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miércoles, 30 de marzo de 2011

La cara no religiosa de México

Luis Petersen Farah

En México, el fenómeno no creyente que apenas empieza tiene que ver sin duda con el desencanto de los tiempos, con los escándalos en las iglesias y con las posturas que éstas van tomado frente a temas candentes como el aborto, el matrimonio gay, la eutanasia o la cercanía con el poder.

Ilustración: Luis Miguel Morales

En el nuevo retrato de México aparece un rasgo importante. Según el Censo 2010, más de 5 millones de mexicanos se declaran sin religión. Se trata de una de las opciones que más han crecido en el país mientras el catolicismo baja lentamente. Hace diez años, el INEGI publicaba que entre 1990 y 2000 la población que no pertenecía a ninguna religión se mantenía prácticamente constante en 3.5%. Ahora, ese mismo parámetro ha llegado a 4.7%.

Lo que resulta digno de atención en esta foto no es tanto la cantidad de “no religiosos”, sino el hecho de que el porcentaje se empiece a mover y generalizar en algunas regiones. Mucho más tarde que en otros países: en Chile, por ejemplo, ya en 2002 el Instituto de Estadísticas reportaba 70 por ciento de católicos y 8.3% de indiferentes y ateos. Diez años antes, estos últimos llegaban a 5.8%.

Las diferentes metodologías hacen de cualquier comparación algo meramente indicativo, pero de cualquier manera interesante. En España, otro ejemplo, el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2000 reportaba 84% de católicos y en 2010, 74.4%. Y la suma de “no creyentes” y “ateos” pasó en estos diez años de 12.8% a 21.6%.

En México, el fenómeno no creyente que apenas empieza tiene que ver sin duda con el desencanto de los tiempos, con los escándalos en las iglesias y con las posturas que éstas van tomado frente a temas candentes como el aborto, el divorcio, el matrimonio gay, la eutanasia, la desigualdad o la cercanía con el poder. Pero ya se comienza a delinear como un fenómeno urbano y joven. El Distrito Federal es la única zona del país donde los que optaron por responder “sin religión” son más numerosos que los que dijeron profesar alguna religión “protestante o evangélica”.

Si hablamos de edades, los jóvenes de 15 a 29 años sin religión llegan en el país a 5.5%, bastante más arriba del promedio. Y en el puro DF, los jóvenes de esa edad que se declaran sin religión son casi 7%. Y el segmento de 30 a 45 años no canta mal: se fueron por esa opción 4.9% en el país y 5.8% en el Distrito Federal.

Son cambios de fondo que van configurando un rostro ético distinto del país. Es demasiado pronto para encontrar sus características, pero de momento las preguntas como ¿en qué creen los que no creen?, que daba título a aquella célebre conversación entre Umberto Eco y el cardenal jesuita Carlo Maria Martini, se pueden y se deberían plantear para México. Ya no se trata de posturas aisladas.

(vía impreso.milenio.com)

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