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sábado, 15 de octubre de 2011

Religiones y Estado

Hoy se debate sobre el papel de las religiones y la construcción de la sociedad. Se confunde "laicidad" del Estado con "laicismo". La laicidad manifiesta el mutuo respeto entre las confesiones religiosas y los poderes del Estado. El laicismo, por el contrario, significa una hostilidad o indiferencia contra la religión.

La laicidad del Estado se fundamenta en la distinción entre los planos de lo secular y de lo religioso, respetando la mutua autonomía de todos. Por tanto, la laicidad no es el laicismo. La laicidad no debe equivaler a hostilidad o indiferencia contra la religión. Practicar y expresar la religión en todos los ámbitos es un derecho constitucional en conformidad a la libertad de conciencia. Así, al hablar de laicidad en su sentido excluyente y equívoco se expresa una visión a-religiosa de la vida en el pensamiento, la ciencia, la ética y la política. Es decir, una visión en la que no hay lugar para Dios.

De este modo se pueden comprender los problemas que conlleva un término como laicidad, que parece haberse convertido en el emblema fundamental de la posmodernidad, en especial de la democracia moderna. Así, vivimos en un período admirable por los progresos que la humanidad ha realizado en el derecho, la cultura, las comunicaciones, la ciencia y la tecnología. Pero al mismo tiempo algunos intentan excluir a Dios de todos los ámbitos de la vida en sociedad. En conclusión, la "laicidad" del Estado no debe confundirse con el "laicismo" que es incompatible con la libertad religiosa. La laicidad no es el laicismo. Por tanto, se debe permitir a los cristianos hablar en público y expresar sus convicciones durante los debates democráticos.

Pbro. Francisco Javier Astaburuaga O
Doctor en Derecho Canónico

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