por la Iglesia -que en su mayoría pasan a formar parte de las personas que se declaran sin religión-; y por otro lado, las personas que nunca se consideraron dentro de la Iglesia y manifestaban su pertenencia sólo por haber sido bautizados.

Añadió que el declive en el porcentaje de católicos fue a partir de los años 50, pero se acentuó al paso de las décadas el reconocimiento de que ser mexicano no necesariamente significaba ser católico.

“Una iglesia grande se dedicaba sólo al trabajo sacramental y no individual, y esto hace que el fiel pierda ese sentido de pertenencia”, dijo.

Destacó que algunos de los grupos cristianos no católicos tienen alta presencia en lugares de la República con altos índices de marginación pobreza y presencia de población indígena, como sucede en estados del sureste del país como Chiapas.

“Esto se da debido a que la conversión religiosa sirve para crear un vínculo más que me separe de un sistema que considero opresivo e injusto”.

El teólogo descartó por completo que los escándalos provocados por temas como la pederastia hayan sido un factor determinante en la salida de fieles, pues esta tendencia ya se había marcado desde hace 60 años, aunque se acentuó a principios del siglo XXI.

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(vía www.milenio.com)

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