Un reciente estudio del Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) muestra que la influencia del catolicismo entre los venezolanos ha mermado 10% en los últimos 20 años
Juan Carlos Figueroa
La expresión de la religiosidad en Latinoamérica es más grupal y no tan privada como en Europa, por ejemploFoto: Archivo
Caracas.- Está incómoda. No entiende por qué la mayoría levanta los brazos con tanta emoción. También le llama la atención un grupo de personas que llora. No hay pena ni contención. Los gritos de “¡Gloria a Dios!” del hombre que dirige el acto la intimidan. Pese a todo, Laura Hurtado decide quedarse. Algo está buscando y lo conseguirá.
Con una familia de tradición católica como la mayoría de los venezolanos, Laura (profesional de 44 años y madre de dos hijos) había aprendido desde pequeña que los domingos son para ir a la iglesia, que la imagen de los santos se respeta y que el rosario hay que rezarlo completo. Así lo asumió y lo cumplió. Aunque, con el pasar del tiempo, mermó la dedicación y creció la indiferencia: “Sabía de Dios, pero lo comencé a vivir a mi manera”.
Ella no podría marcar con precisión cuándo se desencantó. Quizás podría echarle la culpa al acento extranjero e inentendible del sacerdote al que su familia acostumbraba visitar. Quizás fueron las imágenes, que luego le despertaron un temor extraño. Quizás. Pero lo que sí ha de recordar en detalle, fue la noche que la llevó a visitar este culto evangélico hoy.
Hace unos días estaba sentada en las afueras de su trabajo. Lloraba mucho. Acababa de terminar una relación de años con su esposo. “Sentía un gran vacío y un dolor muy fuerte”. En ese momento, un compañero se le acercó. “Me dijo: ‘¿Quiere que ore por usted?’ Y era justo eso lo que yo necesitaba: que alguien hiciera algo por mí”.
En ese encuentro, su compañero le prometió mejoría y la invitó a creer. “Pudo haber sido un católico, o cualquiera, pero fue un evangélico”. Por eso está aquí, ahora. Sigue tímida, pero comienza a observar con agrado al resto. Las oraciones se intercalan con algunas canciones, y eso le gusta. De repente, el pastor centra su atención en ella y pide al resto una oración especial. Todos hacían algo por ella. Y, quizás sin darse cuenta, ya era una del grupo: sin pena, levanta sus manos al aire y ora también.
Migración
Como el de Laura, son muchos los casos de este tipo. En las últimas décadas se ha desarrollado una recomposición en las afiliaciones religiosas de los venezolanos, basada en una migración de fieles católicos a las congregaciones evangélicas u otras cristianas no católicas. Así lo sostiene el sociólogo Roberto Briceño León, con el último estudio del laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) como prueba.
En junio del año pasado, el Lacso realizó una encuesta en mil 200 hogares de todo el país, precisamente para revisar este tema. Sin dar muchos detalles, y con la promesa de que la investigación completa será publicada por la institución muy pronto, Briceño informó que 75% de los consultados manifestó ser católico.
Briceño explicó que en un estudio similar de 1987, también dirigido por Lacso con apoyo de la Universidad Central de Venezuela, ubicaban este porcentaje cercano al 85%.
Esta disminución de casi 10 puntos, la explica el experto con el crecimiento en las filas evangélicas e iglesias cristianas no católicas, que esta última investigación ubicó en 13% del total de los encuestados. Casi se duplicó la cifra en estos últimos 20 años. El estudio evidenció un aumento también de otras creencias de origen africano, como la Santería y Yoruba.
Lo que no sucede en Venezuela es la pérdida de la fe. Según Briceño, el número de personas que se declaran ateas o agnósticas se ha mantenido estable en cerca de 8% durante más de dos décadas.
Este éxodo de católicos es un síntoma común en la región. El panorama venezolano, dice el profesor al referir estudios comparativos, es similar al que se vive en Chile, México y República Dominicana. La migración es mayor en países como Brasil y otras naciones de Centroamérica.
En México, por ejemplo, los católicos pasaron de representar 89,69% de la población en 1990 a ser 83,9% en 2010, según el último censo de Población y Vivienda de este país. En Brasil, Briceño recuerda la proyección internacional de la Iglesia del Reino de Dios, conocida como “Pare de Sufrir”.
Solidaridad como clave
Briceño señala que el cambio de católico a evangélico es un proceso bastante cómodo. “Comparten los mismos principios y valores”. Eso explica también, dice, esta relación.
Sobre las ventajas o estrategias que han permitido a las iglesias evangélicas capturar cada vez más fieles, el sociólogo resalta el tema de la solidaridad: “Utilizan sitios de reunión más pequeños, con un ambiente y un trato más igualitario entre fieles. Esto ofrece una experiencia más cercana que la que da, en su mayoría, la iglesia católica”.
La expresión de la religiosidad en Latinoamérica es más grupal y no tan privada como en Europa, por ejemplo. Esto explica, según Briceño, que el uso de cantos y bailes en la oración sean un fuerte de los cristianos no católicos. “Ofrecen experiencias religiosas intensas y eso llama la atención”.
También el nivel de exigencia les confiere cierto atractivo: “Esa necesidad de constancia, de ir todos los domingos al culto, de no fumar y no beber, satisface a cierto sector”.
Diversidad y tolerancia
Briceño cree que el pronóstico es positivo: “Tendremos mayor pluralismo religioso cada vez. Seguirá existiendo un catolicismo con toda su fuerza centenaria, pero cada vez más habrá nuevas iglesias cristianas y de otras creencias”. La forma en que se está llevando este proceso, a su juicio, evidencia que existe una sociedad tolerante y diversa: “Es respetuosa de la libertad individual de cada quien de escoger su culto y su fe”.
Resalta también la consolidación de la fe como un factor importante dentro de la evolución personal. “A pesar de los movimientos antirreligiosos como el marxismo, hoy se reconoce a la religiosidad como un factor importante en el desarrollo de las sociedades. Ya no se observa como una señal de atraso sino de desarrollo”.
“La muerte de Dios”, esa que pregonaba Nietzsche, ha de tardar mucho tiempo más.
8% de ateos
y agnósticos contabilizó la reciente investigación. De acuerdo con el sociólogo Roberto Briceño León, coordinador del último estudio y del realizado en 1987.
13% de cristianos
no católicos (entre ellos los evangélicos) registró la encuesta más reciente del Lacso. El Consejo Evangélico de Venezuela calcula que 14% de la población es practicante en alguna de sus iglesias. Hace 10 años era 6 o 7%
75% de católicos
registró el Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) en la encuesta realizada en junio de 2011 en 1 mil 200 hogares de todo el país. En 1987, otro estudio de Lacso ubicó el estimado en 85%, 10 puntos por encima.
(vía eltiempo.com.ve)
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