Héctor Palacio @NietzscheAristo
Lo cierto es que El Papa continúa practicando el extraño rito de la iglesia, come ostia-carne y bebe vino-sangre. Ejerce el rito del poder cristiano que comparte desde el Vaticano con la política mundana.
Broma, ironía o ingenuidad, la sentencia del pasado diciembre de Mario Bergolio -llamado Papa Francisco-, que ha generado revuelo entre los círculos cristianos en el sentido de que “Incluso los ateos reconocen lo divino” (“Third Vatican Council”, Diversity Chronicle, 05-12-13), va directo al cesto de la mentira.
Entusiasmado en el candor o la argucia de bondad religiosa, el discurso del nuevo Papa desdeña las centurias de oscurantismo, daños, violencia sangre y muerte que la iglesia católica ha infligido a la humanidad. Minimiza el presente de corrupción de los servidores de la iglesia y dios, los curas, y en la búsqueda de ajustar la oratoria católica a los nuevos tiempos, plantea un catolicismo judeocristiano moderno tolerante y razonable en el que dios ya no es severo y castigador, el infierno es una metáfora y ya no hay fuego, Adán y Eva son meras figuras literarias y la biblia contiene pasajes tanto anticuados como falsos. Todo, con tal de retener, reconquistar y, si posible, ganar algunas “almas”.
Lo cierto es que El Papa continúa practicando el extraño rito de la iglesia, come ostia-carne y bebe vino-sangre. Ejerce el rito del poder cristiano que comparte desde el Vaticano con la política mundana.
Y continúa la argucia de Bergoglio: “A través de actos de amor y caridad el ateo reconoce a Dios como bueno, y redime su alma, convirtiéndose en un participante activo en la redención de la humanidad.”. Interpretación del acto humanitario que no es más que una intención performativa, es decir, que se crea como “realidad” al momento de enunciarse. Pregonar que un ateo al poseer un sentido humano o realizar un mínimo acto humanitario reconoce lo divino y con ello la idea de dios y a dios mismo, no es sino una patraña que pretende institucionalizar y ganar para sí lo ajeno.
Si se considera la crítica de Michel Onfray, Bergoglio podría tener una pizca de razón, ciertos ateos, involuntariamente, validan “lo divino”. Se trata de ateos cristianos quienes dicen “dios no existe” pero que comparten valores comunes con los súbditos del dios judío. Desconocen a dios sin desconocer su ideología y su historial.
Sin embargo, el programa del verdadero ateo, el ateísmo ateo, la ética postcristiana, laica, escapa a la visión de Bergoglio y sus seguidores. Se trata de un trazo histórico que va del paganismo al monoteísmo (los tres, cristiano, judío, islámico) y arriba al mundo sin dios. Un mundo “a favor de los hombres, para ellos y por ellos” (Onfray cita a Deleuze y su “ateísmo tranquilo”, el cual deja de lado la ya inútil negación y la lucha contra dios y avanza hacia un método dinámico, una proposición positiva poscristiana). El “Paraíso” no estará más allá sino más acá, cuando se acaben al fin los dioses. ¿Cuánto tomará?
Andan diciendo los medios que las palabras de tolerancia de Bergoglio conmueven al mundo. Hay que decir que se trata de un nuevo engaño, un nuevo truco; el del dios bondadoso con una cohorte de representantes terrestres también bondadosos que sacan partido de la debilidad del pensamiento domesticado, formateado de nacimiento, y del espíritu que por miedo a la mortalidad se abraza a la fantástica idea de dios.
(vía sdpnoticias.com)
Nota de Ateorizar: La noticia del Concilio Vaticano tercero no es cierta y la discutimos en el podcast #104:
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