El Consejo de Ministros aprueba una ley para regularizar las iglesias en un intento por impedir una nueva oleada de violencia, que volvió a la calle con la quema de coches policiales.
Miles de personas celebraron ayer los funerales de los 24 cristianos coptos muertos el pasado domingo en El Cairo a manos del Ejército. Un acto cargado de ira contra la Junta Militar que gobierna el país, a la que acusaron de provocar los enfrentamientos y a la que pidieron la dimisión al grito de «el pueblo quiere la caída del mariscal».
En una multitudinaria ceremonia oficiada en la catedral de la capital, más de 3.000 ciudadanos dieron su adiós a los fallecidos bajo fuertes medidas de protección. Y es que la alarma se encendió este fin de semana en la ciudad tras las cargas contra los manifestantes, que protestaban por la quema de sus templos, en las que también murieron cuatro soldados y más de tres centenares de personas resultaron heridas.
Poco después del acto, cientos de coptos se enfrentaron a las Fuerzas de Seguridad e incendiaron varios vehículos policiales que se encontraban en las inmediaciones de la iglesia.
Poco después del acto, cientos de coptos se enfrentaron a las Fuerzas de Seguridad e incendiaron varios vehículos policiales que se encontraban en las inmediaciones de la iglesia.
Aunque se desconoce el origen de los incidentes del domingo, la comunidad cristiana arremetió contra los militares por atacarles, si bien la versión oficial señala a los manifestantes como iniciadores de la violencia.
A pesar de las críticas al órgano de poder, la Junta aseguró que seguirá al frente del país, «pese a los intentos de destruir los pilares del Estado y propagar el caos para impedir la transición» a una autoridad civil. Es más, el primer ministro aseveró que los disturbios forman parte «de un complot» contra la nación y apeló a la unidad nacional.
A pesar de las críticas al órgano de poder, la Junta aseguró que seguirá al frente del país, «pese a los intentos de destruir los pilares del Estado y propagar el caos para impedir la transición» a una autoridad civil. Es más, el primer ministro aseveró que los disturbios forman parte «de un complot» contra la nación y apeló a la unidad nacional.
Por su parte, el movimiento islámico de los Hermanos Musulmanes advirtió de que «no es el momento adecuado» para que los coptos hagan «sus reivindicaciones legítimas», llamando a los cristianos a parar sus protestas ante una nueva ola de violencia.
De hecho, en un intento por evitar más disturbios, el Consejo de Ministros, reunido de urgencia, presentó a última hora de la tarde un proyecto de ley para «legalizar la situación de los templos sin licencia». La regularización de las iglesias cristianas en Egipto era una de las principales reclamaciones de los coptos, que decidieron amainar sus protestas.
(vía eladelantado.com)
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