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viernes, 17 de febrero de 2012

Anticonceptivos en EEUU: un delicado equilibrio entre derechos y religión

Beatriz Barral, Nueva York (EEUU)

La Casa Blanca ha modificado la ley que obligaba a las instituciones religiosas a suministrar anticonceptivos a sus empleados.

Lo que los sacerdotes católicos consideran “la rueda del diablo”.

En un país de profundas convicciones religiosas, sin cobertura médica universal y que vive en época electoral, los anticonceptivos se han colado en el debate político y social, hasta ahora dominado por la economía.
Ante la presión de la Iglesia católica y las críticas de los republicanos, el Gobierno de EEUU ha modificado la ley que obligaba a las instituciones religiosas a suministrar anticonceptivos a sus empleados.
La reforma sanitaria de Obama incluye la obligación de cubrir el coste de los medicamentos anticonceptivos, considerados tratamientos preventivos, en los seguros médicos que las empresas pagan a sus trabajadores. Más de la mitad de las mujeres entre 18 y 34 años tienen problemas para pagarlos, según los datos del Ejecutivo.
La polémica estalló el pasado 20 de enero, cuando la Casa Blanca anunció que las instituciones católicas, como hospitales, colegios y universidades, también estaban obligadas a incluirlos.
La Iglesia católica lo vio como un ataque a la libertad religiosa y exigió que no se les obligara a actuar en contra de sus creencias. “Forzar a los ciudadanos estadounidenses a escoger entre violar su conciencia o renunciar a su seguro de salud es injusto”, dijo el presidente de la Conferencia Episcopal norteamericana, el cardenal Timothy Dolan.
Aunque 28 estados ya tienen en vigor normativas idénticas, los republicanos no tardaron en convertirlo en un asunto electoral y criticaron al Gobierno por querer ejercer un excesivo control sobre las vidas de los ciudadanos.
Libertad religiosa
“Esto no es sobre anticonceptivos, esto es sobre libertad económica, libertad de expresión, libertad religiosa, es sobre el control del Gobierno sobre nuestras vidas”, dijo Rick Santorum. “Hay que pararlo”.
“Una mayoría de católicos, un 58 por ciento, están de acuerdo con que los empleadores deben proveer a sus trabajadores un seguro de salud que incluya los anticonceptivos de forma gratuita. Pero hay más división sobre si las instituciones religiosas deben estar exentas”, explica Daniel Cox, del Instituto Público de Investigaciones Religiosas (PRRI, en sus siglas en inglés).
Para evitar la polémica, Obama anunció el viernes pasado un camino intermedio: las empresas católicas no tendrán que ofrecer directamente en sus planes de salud los anticonceptivos, ni pagar por ellos. A cambio, serán las aseguradoras las que tendrán que incluirlos y proveerlos gratis.
“La libertad religiosa se protege, pero las mujeres tendrán acceso a anticonceptivos sin importar donde trabajen”, dijo Obama, que aseguró que “como ciudadano y como cristiano” comprendía la preocupación que ha generado el asunto.
División entre católicos
La Iglesia católica sigue considerando “inaceptable” la nueva fórmula y señalan que las aseguradoras católicas no estarán exentas de esta obligación. Algunos analistas apuntan a que la solución de compromiso presentada por Obama no se dirige a los obispos, sino a los grupos católicos aliados de la Casa Blanca.
En particular, la Administración Obama se puso en contacto con la hermana Carol Keehan, presidenta de la Asociación Católica de la Salud (CHA), que agrupa a más de 600 hospitales católicos y apoya la reforma sanitaria de Obama. Keehan dio su visto bueno a la modificación a través de un comunicado.
“Estamos satisfechos y agradecidos porque la libertad religiosa y la protección de las necesidades de conciencia de tantos ministerios que sirven a nuestro país se han tomado en cuenta lo suficiente para llegar a una solución temprana de este asunto”, dijo.
Derecho a la salud
Los grupos que promueven que los servicios de salud reproductiva universales han reaccionado positivamente. “Creemos que el mecanismo no compromete la habilidad de una mujer de acceder a los beneficios de planificación familiar”, asegura la presidenta de Planned Parenthood (Paternidad Planeada), Cecile Richars.
“Sin embargo, estaremos vigilantes para que la Administración y las instituciones responsables apliquen la norma de forma rigurosa, justa y consistente, y que no comprometa los principios esenciales de acceso al tratamiento”, añade.
En algunos de estados, como Nueva York, las instituciones católicas que se oponen a los anticonceptivos como forma de prevenir embarazos, sólo los facilitan por razones médicas.
Sin embargo, algunos estudiantes de universidades católicas han denunciado que no pueden acceder a la píldora aunque sea para tratar condiciones médicas.
En la Universidad de Fordham, en Nueva York, gestionada por jesuitas, los estudiantes de Derecho pusieron en marcha una clínica con doctores voluntarios para ayudar a las estudiantes que tenían problemas en conseguir anticonceptivos con sus seguros de salud.
El lugar donde una mujer estudia o trabaja no debería determinar el acceso a los anticonceptivos, somos perfectamente capaces de tomar esa decisión por nosotras mismas y la ley debe apoyarnos”, aseguró Keely Monroe, estudiante de Fordham, en una rueda de prensa organizada por la asociación Estudiantes Católicos por la Salud de las Mujeres el pasado jueves en Washington.
Los estudiantes citaron el caso de una recién licenciada en Georgetown a la que le recetaron la píldora para tratar un síndrome de ovario poliquístico. Aunque la chica era lesbiana y no buscaba la píldora como anticonceptivo, se le denegó la cobertura en la universidad y tuvo que pagar de su bolsillo más de 100 dólares al mes.
Después de unos meses no pudo costearlo y desarrolló un quiste que hizo que le extirparan un ovario, aseguran.
Repercusión electoral
Lo que era un debate sanitario, ha pasado a ocupar titulares de periódicos y mensajes políticos. Obama ha preferido evitar un conflicto que podría tener graves repercusiones electorales. Los votantes de católicos son una cuarta parte del electorado. En 2008, el 54 por ciento votaron por Obama.
“La mayoría de estadounidenses no son votantes de un solo asunto: no se preocupan sólo por la religión o la inmigración, y la economía será determinante en estas elecciones", explica Cox, del Instituto Público de Investigaciones Religiosas. "Pero es un tema de libertad religiosa para mucha gente y los estadounidenses tienen sentimientos muy fuertes y apasionados sobre este tema. A la mayoría de los estadounidenses les gustaría que se alcanzara un compromiso”.
Las encuestas revelan que no es un debate presente en la sociedad. Cerca del 98 por ciento de las estadounidenses católicas usan anticonceptivos. Y sólo un 10 por ciento de los católicos cree que la Iglesia debería tener la última palabra en cuanto al uso de anticonceptivos.

(vía noticias.lainformacion.com)

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