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jueves, 12 de abril de 2012

Religión, hipocresía, intereses creados… mentiras

Hace unos días compartía con un excelente periodista, crítico de arte y sobre todo buen amigo, ciertas reflexiones en relación a la impronta de la Semana Santa en nuestra conservadora y tradicionalista sociedad. Casi a vuelta de correo, éste veterano cronista, tan sabio como viejo zorro (me encanta llamarlo así, y creo que a él también que lo haga), me hizo ver cuán curioso resulta que seamos los más agnósticos quienes tantas veces enarbolemos una enardecida defensa del cristianismo y la figura del Jesucristo que "debería ser" y no el que tantos se empeñan en que "sea" y "se adapte" a sus egoístas necesidades ocultas tras un falso fervor religioso.

Si muchos “piadosos” cristianos fueran capaces de “ver” al Cristo que tanto invocan (una esencia abstracta con la que sería capaz de comulgar aun a pesar de mi agnosticismo) en cada pobre, en cada parado, en cada desalojado de su vivienda, en cada inmigrante con un una mochila a la espalda, en tantos y tantos seres humanos con los que coincidirían cada día en el metro si se dignaran a viajar en esos toscos y ordinarios gusanos mecánicos subterráneos…

Un Cristo colgado
Si esos hombres y mujeres, muchos de ellos de misa dominical y hasta diaria, se encontraran con “ese Cristo” y no con el de los crucifijos que tanto les gusta ver colgados de un clavo (y querrían imponer) en despachos oficiales, aulas docentes y actos de jura de cargos oficiales, otro gallo cantaría no solo para ellos sino, sobre todo, para los pobres, los no tan pobres e incluso para el mismísimo Cristo que debe estar más que harto de la interesada manipulación que desvirtúa sus enseñanzas.

(vía elplural.com)

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