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sábado, 8 de diciembre de 2012

“El único limite a la critica de la religión es la grosería y la ideología partidista”

P. Soto-Rabat

El periodista franco-argentino Jean-Pierre Tailleur (en la foto) asegura que en Francia, “fuera de París, sigue dominando ese mal periodismo practicado por grupos de prensa local que no saben poner sus contenidos en tela de juicio”.

Jean-Pierre Tailleur es periodista. Nació en Buenos Aires en 1961. Estudió en la Escuela de Management de Lyon (“Supdeco Lyon”). Después, inició  su carrera profesional en el banco Société Générale, en Francia y en los Estados Unidos, antes de seguir su verdadera vocación, el periodismo. Tras estudiar en la prestigiosa Columbia Graduate School of Journalism de Nueva York, trabajó para la prensa francesa principalmente, en periódicos y revistas como L’Usine nouvelle, Le Monde diplomatique y La Dépêche du Midi (Toulouse). Pero también colaboró con medios españoles como El País. Al principio de este siglo se dedicó a evaluar la calidad de los diarios galos, comparándolos con los españoles, en su ensayo “Bévues de presse”, y también ejerció la enseñanza del periodismo. Su libro fue muy polémico en Francia y muchos medios llevaron a cabo una censura implacable contra las ideas y propuestas del polémico Tailleur, un periodista incómodo que no tiene pelos en la lengua y no suele ser políticamente correcto. En esta entrevista con Correo Diplomático, Tailleur desgrana las miserias del periodismo en Fancia y otras cuestiones.

- Pregunta: Hace unos años publicó un libro en Francia, ‘Bévues de presse’ (Errores de prensa). Tengo entendido que usted tuvo muchos problemas para publicar su trabajo y los medios franceses, en general, le criticaron y le censuraron. ¿Por qué motivos el periodismo escrito en Francia es muchas veces de mala calidad y tan sectario ideológicamente?

- Respuesta: “ Si, mi ensayo ‘Bévues de presse’ – lo cual significa ‘errores de prensa’, en castellano, y corresponde a un juego de palabras con ‘revue de presse’- fue boicoteado tanto por los medios como por los que enseñan periodismo en Francia. Esto es muy curioso, porque este libro es el resultado de un trabajo esencialmente empírico, mucho más artesanal que político. Se trata de una crítica a la falta de profesionalidad en los diarios franceses, basada sobre varios casos de manual que descubrí, o  conocía  y desarrollé. BDP, como suelo llamar mi libro, porque hubiera preferido otro título, está lleno de lecciones para profesores o analistas de la prensa. Pero en su gran mayoría esos señores prefieren el enfoque habitual, que consiste en presentar el “mal periodismo” (traducción del neologismo “maljournalisme”) como culpa de los accionistas de los medios, de las malas condiciones económicas, o de las fuentes periodísticas en las redacciones. En la prensa escrita, en particular, hay una impunidad total, y esto lo  demostré a través de una multitud de casos. El 99% de los redactores encargados de cubrir los medios franceses tampoco dieron a conocer este trabajo. Mis observaciones, basadas igualmente sobre datos comparativos con la prensa española,  juegan a favor de la prensa española. Tal vez, lo que me dolió más, fue la actitud del responsable del servicio en español de la Agence France Presse. Uno de sus colaboradores escribió una nota sobre BDP, pero decidió censurarla. La AFP fue incapaz de  aprovechar la oportunidad de dar conocer un ensayo que, por una vez, se refiere a España como modelo periodístico y democrático para Francia, y no lo contrario. Es un comportamiento patéticamente corporativista. Después de padecer varios casos de esta índole, contacté con Reporteros sin Fronteras (RSF), la ONG que defiende la libertad de la prensa y los periodistas perseguidos en el mundo. Su fundador y entonces presidente, Robert Ménard, fue honesto conmigo, aunque su explicación fuera lamentable. Había oído hablar de la censura de una nota sobre BDP por el diario católico La Croix. Pero Ménard me confesó que ‘como RSF necesita el apoyo de los medios franceses para sus campañas, no puedo criticarlos’. Dicho en otros términos, si me permite un argentinismo, en Francia se necesita más pelotas para criticar Le Canard Enchaîné o Le Figaro que para quejarse de la persecución de los periodistas en Rusia o en  el Congo”.

- P: ¿La situación ha cambiado desde que usted publicó su ensayo?

- R: “De ninguna manera, es lo que pude comprobar a principios del 2012 cuando se cumplieron diez años de su publicación. En 2010, hasta hice una nueva investigación sobre el “maljournalisme” en Francia, para un libro de la Universidad de Elche, en España. Pude comprobar que la prensa regional francesa, por ejemplo, es tan mediocre como antes, y que los analistas de la prensa siguen ignorando los temas centrales que planteé. He notado que algunos diarios, como La Provence en Marsella, han mejorado su diseño, pero fuera de París, sigue dominando ese mal periodismo practicado por grupos de prensa local que no saben poner sus contenidos en tela de juicio”.

- P: Cuando publicó su polémico libro, usted aseguró que la prensa anglosajona o española tiene más calidad que la francesa. ¿Por qué?

- R: “Ojo con no generalizar. Digamos que he notado que en ciertas prácticas, en ciertas redacciones comparables, la prensa francesa podría mejorar inspirándose de lo que se hace del otro lado de los Pirineos o del Atlántico. He comparado, por ejemplo, un matutino como Le Progrés de Lyon, la segunda o tercera metrópoli de Francia, con periódicos de ciudades menores como Murcia o Girona. Pues bien, es como comparar un periódico de un país del Tercer Mundo con un gran diario anglosajón… Es indigno de  Francia, donde muchos ciudadanos creen que su modelo democrático es válido para el resto del mundo, y en particular para España,  que padeció varias décadas de dictadura. En cuanto al modelo periodístico anglosajón, considero que sus actores son más honestos cuando cometen errores”.

- P: La crisis económica llegó y arrasó muchas redacciones. En un país como España, miles de periodistas se han quedado sin trabajo, los medios se han vuelto más sectarios y la calidad periodística ha bajado. La situación no es mejor en otros países occidentales. ¿La prensa generalista está condenada a morir?

- R: “Este desastre se observa en todos los países desarrollados. Mire lo que está pasando en los Estados Unidos con la desaparición de Newsweek en versión impresa. Soy bastante pesimista, no veo modelo económico para la prensa generalista, y mucho menos en un mundo donde se favorece el ombliguismo y el cretinismo. Es un mundo donde sólo algunos cantantes, películas, autores, artistas tienen acceso a los medios. Del mismo modo que la educación se financia en gran parte indirectamente con los impuestos, tal vez habrá que encontrar formas comparables para pagar los salarios de los periodistas. Sueño, a veces, que en cada país un millonario que ha ganado a la lotería se dedica a la compra o la creación de un diario sociopolítico y sin fines de lucro… Si esos millonarios fueran menos tontos, encontrarían más placer en eso que en comprarse un Ferrari y varias casas”

- P: ¿Cuáles son las principales críticas que haría en estos momentos a los medios franceses?.

- R: “Me limito a dos: su incapacidad a reconocer sus errores únicamente debido a su falta de profesionalidad y su deshonestidad en no querer debatir sobre trabajos como BDP”.

- P: Es usted muy duro con un periódico como Le Canard enchaîné. ¿Mantiene que no es un periódico de investigación?

- R: “Digamos que es un medio de “revelación”.  Es una vergüenza que muchos, en Francia, lo tomen como modelo periodístico, sabiendo que se maneja más como un buzón que como una fuente de información que investiga sus denuncias. Un buzón para políticos, abogados, jueces, columnistas que quieren hablar mal de sus adversarios, y que en su gran mayoría se mueven en un mundillo limitado a unos barrios de Paris”.

-P: ¿Y qué piensa de medios que tienen tanto prestigio internacional como Le Nouvel Observateur, Le Monde, Libération, Le Figaro…?

- R: “Hacen, en general, un trabajo honorable, aunque en BDP le reproché al semanario Marianne, en particular, de hacer periodismo poco riguroso, conceptual más que de terreno. El problema, más allá de publicar informaciones falsas de vez en cuando, es que esos medios esconden algunas realidades políticamente incorrectas de la sociedad francesa, y nadie lo discute. Ni siquiera en los ensayos críticos sobre el periodismo. ¡ Es el colmo! Resulta que los editores y los autores de dichos libros salen del mismo mundillo parisino”.

-P: ¿La prensa de derecha es peor que la de izquierda o viceversa?

- R: “Soy incapaz de contestar  a esta pregunta, pero me atrevo a hacerlo igual: pienso que no. De todos modos, creo que no debe ser el enfoque principal de la crítica al periodismo. Antes de reprocharles a los diarios de poner demasiado sal o azúcar, hay que denunciar a los que venden comida caducada, porque utilizan demasiado a menudo ingredientes malos (informaciones y fuentes poco fiables, por ejemplo) y tratan los temas con poco rigor. Eso pasó últimamente con Le Nouvel Observateur, cuando quiso hacer mucho ruido con una portada dedicada a un estudio dudoso sobre el peligro del maíz transgénico”.

- ¿Piensa que un medio puede parodiar al profeta del islam o de otras religiones y ser muy crítico con los fundamentos religiosos? ¿Hay que poner límites a la crítica y a la parodia?

- R: “Si un medio satírico ridiculiza el catolicismo, no veo por qué no se puede ridiculizr el islam. Para mi el único limite a la critica de la religión es la grosería y la ideología partidista”.

- P: Libertad absoluta significa que nos podemos burlar de los campos de concentración nazis donde murieron millones de judíos…

- R: “Es lo que hizo Roberto Benigni con su película humorística La vita è bella, premiada con varios Óscar y por el Festival de Cannes. Eso no me chocó, otras cosas me molestan más. Por ejemplo, hay que condenar el discurso de los que comparan los crímenes nazis con  la actuación del Ejército israelí en represalia por las bombas disparadas desde la Franja de Gaza. Es un insulto a la memoria de las victimas del nazismo, que fue la masacre más industrializada de la historia.

- P: Dígame, por favor, si le parece adecuado el tratamiento que dan los medios franceses al conflicto palestino-israelí?

- R: “Tienden a tomar partido por los que son considerados como victimas, por tener posturas morales o por ser los más débiles militarmente hablando. Eso pasa con los palestinos desde los años sesenta, cuando el país hebreo mostró – con la Guerra de los Seis Días, en particular – que era una potencia con capacidad de defenderse y de contra-atacar. Hay un caso de manual todavía no resuelto, y está relacionado a un hecho ocurrido en la Franja de Gaza al principio de la Segunda Intifada, en septiembre de 2000. Se trata del supuesto asesinato por el Ejercito israelí del joven Muhammad al-Durrah, filmado por un cámara  de France 2. Fue comprobado luego que el primer canal televisivo público francés había cortado unos segundos en donde el niño de 12 años parece vivo después del tiroteo presentado como letal. El problema es que France 2 no aceptó que se debatiera sobre el tema. Dicho esto, tampoco estoy de acuerdo con ciertos activistas de la comunidad judía, que se creen específicamente discriminados por los medios franceses. Esa actitud,de meterte en la piel de una supuesta victima, la he visto en otros pagos, aunque no sea con temáticas exactamente comparables. Por ejemplo, con la forma de cubrir la herencia del franquismo en España. La mayoría de los periodistas se colocan en el bando  republicano, es una reacción pavloviana. Lo mismo ocurre con Chile, donde hay una  incapacidad por reconocer los aspectos negativos de la presidencia de Allende,  lo cual podría explicar el apoyo a Pinochet que dan muchos  chilenos todavía. El maniqueísmo partidario impide a muchos periodistas entender la realidad, que suele ser compleja.

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