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sábado, 22 de octubre de 2011

«La ciencia relegará a la religión en el terreno de la moral y de la ética»

Presidente de The Royal Society. Es un experto en recoger premios. Tras recibir el Nobel del año 2001 por su contribución a la investigación biomédica, aplaude ahora el Príncipe de Asturias porque le ayuda a divulgar

Paul Nurse, en el patio interior del Hotel de la Reconquista. ARMANDO ÁLVAREZ

Paul Nurse, en el patio interior del Hotel de la Reconquista. ARMANDO ÁLVAREZ

SUSANA D. MACHARGO / OVIEDO

Se define como optimista, agnóstico puro y vitalista y, al menos, esas son también las cualidades que irradia. Paul Nurse, Nobel de Medicina en el año 2001, es además la mejor tarjeta de presentación para la ciencia. Un hombre divertido, ameno, que sabe traducir la investigación a términos comprensibles para los profanos y convertirla en algo atractivo.

Una de las funciones de The Royal Society es impulsar la ciencia. ¿Qué criterios se deben seguir a la hora de seleccionar las investigaciones que merece la pena promover?

Lo primero es analizar la palabra promover. Debemos promover lo que genere conocimiento y eso abarca todos los aspectos. Pero si usted se refiere a promover en el sentido económico, la respuesta es sencilla: hay que promover la ciencia de la máxima calidad. De hecho, hay pocos científicos que podamos decir que tengan la máxima eficiencia y calidad. Hay que identificarlos y brindarles el apoyo que necesitan, para que puedan sacar el máximo provecho a su trabajo, para que sean lo más creativos posibles. Lo mismo sucede cuando hablamos de traducir la ciencia en conocimiento, en un bien para la sociedad, para lograr el desarrollo económico. En todos estos aspectos nuestra guía debe ser siempre la máxima calidad.

¿Pero cómo podemos explicar a una persona con una patología incurable que las investigaciones sobre su enfermedad reciben quizá menos fondos que un proyecto de astrofísica sobre el universo?

Durante muchos años dirigí uno de los centros internacionales de tratamiento del cáncer más importante del mundo y, por tanto, tuve un trato muy directo con los pacientes y con sus familias. Y los pacientes entienden que realmente hay que abarcar un campo muy amplio del conocimiento, que hay que dedicarse también a la ciencia básica porque en el futuro puede dar lugar a desarrollo. Se refiere en su pregunta a la astrofísica... Nunca se sabe qué aplicaciones interesantes pueden surgir de forma inesperada de una investigación muy básica. Es muy difícil predecirlo. Esa una lección aprendida de la historia. Además, está todo lo que las investigaciones aportan a la cultura, lo que nos ayuda a comprender nuestra civilización. Los pacientes lo entienden.

Usted ha dicho que internet «es un arma de doble filo» para la divulgación científica, por la gran cantidad de fuentes poco fiables, ¿cómo puede un profano saber qué es verdad?, ¿cómo puede seleccionar las fuentes más fiables?

Es una pregunta importante. Creo que los científicos tienen que tener una visión completa de los cambios que han sufrido los medios de comunicación y su importancia y buscar una solución para internet. Un enfoque útil puede ser que las organizaciones como The Royal Society identifiquen los enlaces fiables que puedan tener información sobre ciencia. En campos como la biomedicina hay webs de organizaciones e investigadores excelentes, con una muy buena información y diversos enfoques de un mismo tema. Creo que tenemos que trabajar con más ahínco en este tipo de colaboraciones para mostrarle a la sociedad cuál es la información fiable.

Otra de las funciones de la organización que preside es asesorar a líderes y a gobiernos. ¿Le hacen caso?

Nosotros hacemos un asesoramiento público o privado, en función de los que nos pidan. The Royal Society realiza muchos asesoramientos políticos, de calado, cuando hay que adoptar decisiones políticas en las que tiene importancia la ciencia y la sociedad. Muchas tienen que ver con aspectos delicados, que abren debates públicos. Pero, sobre todo, quiero recalcar la independencia política de The Royal Society y de la ciencia.

Ese es un aspecto que recalca constantemente desde que llegó a Asturias. ¿A qué se debe esa insistencia? ¿Está habiendo algún tipo de injerencia?

Lo recalco porque somos conscientes de los peligros que acarrea mezclar la política o la ideología con la ciencia, por ejemplo, los peligros en temas tan sensibles como el cambio climático o las células madre. Se debe confiar en la ciencia por encima de los temas políticos e ideológicos.

¿También porque en muchas ocasiones coartan la investigación?

En la medida de lo posible la ciencia debe ser lo primero y lo que se extraiga de ese debate someterlo después a la interpretación de las cuestiones políticas e ideológicas. Por eso es tan importante que instituciones como The Royal Society tengan independencia política. El segundo motivo de mi insistencia deriva de la credibilidad. The Royal Society es líder entre las academias, sobre todo, por la singularidad de su independencia, porque puede abordar todo tipo de temas complicados y así poder influir en políticos de todos los países.

Durante el encuentro científico que mantuvo en la Universidad habló de la espiritualidad de la ciencia. ¿Cuál es esa visión suya tan integradora de la ciencia? ¿Cree en dios o un ser superior o es algo que choca con su interpretación?

Mi visión de la ciencia es que forma parte integral de la cultura de la humanidad. La ciencia es una auténtica revolución que siempre rompe las visiones tradicionales acerca del mundo material y de los seres humanos. Esto ha dado lugar a conflictos entre la ciencia y las creencias religiosas e ideológicas. Aquí tenemos que fiarnos de nuestro máximo respeto a la observación, a la experimentación y a la organización coherente de los datos. Conviene recordar que la ciencia se basa en un método fiable para generar conocimiento. En algunos campos como el origen del universo o de la vida y en la evolución de las especies, la ciencia ha planteado dos visiones que la gente, en general, acepta. A lo largo de los siglos vemos ajustes entre la información de la ciencia y de la religión. Hace 500 años el pensamiento religioso se integraba hasta en la interpretación del mundo natural, como en el debate de si el sol gira alrededor de la tierra o la tierra alrededor del sol. Con el tiempo la religión se apartó de esos campos. Donde todavía contribuye de fondo singular es en la moral y la ética, aunque creo que la ciencia también la relegará y tendrá un papel fundamental en ese terreno, porque logrará una mayor comprensión de los seres humanos, de su neurobiología y de su genética. En cuanto a mi opinión personal, soy un agnóstico escéptico. Creo que es imposible delimitar la existencia o no de un dios. Me parece algo improbable.

(vía lavozdeasturias.es)

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