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lunes, 9 de julio de 2012

Higgs, el ateo que descubrió la partícula de Dios o la "Goddamn Particle"

Higgs, el ateo que descubrió la partícula de Dios

Peter Higgs, este fin de semana en la Universidad de Edinburgo. (CORBIS)
Hace tres días era un completo desconocido para la mayor parte del mundo. Hoy es el hombre del momento. “No pensé que esto ocurriría estando yo con vida”, confesó Peter Higgs. Sentado entre el público, con las manos entre las piernas e incapaz de contener las lágrimas asistió en Ginebra a la presentación del último gran descubrimiento científico: el bosón que lleva su nombre.

El físico británico protagonizó emocionado el penúltimo capítulo de una historia que comenzó en 1964. Ese año Higgs volvió de una excursión por Cairngorms, las montañas más altas, frías y nevadas de Escocia, con “una gran idea” en la mochila. Fue entonces cuando postuló la existencia de la partícula definitiva, la responsable de que se origine la masa en el resto de partículas elementales, la respuesta al Universo tal y como lo conocemos.

¡Por fin!, exclamó el mundo científico el miércoles cuando se anunció el descubrimiento del bosón de Higgs. Muchos eran los que dudaban de que este hecho pudiese llegar a producirse. Tal era la dificultad del hallazgo que el premio Nobel de Física Leon M. Lederman bautizó a la partícula en 1993 como The Goddamn Particle, la “maldita partícula”.

Lederman quiso titular uno de sus libros con este nombre, pero la editorial norteamericana Dell Publishing lo consideró ofensivo y decidió cambiar el nombre por la “partícula de Dios”. Así nació el término del que tanto hemos oído y leído en la última semana y que tan poco gusta al propio Higgs, un físico brillante, modesto y fírmemente ateo.


Los otros cinco 'Higgs'

Nacido en Newcastle; el trabajo de su padre primero -técnico de sonido de la BBC- y, la Segunda Guerra Mundial después, hicieron que Higgs y su familia cambiaran a menudo de residencia durante su infancia. Esta situación le impidió asistir a la escuela durante largas temporadas, tuvo que formarse en casa.
Cuando se instaló con su madre en Bristol asistió a la Escuela de Gramática, donde recibió la inspiración del trabajo de uno de sus compañeros de pupitre, Paul Dirac, padre de la mecánica cuántica moderna. Después de especializarse en matemáticas y obtener el mejor expediente en Físicas en el King’ s College de Londres inició su teoría del bosón. Su planteamiento, como en su etapa escolar, recibió la influencia del trabajo previo de un compañero, Philip Warren Anderson, que en 1962 fue el primer físico en proponer la existencia de la partícula elemental.

En 1964 la idea fue desarrollada de forma independiente y casi simultánea por tres grupos de físicos: por François Englert y Robert Brout; el propio Higgs y por Gerald GuralnikC. R. Hagen y Tom Kibble. Seis padres para una única hija: la “maldita partícula”, “la partícula de Dios” o el bosón de Higgs, como prefieran.

Candidato al premio Nobel

A sus 83 años, divorciado y con dos hijos, todos los que han trabajado con él destacan su modestia y timidez. Algunos consideran incluso que su naturaleza retraída ha podido frenar su carrera, ya que se ha esforzado en mantener un perfil bajo alejado de los focos. Ahora, es imposible acallar las voces que le señalan como un grande.

“El descubrimiento del bosón de Higgs es tan importante para la Física como el descubrimiento del ADN lo fue para la Biología”, señaló Peter Knight, presidente del Instituto de Física (IOP) del Reino Unido. La misma importancia que ha otorgado al descubrimiento el astrofísico Stephen Hawking, que ha reconocido que “Peter Higgs se merece el Nobel”. Él solo quiere "estar en casa, relajarse y hacer una pequeña fiesta".
Mientras, las alabanzas siguen llegando a la Universidad de Edimburgo, donde Higgs imparte clases de Física Teórica, él trata de conseguir que se quite su apellido del hallazgo ("partícula X" le gustaría llamarlo).
Y sus alumnos, ahora, le miran como a su dios.

 

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