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domingo, 29 de enero de 2012

Sexualidadad generadora y regenadora... menos en la religión cristiana.

La sexualidad es un instinto natural encaminado a la perpetuación de la especie. Su racionalización y su "inculturación" han llevado a descubrir en ella una fuente de “compleción” de la personalidad.

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La visión sesgada, pérfida, falsa, fuente de maldad... que la Iglesia Cristiana ha generado sobre la sexualidad contrasta con la perspectiva que de la misma tienen otras religiones, por circunscribirnos a ámbitos religiosos.

Angustia, represión, violencia física, maltrato y degradación de la mujer tienen mucho que ver con esa visión degenerada del sexo que proviene de la “cultura” cristiana. Creer que la renuncia a los placeres sexuales procurarán recompensas celestiales es una de las mayores insensateces y crímenes psicológicos sostenidas por el Cristianismo.

Y como la represión y la sublimación no son suficientes para encerrar y esconder los instintos, la sexualidad escapa por cualquier poro de la conducta.

Que hablen los datos referidos a 2001 de una aberración mantenida, la de pretender caminar contra la naturaleza cuando no hay sustrato de repuesto: del clero sólo el 2% cumple estrictamente el celibato; el 47% relativamente; el 31’5% practica relaciones sexuales; 1/3 de estos últimos, homosexual.

Les aterra dar marcha atrás, porque no hay máquina capaz de atreverse a desmontar la montonera acumulada durante los cinco últimos siglos. La aberración del celibato tardó en imponerse como obligatoria ¡15 siglos! En los primeros cinco ni se planteó el problema.

Datos para la curiosidad o hilaridad histórica: en numerosísimos concilios se critican las costumbres sexuales del clero; es sabido que, durante siglos, canónigos y bajo clero mantuvieron concubinas; los concilios de Maguncia y Augsburgo, siglo IX, prohíben el concubinato, pero el obispo de Bremen en el siglo XI expulsa de la ciudad a las barraganas sacras; Pedro Damiano, santo, critica al obispo de Fiésole por estar rodeado de “un buen número de mujeres”; al Concilio de Constanza acuden también 700 mujeres para “atender” sexualmente a obispos y clero...

Con razón el 92% del clero usamericano pide libertad de elección. La de erección es otra cosa.

Para auparnos sobre vulgaridades, recordemos estas palabras del filósofo: El deseo animal es una carencia, a la caza de satisfacción. El deseo humano, una imperfección en busca de perfección. Antaño Eros ensalvajaba el cielo y la tierra. En lo sucesivo encarna el trabajo de la cultura y la asunción de la civilización. ¡Si al menos fuese así!

Entre reflexión y reflexión seria, un gramo de ironía atempera el calor que produce la ira de la razón: “Siempre el sexo ha sido, para las religiones, tema tabú, nefando, sucio, animalesco, propio de personas de baja condición... Lo curioso y a la vez contradictorio es que sólo lo permiten ¡con la persona a la que se ama!”.

(vía blogs.periodistadigital.com)

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