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jueves, 8 de enero de 2015

El fin de la religión (como la conocemos) 1/2

Si la religión tiene algún futuro, debe ser en el ámbito de la cultura, la filosofía, el desarrollo humano o la psicología, aunque con un enfoque quizá más profundo y experiencial.

 

por Héctor Diego Medina Basáve

Durante estas vacaciones tuve la oportunidad de ver el documental The Unbelievers (Los no creyentes), en el que el científico británico y teórico evolutivo Richard Dawkins y el doctor en física teórica Lawrence Krauss recorren el mundo con un mensaje controvertido pero muy sano e importante para nuestros tiempos: cuestionemos todo, sobre todo lo que nos dicen las religiones. 

Y es que por mucho tiempo la religión ha sido un tema tabú en casi todo el mundo, y sorprende que personas que normalmente son escépticas y empíricas en otros campos, resulta que cuando se trata de asuntos religiosos, se convierten en meros receptáculos de dogmas y conceptos mágicos, que en muchos casos ya han sido tajantemente rechazados por la ciencia, y en otros simplemente no existe una explicación lógica que pudiera dar argumentos suficientes para “creer”. Si parte de los objetivos de la religión es encontrarle un sentido a esta vida, y entender nuestro lugar en el universo, entonces hay muchas áreas en donde la razón, a través de la ciencia, nos puede dar más y mejores respuestas.

Es cierto, en estas páginas he defendido a la religión y la espiritualidad en general como métodos muy poderosos para ayudarnos a ser mejores personas, y para lograr vivir mejor en comunidad y en paz. También he dicho que el activismo ateo puede ser tan dañino como el religioso, cuando se convierte en fundamentalista, y que en cierta forma, cuando lo importante es la experiencia, la religión y la espiritualidad son muy necesarias en este mundo. Lo sostengo. 

Pero también es verdad que en un futuro no muy lejano las religiones no pueden seguir siendo lo que son ahora. No hay cabida ya para eso. Las estructuras deben cambiar, los conceptos tendrían que ser mucho más transparentes y las explicaciones del universo deben dejárselas a la ciencia. No sé si sea necesario cambiar el nombre “religión”, pero al menos sí la percepción que se tiene de ella.

Si la religión tiene algún futuro, debe ser en el ámbito de la cultura, la filosofía, el desarrollo humano o la psicología, aunque con un enfoque quizá más profundo y experiencial, y con el elemento comunitario, claro. Como dice el filósofo ateo Alain de Botton, las razones por las cuales se creó la religión van a seguir ahí, sin duda. Pero los contenidos y los escritos que utilizan las instituciones religiosas deben adaptarse. Es por ello que todas las escrituras deben considerarse e interpretarse según su contexto literario e histórico, y no como leyes, mandatos o verdades absolutas. Tendrá que quedar claro, por ejemplo, que Adán y Eva no existieron, ni mucho menos la víbora parlante, pero que ese pasaje se puede utilizar como una metáfora de los inicios, los orígenes o las tentaciones humanas, que para algunos tendrá cierto sentido de la misma manera que para otros lo pudiera tener El Quijote de la Mancha.

APUNTE RELIGARE. El pastor cristiano Ryan Bell hizo un experimento: pasó un año entero “sin Dios”, es decir, se dio la oportunidad de ver el mundo sin la necesidad de un ser que lo controla todo, o de adjudicarle todo lo que sucede, bueno o malo. Además, pasó buena parte del tiempo cuestionando sus propios dogmas, saliéndose de su zona de confort. ¿El resultado? El pastor sigue siendo una buena persona, pero ahora se siente más libre: “Creo que Dios no existe… la energía intelectual y emocional que se requiere para entender cómo encajar a Dios en todo, es mucho mayor que ver la realidad tal como se nos presenta”.

(vía milenio.com)

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