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lunes, 1 de octubre de 2012

El mapa del pluralismo religioso en España

El mapa del pluralismo religioso en España

Nuevo informe del Observatorio del Pluralismo Religioso en España: El 61%, a favor de que la enseñanza de Religión en la escuela sea voluntaria y el 51,2%de la población apoya la prohibición del uso del pañuelo islámico

(Observatorio del Pluralismo Religioso en España).- El informe Opiniones y actitudes de los españoles ante la dimensión cotidiana de la religiosidad y su gestión pública es la primera de una serie de publicaciones que, enmarcadas en la colección Encuestas del Observatorio del Pluralismo Religioso en España, darán a conocer los resultados de las encuestas promovidas por la Fundación Pluralismo y Convivencia.
Con estas encuestas, la Fundación, a través del Observatorio del Pluralismo Religioso en España, pretende arrojar luz acerca de las opiniones y actitudes que presentan las mayorías sociales en España en relación al hecho religioso y su gestión pública.

La encuesta, llevada a cabo en 250 poblaciones de nuestro país, y con más de dos mil exploraciones, muestra una profunda heterogeneidad en materia religiosa, dividida básicamente en tres grandes grupos: el primero y más amplio lo componen los creyentes no practicantes (40%); el segundo incorpora a ateos, agnósticos e indiferentes a la cuestión religiosa y en él se sitúa un tercio de la población (32%); y, por último, uno de cada cuatro españoles se declara creyente practicante (27%).

Hoy el número de religiones minoritarias que hay en España no es muy distinto del que había hace cuarenta años, pero lo que sí ha cambiado es el número de españoles que profesan estas confesiones religiosas y el peso que estos creyentes -practicantes o no- poseen en el conjunto de la sociedad. Es decir, la cuestión religiosa en España ha evolucionado combinando una tendencia que describe una pérdida de importancia relativa de la cuestión religiosa en la vida cotidiana de las grandes mayorías, con otra pauta que apunta un incremento en términos relativos y absolutos del número de los miembros de las religiones minoritarias.

Ambas tendencias confluyen en un escenario cuya principal característica es la tolerancia con que la sociedad española afronta la dimensión convivencial del pluralismo religioso; existen, es cierto, sectores significativos en posiciones discursivas marcadas por la intolerancia, pero en su mayoría, la sociedad española expresa, aunque sea con importantes niveles de inconsistencia, opiniones tolerantes.
El estudio ofrece datos de interés general sobre las opiniones de la ciudadanía acerca de la gestión pública de algunas de las dimensiones más cotidianas del pluralismo religioso.

Como primera consideración, cabe señalar la existencia de pautas transversales relacionadas con las características estructurales de nuestra sociedad que afectan, de manera significativa y consistente, a la mayoría de las opiniones sobre los aspectos más cotidianos y próximos del pluralismo religioso.

La primera de estas variables estructurales -y posiblemente la más relevante en términos históricos- es la edad. Como tendencia general, podría decirse que las generaciones de los que hoy tienen menos de 45 años se expresan más indiferentes hacia la cuestión religiosa que los mayores de 45 años, pero también son significativamente más tolerantes hacia el uso de símbolos religiosos minoritarios en la escuela pública, las prácticas alimenticias y las costumbres de los creyentes practicantes musulmanes y judíos.

La segunda variable estructural sobre la que se articulan diferencias significativas en las opiniones sobre la gestión del pluralismo religioso es el nivel de estudios de los entrevistados. De manera general, los que han concluido estudios universitarios confieren menor importancia a la cuestión religiosa y se declaran indiferentes, agnósticos o ateos en una proporción significativamente superior (42,1%) que los que sólo poseen estudios primarios (16,8%). Por señalar algunos ejemplos, los grupos con menor formación se expresan menos partidarios de la incorporación de menús especiales en escuelas y hospitales o menos favorables a permitir el uso del pañuelo islámico en los colegios. Por el contrario, los grupos con mayores niveles de estudios -y también los de menor edad-, apoyan en su mayoría el establecimiento de menús especiales en los centros públicos o respaldan mayoritariamente el uso pluriconfesional de los espacios de culto en los hospitales. Estos son sólo algunos ejemplos. La lectura del conjunto de los datos del estudio ofrece resultados claros: la edad y el nivel de estudios, además de otras variables, están muy relacionados con el sentido de las opiniones sobre la gestión del hecho religioso en su dimensión cotidiana y, de manera consistente, los sectores más jóvenes o con mayores niveles de estudios expresan posiciones de mayor aceptación hacia la normalización de las prácticas de las religiones minoritarias en los ámbitos de lo común y de lo público.

En un segundo nivel de análisis, la encuesta ofrece resultados de notable interés para un mejor conocimiento de las opiniones mayoritarias en lo social sobre el hecho religioso. Por lo que se refiere al uso del espacio próximo o común con fines religiosos, el 52% sostiene que los creyentes practicantes de cualquier religión deben ser libres para abrir lugares de culto en las zonas de la ciudad que consideren oportunas, a los que, para una correcta interpretación del dato, tal vez debiéramos añadir el 18% que declara que esta cuestión le resulta indiferente. Las posiciones segregacionistas son marcadamente minoritarias en todos los grupos de edad y apenas rondan el 20% de los menores de 45 años. De manera consistente, el 57% declara que le daría igual que abriesen una mezquita junto a su domicilio. Este porcentaje crece hasta un 63% cuando preguntamos por la apertura de una sinagoga en las inmediaciones del domicilio del entrevistado/a y sube un punto más, hasta el 64%, en el caso de una iglesia evangélica. La mayoría expresa un porcentaje máximo de tolerancia vecinal, 79%, cuando preguntamos sobre la eventual apertura de una iglesia católica. Es decir, si bien existe una modulación vinculada a cada una de las religiones presentes en el país, las mayorías se expresan en todos los casos tolerantes -o indiferentes- a la apertura de centros de culto en las inmediaciones de su domicilio. Paradójicamente, son las minorías más indiferentes a la cuestión religiosa en términos de creencias las que declaran posiciones más abiertas a la proximidad de los centros de culto de distintas religiones.

Una consistente mayoría (72,5%) prefiere la confluencia interreligiosa en cementerios públicos únicos para todos, con independencia de la confesión de los finados, que la segregación espacial mediante la construcción de nuevos cementerios basados en criterios religiosos (11,6%). Con un mismo sentido, la mayoría de los españoles se expresa favorable a la presencia de centros de culto en los hospitales públicos (61,0%) y a su uso pluriconfesional (37,0%). De nuevo, los grupos más jóvenes o con mayor formación se muestran comparativamente más favorables al uso pluriconfesional de un único espacio, mientras que los adultos mayores y los que poseen menores niveles de formación eligieron en mayor proporción la opción que planteaba dejar las cosas como están.

En el terreno educativo, las mayorías se expresan favorables a la enseñanza voluntaria de las religiones en escuelas e institutos (65,1%). Esta posición está más extendida entre los mayores que entre los jóvenes, pero, en todo caso, recaba el apoyo mayoritario de todos los grupos de edad. Ahondando en esta cuestión, algo más de la mitad (50,1%) entiende que la enseñanza de religión debe dar entrada a las religiones minoritarias si así lo demanda la comunidad educativa de referencia, cuestión nuevamente mediada de manera significativa por la edad. Mientras que para el 47% de los mayores de 65 años sólo debiera enseñarse la religión católica, el 61% de los menores de 30 años considera que cualquier religión debe tener entrada si así lo demanda la comunidad.

Los datos recabados sobre la incorporación de criterios religiosos en la confección de los menús que se ofrecen en escuelas y hospitales públicos dibujan un estado de opinión dividido en dos grandes mayorías. Dado el sentido general de los datos del conjunto de la encuesta, es muy probable que esta división esté relacionada con la evaluación del costes económicos que los entrevistados/as entiendan que pueden suponer estas medidas, pero por el momento carecemos de información para testar hipótesis. En proporciones casi idénticas para escuelas y hospitales, la opinión sobre la implantación de estos menús basados en criterios religiosos está dividida en dos grandes grupos: los que entienden que los colegios y hospitales debieran ofrecer menús adaptados (46,9% y 48,6% respectivamente) y los que entienden que los centros educativos y sanitarios no debieran ofrecer menús construidos a partir de criterios religiosos (46,6% y 46,3% respectivamente).

Por último, los indicadores sobre el uso de símbolos religiosos en las escuelas públicas ofrecen resultados desiguales y, como el resto de los datos, se encuentran muy mediados por las variables generacional y formativa. El uso del pañuelo islámico en las aulas constituye una de las pocas cuestiones relativas a la dimensión convivencial del pluralismo religioso que ha sido objeto de debate público y mediático en España. En distintos momentos, el uso del pañuelo islámico ha ocupado el centro del debate público con considerable visibilidad en los medios de comunicación.

Los datos de este estudio son claros: las mayorías de todas las generaciones adultas se expresan partidarias de la prohibición del uso del pañuelo por parte de las niñas musulmanas en las escuelas públicas. En su conjunto, el 51,2% de los españoles apoya su prohibición, mientras que una minoría del 34,1% considera que debiera permitirse su uso y un 13,0% entiende que no debiera legislarse sobre esta cuestión. Para las generaciones de los que hoy tienen menos de 30 años las proporciones se invierten: mientras el 51,9% considera que debiera permitirse el uso del pañuelo en las escuelas públicas, el 36,2% considera que debiera prohibirse.

En definitiva, los datos describen una sociedad heterogénea que mayoritariamente ha situado lo religioso en el ámbito de las creencias particulares, entendiéndolas como íntimas. Las grandes mayorías sociales declaran conferir una importancia sólo relativa a lo religioso y se expresan abiertas, despreocupadas o indiferentes a la convivencia en vecindad con las costumbres de los creyentes practicantes de las religiones con mayor y menor peso en el país.

 Las generaciones más jóvenes son significativamente más proclives a aceptar los usos de las religiones minoritarias en lo público y lo privado, mientras que los adultos mayores expresan mayores reticencias ante las prácticas de las religiones minoritarias. Estas diferencias generacionales, muy relacionadas con los niveles de formación, dibujan una sociedad en cambio, sumida en un proceso -simultáneo y ajeno al debate público- de transformación de propias creencias y construcción de opiniones sobre las dimensiones más cotidianas del pluralismo religioso.

(vía periodistadigital.com)

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