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jueves, 25 de junio de 2015

Los alumnos vascos prefieren compañeros de su misma religión

Alumnado nativo e inmigrante

Solo al 37,5% del alumnado de 4º de Primaria en el País Vasco le gustaría hacer un trabajo de clase con un compañero de religión distinta a la suya, mientras que al 23,8% no le gustaría y el resto se lo plantearía, según el caso. Entre los estudiantes de 2º de ESO, el porcentaje de los que no ponen ningún reparo a trabajar codo a codo con jóvenes de otra creencia es mayor (48,7%), aunque no llega a la mitad. En esta etapa, los que rechazan de plano esta posibilidad descienden bruscamente hasta el 4,9% y los que se lo pensarían son el 35,2%. «Es sin duda una clara llamada de atención, porque cerca de un cuarto del alumnado de la etapa inferior rechaza directamente trabajar con este tipo de alumnado, más del doble que en Secundaria».

Esta advertencia está incluida en un estudio elaborado por el Instituto Vasco de Evaluación (ISEI-IVEI), que ha analizado los resultados obtenidos por el alumnado inmigrante en Euskadi en la prueba de diagnóstico realizada en 2013 por el Departamento de Educación. En esta evaluación, en la que participaron 20.683 jóvenes de 4º de Primaria de 524 colegios públicos y concertados, y 19.241 de 2º de ESO de 324 centros, se incluyeron por primera vez varias cuestiones destinadas a determinar la actitud hacia los alumnos inmigrantes expresada por sus propios compañeros. Las respuestas obtenidas revelan que los prejuicios no son patrimonio de los adultos.

Todos los estudiantes que participaron en los exámenes debieron responder a las preguntas de si les gustaría hacer un trabajo de clase con un compañero de un país distinto al suyo o de una religión diferente. A los de Secundaria se les pidió, además, que dijeran si ese trabajo lo llevarían a cabo con alguien de otra cultura.

Cerca de un cuarto de niños de 4º de Primaria rechazan hacer trabajos con los de otra confesión En ESO han disminuido las diferencias de puntuación en competencia lingüística en euskera

Tanto en Primaria como en ESO la respuesta mayoritaria es que les gustaría trabajar en clase con compañeros de otros países, aunque existe una diferencia llamativa. En Secundaria, los que contestan favorablemente son el 59,8%, mientras que entre los más pequeños (de entre 9 y 10 años de edad), el porcentaje desciende al 48,9%. «Es llamativo que menos de la mitad del alumnado de 4º de Primaria opte por esta alternativa y que más de un tercio (el 34,3%) señale algún reparo -'según el caso'- para compartir trabajo de clase», indica el estudio.

Las diferencias entre las dos etapas educativas también son claras entre los alumnos que contestan que no les gustaría trabajar en clase con un compañero extranjero. Casi un 17% del alumnado de 4º de Primaria rechaza llevar a cabo una tarea con alguien de otro país, frente al 5% en el caso de 2º de Secundaria.

Concepto de rechazo

El estudio ha sido elaborado por el coordinador del equipo de Didáctica del Instituto Vasco de Evaluación, Francisco Luna, que ha contado con el asesoramiento de Eduardo Urbieta. A la hora de presentar los datos, ambos recuerdan que, en los alumnos de Primaria, «el concepto de rechazo, sentimiento negativo o prejuicio hacia otra persona por tener una religión o proceder de un país diferente puede estar menos construido que en edades más avanzadas y responder a otro tipo de criterios».

Es un matiz que ayuda a digerir dos realidades. Por un lado, está el porcentaje del 62,5% de niños de 4º de Primaria que ponen más o menos reparos a colaborar con compañeros de otras confesiones. Por otro, en esa misma etapa los alumnos que rechazan trabajar con jóvenes de una religión o de un país diferente, a pesar de que en su clase no hay ninguno, superan en cinco puntos a los que tienen este tipo de niños en su aula.

En la prueba diagnóstica de 2013 se evaluaron cinco competencias básicas: las tres fijas comunes a todas las ediciones (comunicación lingüística en euskera y castellano y matemáticas) y dos competencias variables (cultura científica, tecnológica y de la salud y competencia social y ciudadana). En todas ellas el alumnado inmigrante, tanto de 4º de Primaria como de 2º de ESO, obtuvo puntuaciones significativamente más bajas que las del alumnado nativo, aunque menos que en otras ediciones.

Las distancias disminuyen cuando se tiene en cuenta el ISEC, siglas que hacen referencia al índice socio económico y cultural del alumnado. Si se elimina la influencia de esta variable, las diferencias de puntuación se reducen de manera apreciable en todas las competencias y se anulan en el caso de comunicación lingüística en castellano (en 4º de Primaria) y competencia social y ciudadana (en 2º de ESO). Sin embargo, las distancias se mantienen en comunicación lingüística en euskera y competencia matemática, aunque tienden a reducirse.

Mejora constante

Y aunque no se tenga en cuenta el ISEC, los años -y es de suponer que el sistema educativo y sus profesionales- han logrado que las puntuaciones de todos los estudiantes se hayan aproximado. El informe señala que en 4º de Primaria «la mejora del alumnado inmigrante ha sido constante desde 2009 a 2012, reduciéndose de forma importante las distancias respecto del alumnado nativo». En las competencias lingüísticas en castellano y en euskera la diferencia «entre ambos grupos se ha reducido casi a la mitad». En matemáticas, por el contrario, el acercamiento ha sido más lento. Pese a todo, en ninguna de las ediciones la puntuación del alumnado inmigrante ha logrado alcanzar la media global.

En 2º de Secundaria no se produce el crecimiento general observado entre los estudiantes inmigrantes de Primaria. En este nivel mejora la puntuación en comunicación lingüística en euskera (con 24,8 puntos de subida) y en castellano (con 13,8 puntos de mejora). Sin embargo, en competencia matemática se produce un ligero empeoramiento de 0,8 puntos.

A pesar de todo, nativos y foráneos se van acercando también en la ESO. Los resultados de las pruebas revelan una reducción constante de las diferencias en las dos competencias lingüísticas, aunque es más acusada en euskera que en castellano. No sucede lo mismo en matemáticas, donde la separación entre unos y otros es mayor que en la primera edición de la prueba, realizada en 2009.

(vía diariovasco.com)

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