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miércoles, 31 de agosto de 2011

Fernando Vallejo

Ateo, irónico, polémico y controversial. Poseedor de una técnica literaria que muchos críticos y colegas han reconocido, se alzó este lunes con el premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El dinero del premio lo donará a alguna causa benéfica

A  pesar de haber confesado hace poco más de un año en una entrevista el desinterés que tiene por la literatura, es este arte el que hace al escritor colombiano Fernando Vallejo ganador del Premio de Literatura en lenguas Romances 2011 que otorga la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

"Éste es un premio importante por ser a las lenguas romances, yo no me lo esperaba, porque no soy un escritor que está detrás de los premios, creo que me queda grande como los otros que he recibido" manifestó el irreverente Vallejo.

El autor de controversiales obras como La Puta de Babilonia, La virgen de los sicarios y una decena de títulos más, recibirá el premio el 26 de noviembre durante la inauguración de la FIL 2011, el cual tiene una dotación económica de 150.000 dólares.

El ateo amante de los animales tiene pensado donar el dinero para la ejecución de alguna obra benéfica. “Seguramente destinaré el valor del premio a alguna causa noble”, afirmó.

De familia acomodada, Fernando Vallejo nació en Medellín, Colombia de joven estudió en colegios religiosos.  A los 24 años se trasladó a Roma a estudiar cine, y luego a Nueva York y a México, donde durante siete años estudió y siguió como un detective el itinerario vital y artístico del poeta colombiano modernista Porfirio Barba Jacob, un aventurero homosexual.

Su obra literaria se puede situar en aquella tradición contestataria antioqueña iconoclasta y rebelde, que incluye nombres como el propio Barba Jacob, Fernando González o Gonzalo Arango. Por su prosa vigorosa y áspera, original e independiente, sin límites de géneros, ideologías o creencias, se hizo merecedor de un puesto destacado en la narrativa colombiana contemporánea. Sus ataques directos contra la Iglesia, la burocracia o los políticos lo convirtieron en uno de los personajes más críticos del panorama literario iberoamericano.

La narrativa de Fernando Vallejo parece haber surgido de la violencia colombiana, casi en oposición al "realismo mágico" de su compatriota Gabriel García Márquez. La homosexualidad, los espacios maleables y marginales, la rutina violenta y la rapidez con que vincula el presente y el pasado en un solo tejido narrativo, crean esa atmósfera violenta, injuriosa y lírica que caracteriza la obra de Vallejo. También es conocido por sus insultos a Colombia o sus paradójicas reacciones ante los premios y apariciones sociales.

Su obra central es la serie autobiográfica El río del tiempo, de que ya ha publicado seis volúmenes, Los días azules (1958, recuerdos de su infancia), El fuego secreto (1987, episodios del adolescente irreverente que curiosea en los barrios bajos de Medellín y Bogotá), Los caminos a Roma (1988), Años de indulgencia (1989, recorridos por Europa y Nueva York), El Mensajero (1991, biografía de Porfirio Barba Jacob) y Entre fantasmas (1993, años de residencia en México).

Entre sus novelas destaca La virgen de los sicarios, publicada en 1994 y llevada al cine por Barbet Schroeder en el año 2000, que narra el mundo sórdido y violento del narcotráfico en Medellín, y que constituye a la vez una feroz crítica social y una crónica urbana y de los bajos fondos. En 2003 Fernando Vallejo recibió el prestigioso premio Rómulo Gallegos por su novela El desbarrancadero (2001), que narra el regreso de un hombre (el propio autor) a Medellín, donde su hermano, enfermo de sida aunque lúcido en su discurso, se halla a las puertas de la muerte.

Atraído por el cine, escribió además los guiones de películas que él mismo dirigió: Crónica Roja (1977) y En la tormenta (1980), ambas sobre la violencia en Colombia, a las que seguiría en 1983 Barrio de campeones. En el 2007 recibe la nacionalidad mexicana y renuncia con repugnancia a su nacionalidad de origen, actitud que generó críticas de muchos colombianos que se sintieron ofendidos con las palabras de Vallejo. "Esa mala patria de Colombia ya no es la mía y no quiero volver a saber de ella. Lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir".

Mediante un documento Fernando Vallejo enumera una serie de episodios vinculados a su carrera literaria y a sus experiencias cinematográficas que le hicieron entender que sus vínculos con Colombia se iban borrando paulatinamente. El más reciente de estos episodios está relacionado con el texto que sobre religión publicó en la revista SoHo: "Eso dizque era un agravio a la religión y me demandaron", dice el escritor. "¡Agravios a la religión en el país de la impunidad! En que los asesinos y genocidas andan libres por las calles, como es el caso de los paramilitares, con la bendición de su cómplice el sin vergüenza de Álvaro Uribe que han reelegido en la presidencia. Desde niño sabía que Colombia era un país asesino, el más asesino de la tierra, encabezando año tras año, imbatible, las estadísticas de la infamia. Después, por experiencia propia, fui entendiendo que además de asesino era atropellador y mezquino".

(vía talcualdigital.com)

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