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domingo, 5 de junio de 2011

Cinco afirmaciones ciertamente mejorables (4/5) Contestación a un integrista anti-ateo

MANUEL BARREDA

Cinco afirmaciones “miscatianas” ciertamente mejorables (IV)

Hoy abordaremos dos de ellas.

3.- EEUU se caracteriza por ser una sociedad vertebrada por la religión.

¿Coincide la población estadounidense por profesar un mismo credo? ¿Fueron fundados los EEUU como estado independiente en base a criterios religiosos? Nada más lejos de la realidad…

Los EEUU se independizaron sobre la base de una sociedad libre y laicista. La libertad religiosa está garantizada por el Estado. Los promotores de la lucha independentista (y Revolución Americana) eran librepensadores revolucionarios (liberales en su mayoría, en buena medida deístas o agnósticos, como los franceses en que se inspiraron).

Hay una diferencia con nuestra situación: nuestro Estado sólo es teóricamente aconfesional, pero prima de hecho una confesión. Los EEUU tienen prohibida la enseñanza confesional en los centros educativos.
Por el contrario, nuestra sociedad es abierta y tolerante en materia religiosa (con cierta excepción hacia los inmigrantes musulmanes, ya que hay barrios que quisieran prohibir las mezquitas), en tanto en los EEUU muchas personas penalizan o miran con desconfianza (sobre todo en las zonas rurales) a quien se presenta como no creyente (es costumbre que los vecinos pregunten por la propia confesión).

Casi conviene confesar profesar un credo extraño… Aquí, por fortuna, esto nos es completamente indiferente.

4.- Kepler, Copérnico, Galileo, Newton, Pascal, Faraday, Maxwell, todos cristianos devotos… -

¿De verdad hay alguien a quien le importe o que conozca las ideas religiosas (privadas) de cada uno de estos científicos? Conocemos su obra (que no es religiosa, sino científica), su tiempo (su “siglo”) y su nacionalidad.

Por lo demás, pueden ser morales o inmorales, creyentes en tal paraciencia o en tal rama del protestantismo (los católicos no pasan de dos, lo que algunos protestantes han argüido como prueba de su superioridad doctrinal o mentalidad abierta y democrática).

Nadie dice que el creyente sea peor científico ni que el científico haya de ser agnóstico o ateo. El hecho es que a partir del siglo XIX la proporción de científicos de alto nivel que cree (personalmente) en un Dios personal y creador va decreciendo significativamente.

Son cada vez más raros los científicos de élite creyentes (12% en EEUU en el último tercio del siglo XX; 7% en la última encuesta; 3,3% en la británica), y cada vez más los que relacionan las creencias religiosas con antiguallas míticas e infundadas (que no tienen por qué serlo, claro está: ¿quién sabe?, como nos diría Moisés) de las que los han liberado sus conocimientos científicos y mentalidad “depurada” por esta metodología.

Pero no siempre fue así, por un lado en el siglo XVII era un riesgo declarar en contra de los dogmas eclesiásticos en cualquier lugar en el que la Iglesia tuviera influencia*; por otro, faltaba por explicar demasiados enigmas sin solución que hacían hasta cierto punto creíble la posibilidad de un ente creador.
Después de Galileo esa influencia fue en declive y quedó restringida a unos pocos países (que quedaron atrasados en las ciencias que pudieran contradecir –según el criterio vigente, de interpretación textual- el Génesis); a partir de Darwin (tras Copérnico, Galileo y Kepler).

Pero Copérnico, Galileo y Kepler coinciden en ser científicos. Pudieron ser creyentes, pero no doblegaron su entendimiento para hacerlo acorde a sus prejuicios religiosos.

Fueron científicos que desarrollaron la cosmogonía moderna y coinciden en que su obra fue prohibida por un poder sectario que quiso prohibirla, ponerla en el índice, requisar y quemar todos los ejemplares existentes, junto con sus autores * si éstos no se retractaban ni estaban a salvo del brazo inquisitorial (por hallarse en un país protestante o por no haber tenido la previsión de publicar a título póstumo).

Kepler es el paradigma de científico que cambia toda su cosmogonía previa (órbitas perfectas, insertas en figuras geométricas perfectas que representan los cuerpos pitagóricos perfectos) por lo que los experimentos dan a entender (leyes del desplazamiento de los astros).

Galileo y Copérnico hicieron lo mismo. Y Newton, aunque ya en un contexto “libre” e inglés, en el que se podía permitir escribir más páginas sobre su cristianismo antitrinitario que sobre ciencia, aunque son éstas –independientes por completo de aquéllas- las que lo tornan notorio y un genio: el mayor científicos de todos los tiempos.

No sólo tendrá bastantes más problemas para conocer su pensamiento religioso (y herético: merecedor de hoguera), sino que personalmente era todo lo contrario de un hombre cristiano, ni siquiera “humano” (humanamente caritativo o misericordioso).
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* Giordano Bruno (un religioso dominico, filósofo, astrónomo y poeta) fue quemado por hacer afirmaciones “prohibidas” (en realidad, ninguna de ellas anti-religiosa, aunque fueron consideradas “anti-bíblicas”, como las de Copérnico, Galileo, Kepler y Darwin).
Según Asimov, su muerte tuvo un efecto disuasorio en el avance científico de la civilización, particularmente en las naciones católicas, pero a pesar de esto, sus observaciones científicas continuaron influenciando a otros pensadores, y se lo considera uno de los precursores de la Revolución científica.
También murió quemado en la hoguera por la Inquisición Giaccomo Savonarola, un dominico devenido en dictador puritano que instauró un régimen del terror en Florencia, incluyendo la delación de los padres (reacios a practicar sus proclamas y excesos por sus propios hijos).
Pero no fue por sus excesos represores por lo que murió quemado, sino por enfrentarse (criticarlo o darle ejemplo) al papa de turno.
Sus obras fueron quemadas con ellos.
(vía blogs.periodistadigital.com)

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