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viernes, 15 de abril de 2011

Tolerancia cero

La intolerancia termina quemando, pero empieza menospreciando, insultando, no respetando

Miquel Roca i Junyent

Quemar un Corán, en público, como expresión de condena a una religión a la que se atribuyen todos los dramas de la tierra, debería ser delito. Y quemar una Biblia como manifestación de idénticos sentimientos, también. Y quemar cualesquiera libros sagrados para una religión, como fundamento del odio y la ira frente a una tensión social, debería tener también el mismo castigo.

Fomentar el odio no debería quedar impune. El más importante de los derechos humanos es el de reclamar respeto para las propias creencias e ideologías. Pero, además, cuando de religión se trata debemos aceptar que son fibras más sensibles y sentimientos más arraigados los que están en juego. Y, por ello, más necesitados de respeto. Predicar la guerra santa, perseguir a la gente por sus simples ideas religiosas, discriminar en base a ellas, es la expresión más perversa de la intolerancia.

El pluralismo no es sólo un hecho de libertad, es también la aceptación de la diversidad; el respeto de la diferencia. Y cuando se acaba predicando la quema del Corán, quiere decir que se ha empezado con actitudes menos aparatosas pero iguales en su valoración. La intolerancia termina quemando, pero empieza menospreciando, insultando, no respetando.

La intolerancia se constituye en la amenaza más importante de la convivencia en un mundo global. Y no excusa nuestra intolerancia la que otros hayan practicado con anterioridad. El exterminio judío por los nazis no hubiera jamás justificado devolver a estos el mismo crimen de su propia intolerancia. Esta, la intolerancia, causa más muertos que el tsunami de Japón; su amenaza es mucho más grave que la alarma nuclear o las consecuencias del cambio climático.

Y lo peor es que nos estamos acostumbrando a convivir con ella. Prevenimos sus consecuencias, pero no atacamos ni sus causas ni sus manifestaciones. La intolerancia vuelve a ganar el terreno que parecía haber perdido después de la II Guerra Mundial. ¿Será que para aprender a ser tolerantes hemos de sacrificar primero la vida de millones de personas a la mayor gloria de la intolerancia? ¡Frente a la intolerancia, tolerancia cero!

(vía lavanguardia.es)

Nota de Ateorizar: Nos resulta interesante que cuando habla de tolerancia habla de judíos, cristianos y musulmanes, pero no menciona ni por error a la tolerancia hacia los ateos. Interesante considerando que el escritor es español el epicentro de la intolerancia atea (debido a los sucesos recientes en cuanto a la “procesion atea”).  Otra cosa, la intolerancia quizá sea peor que un tsunami (que le aclararamos a Don Miguel que se llama maremoto en español), pero dudamos que la intolerancia sea peor que el cambio climático. La intolerancia dificilmente podrá exterminar a la raza humana, pero el cambio climático no sólo amenaza la raza humana, sino a la vida en el planeta. Esto es lo que ocurre cuando la gente que no tiene idea de lo que está hablando decide escribir un artículo de opinión. 

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