Si la creencia no tiene ni base ni argumentos ni siquiera autoridad, sí los tiene la ética más general, la humana. Los progresos en biomedicina plantean numerosos problemas o, al menos, interrogantes que ya incluso comienzan a contemplar las leyes nacionales e internacionales .
El más elemental puede ser la lucha económica que se generará cuando los grandes laboratorios produzcan medicamentos genéticos o medios técnicos para diagnóstico y prevención de enfermedades genéticas.
Otros problemas vienen generados por la privacidad de los datos genéticos de interés para el individuo, la familia, el estado... ¿y?: ¿quién tendrá derecho a saber y usar dichos datos? ¿cómo prever la coacción? ¿los seguros de vida? ¿acceso al empleo y promoción interna? ¿créditos? ¿discriminación? ¿cómo hacer efectivo el principio de igualdad de oportunidades, el de solidaridad? ¿legitimidad en la obtención de pruebas legales?
No digamos nada del sustancial problema que deriva de la intervención directa en la selección de cromosomas sexuales; o sobre los gametos o el embrión cuando sus células son todavía indiferenciadas; o en el intercambio o transferencia de ADN nuclear (clonación); en la actuación sobre agentes infecciosos actuando sobre el propio ADN (p.ejm. con el virus del sida)...
Es cierto que la ética estrictamente médica es clara en principios y enunciados, pero el futuro que se entrevé da lugar a mucha casuística “perfeccionista” (¡qué padre no quisiera que su hijo fuera un genio!).
Asimismo es un problema ético considerable la “neoeugenesia”, la selección de individuos desde el seno materno, algo perseguido desde el monte Taigeto a nuestros días, pasando por la eutanasia neonatal, el aborto o esterilización de individuos considerados atávicos o mentalmente anormales.
En el sentido de prever nacimientos de seres deformes, se presupone la responsabilidad de los padres en impedir el nacimiento de hijos que serán una desgracia y un destrozo de la familia constituida, una carga insoportable para los padres y una imposición para la sociedad. Pero también algo tendrán que decir las leyes.
Otros aspectos se refieren al uso de embriones humanos o sus partes (p. ej., células pluripotenciales), o cuando se insertan genes humanos en animales, o se cruzan los gametos de unos y otros. Legislación nacional e internacional, filosofía, ética, Psicología se entremezclan y deberán elucidar conclusiones, como de hecho ya lo han establecido en varios tratados internacionales auspiciados por la UNESCO y por la ONU.
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