Hay gente «pa tó»

ENRIQUE GONZÁLEZ DE GOR. EMPRESARIO

Mi suegra suele decir a menudo que es atea, a lo que yo en mi papel de impertinente pero guasón yerno añado: «Por la gracia de Dios», su confeso ateísmo le permite haberse zampado decenas de madrugadas de Lunes Santo para ver la misa del Cautivo en la iglesia de San Pablo y cada viernes de cuaresma pone bacalao con tomate, el de verdad, el de mojar pan no el de Cristófol. Mi suegra no es de aquí pero no me dirán que no se ha mimetizado con el ambiente malagueño.

Tenemos ateos que desde la puerta de Lepanto ven todas las procesiones de la Semana Santa entre canapé y canapé, están los cuaresmeros, como mi amigo Tomás que amplían su devoción a los cuarenta días que preceden al Domingo de Ramos y durante ese periodo va a todo tipo de eventos comidas con submarinos de las vírgenes y demás guirigáis que se montan en estas fechas, también conviven en esta nuestra Málaga los que durante todo el año están pendiente de su hermandad, ocupan cargos y para ellos es prácticamente un modo de vida, algunos los llaman capillitas. A mí siempre me ha gustado ese nombre pero por lo visto hay quien se lo toma como algo peyorativo. Conozco unos pocos y alabo la labor por nuestra ciudad que hacen.

Finalmente tenemos a los que como Álvaro y Vicente, dos de mis mejores amigos, llevan un itinerario siempre encima pero para no cruzarse con ningún «trozo de madera» (sic), para llegar hasta la calle de las beatas y ver que se cuece por allí. Lo dicen desde el cariño.
Dentro de cada tipo de personaje ateo o no, hay muchos matices, de hecho los devotos de las distintas cofradías tienen según que pareceres, semejante jungla es particular de esta ciudad, y en el fondo es lo que me gusta. «Hay gente pa tó» y que siga habiendo y que cada uno lo viva como quiera. Yo, como cada Jueves Santo hace mi madre, estaré esperando como entra la Esperanza en la Alameda que no hay experiencia más malagueña que esa. Lo pienso y huelo a romero.

(vía laopiniondemalaga.es)