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lunes, 22 de agosto de 2011

Ateos y madridistas

CARLOS LUIS RODRÍGUEZ

En el césped del Camp Nou y sobre el pavimento de la Puerta del Sol quedaron mancilladas las memorias de dos grandes hombres. El recuerdo de don Santiago Bernabéu, con su señorío blanco y la vieja idea de un club majestuoso, aplicada después por Del Bosque, Raúl o la lírica de Valdano, se hizo trizas con el dedo traicionero de Mourinho. Un Atila luso irrumpe en la solera merengue, teniendo de testigos a millones de espectadores que vieron el mal perder de un Madrid impotente.

Y junto al patriarca madridista, en el más allá también habrá llorado de pena el Bertrand Rusell que fundó el agnosticismo elegante, como corresponde a un gentleman de la filosofía. Aquellas razones ponderadas del libro en el que explicaba su descreimiento se transforman en gritos, insultos y gestos soeces. La chusma se apodera de un movimiento agnóstico o ateo que en su día representó la tolerancia frente al oscurantismo religioso.

Ahora han cambiado las tornas, y, frente a chavales que rezan en silencio sin molestar a nadie, hay una turba que ya no está emparentada con el mayor rival teórico de Dios, sino con las bandas de los suburbios de Birmingham. Si antes era la élite del pensamiento la que estaba al frente del movimiento de los incrédulos, hoy la bandera la porta el simple gamberrismo. ¿De qué lado estaría Rusell en las trifulcas del otro día? ¿Quiénes representaban mejor su espíritu abierto y el respeto por el discrepante?

El antipapismo pierde la batalla cuantitativa, pero sobre todo la que se da para conquistar a la gente decente. El Barça gana en el campo, en la banda y en las ruedas de prensa de Pep Guardiola, logrando el favor de los amantes del buen fútbol y la limpieza deportiva. Los mensajes de los antisistema y las soflamas de Mourinho enardecen a una minoría fanática, pero a costa de alejarse de la mayoría social o futbolera.

Seguramente son exageradas las previsiones que hace Rouco sobre nuevos conversos; tal vez muchos de los que se conmueven con la visita papal vuelvan tras el despegue del avión de Alitalia a una vida de católico que sólo practica en bodas, bautizos y entierros. Sin embargo, ese catolicismo dudoso o meramente gestual ha quedado vacunado por mucho tiempo contra el fanatismo de los que esgrimen un ateísmo que sólo puede llamarse facha. La ayuda que los hooligan antipapales le prestan a la Iglesia es inapreciable.

Tanto como la de este Real Madrid pendenciero al barcelonismo de postín que hace olvidar su pecado de ser el catalanismo en pantalón corto, con un juego y un comportamiento exquisito. El portugués tendría que meter el dedo en muchos ojos para que esto pasara inadvertido. Sus modales se atribuyen a un carácter especial (special one), o a una estudiada estrategia, pero en realidad son fruto de la impotencia. La que exhiben esos agitadores vociferantes que manchan la memoria del ateísmo como Dios manda.

(vía elcorreogallego.es)

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