Quim Monzó
Cuando, siendo joven, descubrí que los dólares americanos llevan impreso el lema In God we trust (confiamos en Dios) me quedé desconcertado. Aquí estábamos en pleno franquismo y no había separación entre la Iglesia católica y el Estado, pero, en mi inocencia, tenía a Estados Unidos por un lugar sensato, donde las cosas estaban claras. A pesar de sus juegos sucios en medio mundo, eran los paladines de la democracia, los que acabaron por desembarcar en Europa a fin de librarnos del totalitarismo nazi. (Para, al cabo de pocos años, establecer relaciones cordiales con el Caudillo, eso sí.)
Me sorprendía lo de In God we trust porque en un país democrático y con un montón de religiones, el Estado no debería tomar partido por una religión determinada. Podríamos aceptar que la palabra God (Dios) se aplica tanto al de los cristianos como al Jehová de los judíos o al Alá de los musulmanes. O al de los hinduistas o los baha’i. Pero hay muchos ciudadanos de religiones sin Dios. Me imagino ser americano y budista y mosquearme con ese fervor por Dios, ya que como budista no tengo ninguno. Me imagino siendo americano y asatruar o jainista e indignándome porque los dólares hablan de un único Dios, cuando en mi religión hay muchos.
Al abogado Michael Newdow también le parece absurdo que Dios aparezca en los billetes. Él es ateo y dice que la discriminación que aún hoy sufren los que no creen en Dios es similar a la que en otros momentos de la historia han sufrido las mujeres, los homosexuales o los negros. Lo de In God we trust es una promoción descarada de las religiones monoteístas y por eso ha presentado una demanda contra su Gobierno porque publicita la idea de Dios y, de esa forma, se salta a la torera la neutralidad religiosa que debería mostrar. El Tribunal Supremo ha desestimado su demanda diciendo que In God we trust es más una frase patriótica que un eslogan religioso. No es la primera vez que a Newdow le tumban una demanda, pero siempre vuelve a la carga con argumentos nuevos. Dice que ahora continuará la batalla explicando que, si la Constitución estadounidense no proclama la oficialidad de ninguna religión, no puede ser que
en los billetes y en las monedas proclamen la existencia de un Ser Supremo indemostrable.
La lucha para eliminar la frase de marras empezó en los años setenta. Un día de 1982, viviendo yo en Nueva York, cayó en mis manos un billete en el que, sobre el In God we trust, alguien había estampado con un sello tintado la frase: “Que el gobierno haga propaganda de una deidad viola la constitución de Estados Unidos”. Circulaban muchos billetes así. Era la época en la que el grupo punk Dead Kennedys había publicado su disco In God We Trust, Inc (Confiamos En Dios, S.A.) y en las librerías aún se encontraba con facilidad el libro de cuentos de Jean Shepherd In God we trust, all others pay cash (Confiamos en Dios, los demás pagan al contado). Como dejó escrito Carlo Dossi (el escritor, no el futbolista): “Antes, miles de dioses parecían pocos; hoy, uno ya es demasiado”.
(vía lavanguardia.com)
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