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sábado, 25 de junio de 2011

¿Qué hacer si la religión de mi pareja es distinta a la mía?

Ilustración: Ronny Pérez

Lo fundamental es que la pareja llegue a un acuerdo en el que puedan convivir a

Cuando Lorena y Carlos se casaron, ambos pertenecían a la religión católica y su unión se efectuó frente al altar de esta Iglesia. Sus primeros años de matrimonio fueron armónicos, pero con el pasar del tiempo y por diferentes circunstancias, él decidió convertirse en evangélico, y ella, en Testigo de Jehová.

A partir de esto, empezaron a presentar inconvenientes en su convivencia, pues algunas costumbres del uno no eran contempladas por el otro, o no lograban ponerse de acuerdo en qué credo inculcarle a sus hijos. Por el lado de Lorena, ella no se siente a gusto con el tiempo que expende su compañero en la religión:
“Mi esposo dedica tantas horas asistiendo a cultos de su Iglesia y está tan entregado a ella, que ya no comparte conmigo ni con los niños”.

Por otra parte, ciertas costumbres de Lorena no logran congeniar con los deseos de su esposo, según lo manifestado por él:

“Ella no celebra festividades como cumpleaños, Navidad o el Día del Niño porque considera que tienen raíces paganas. Yo respeto sus creencias, pero acaba de pasar el Día del Padre y me sentí triste porque no recibí ningún detalle ni felicitación por parte de mi esposa, ni permitió que lo hicieran mis hijos”.

Según el médico sexólogo Henrique Luis Toscano, toda relación de pareja se fundamenta en el mutuo respeto, y no se deben imponer las creencias propias por encima de las del otro, puesto que las religiones que son muy rígidas en cuanto a sus doctrinas y rechazan las ajenas, pueden generar conflictos de pareja. 

“Se necesita un buen grado de madurez para entender y comprender que los ritos, cultos y costumbres son propios de la religión. Se debe carecer de fanatismos y de la creencia de ser dueños de la verdad”, explicó el doctor.

Lo fundamental es no darle más peso al criterio personal que al de el compañero, porque estas discrepancias pueden llevar a malos entendidos o discusiones.
Un error común es culpar a la religión de los desacuerdos normales de pareja,  pero se debe tener claro que no todas los conflictos surgen a partir de la diferencia de cultos. Es necesario analizar cada situación para determinar de forma madura y clara si se trata de un malentendido religioso o de un  problema marital.

Un aspecto muy importante, y que la mayoría de las veces se pasa por alto, es documentarse para conocer a fondo los principios de la religión del otro y  familiarizarse lo más posible con ellos. Si esto se cumple, es más fácil comprender los comportamientos vinculados con las creencias, como el tiempo que se asiste a la Iglesia o qué festividades se consideran y cuáles no, como en el caso de Lorena y Carlos. En esta última situación, se debe tener en cuenta que si se conoce el porqué de la abstinencia de un miembro de la pareja de celebrar determinadas fechas que para el otro son especiales, se pueden asumir de una manera más positiva circunstancias como pasar un cumpleaños en casa sin recibir agasajo alguno.

En el caso de personas que aun no se encuentran casadas, pero tienen una relación de noviazgo,  no pueden olvidar que el matrimonio implica entregarse totalmente en un pacto de amor y respeto mutuo. Antes de dar el paso hacia el altar, es vital aclarar todas las inquietudes con respecto a lo que será su futuro como familia, y prepararse para asumir de forma sensata las dificultades.

Asimismo, una pareja que convive debe encontrar un equilibrio entre sus creencias y su relación amorosa para no ofender la religión del otro. “La persona debe analizar si sus cultos son parte fundamental y esencial de sí misma, o si puede renunciar a ellos en aras de mantener su relación y sentimiento de pareja. Si no se poseen las cualidades que permitan superar abismos existentes entre las doctrinas religiosas, seguramente esa relación sucumbirá a la primera tormenta”, concluyó el doctor Toscano.

Factores claves en la convivencia

No se debe perder el respeto: Jamás se deben hacer burlas a la religión de la pareja porque se pueden herir sus sentimientos. Las contradicciones deben tratarse con el diálogo, pues más adelante pueden ocasionar discusiones fuertes.

Liberación conceptual: En los Siglos XX y XXI se ha dado una lectura diferente de las religiones, del concepto de Dios. Así, el ser humano prima sobre doctrinas dogmáticas y hasta fanáticas que carecen de sustento científico.

Si ambos son muy creyentes...Se recomienda  a cada uno leer acerca de la religión del otro y conversar sobre una visión a futuro del hogar, para así llegar a un acuerdo que logre que ambos se sientan conformes.

Si solo uno de los dos es religioso...El miembro que no es creyente deberá asegurarse de si quiere asumir un estilo de vida basado en las creencias de su pareja, y el devoto se encargará de ayudarle a comprender las bases de su credo.

El casamiento

En el caso de personas que se encuentran próximas a contraer nupcias y pertenecen a religiones distintas, el asunto del ritual del matrimonio puede conllevar a serios desacuerdos.  En las grandes ciudades, donde es más común observar este tipo de parejas, acuerdan realizar el matrimonio civil del país donde residen o celebrar ambos ritos religiosos, incluyendo una mutua conversión a la religión del otro, pero sin renunciar a la propia.

Texto: Raiza Mar Jiménez

¿Y los hijos?

Se debe informar a los hijos sobre las religiones: Lo más aconsejable para una pareja de padres cuyos miembros profesan religiones distintas, es informarles a los hijos sobre las diferencias de cada una de sus creencias espirituales. Es un error tratar de imponer la religión de uno de los dos,  pues cada padre debe explicar cuales son las bases que sustentan sus doctrinas. Los menores pueden y deben asistir a los servicios religiosos de cada uno de los padres,   y tener libertad para tomar su propia decisión, cuando estén en la madurez apta para ello.

Por: Doctor Henrique Toscano
Médico Sexólogo y Educador Sexual

(vía elheraldo.co)

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