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domingo, 28 de octubre de 2012

Opinión: La religión en las elecciones estadounidenses

R O B E R T O   B L A N C A R T E

¿Sabía usted que hasta julio de este año un tercio de los votantes registrados en Estados Unidos no sabía que Mitt Romney es mormón? ¿Y que hace un año ese porcentaje era aún mayor, alcanzando el 44 por ciento? ¿Sabía usted que el 17 por ciento de los mismos votantes registrados pensaba hace apenas tres meses que Barack Obama es musulmán? ¿Y que un menor porcentaje entre ellos piensa que es cristiano, respecto a hace cuatro años, cuando fue elegido a la Presidencia de su país? Desde México nos hacemos muchas ideas falsas o incorrectas acerca de cómo funcionan los estadounidenses en materia de religión y política. Y tendemos a atribuirles posiciones que no tienen, sobre todo en materia del papel de la religión en la vida pública. Algunas encuestas, como la realizada por el Pew Research Center´s Forum on Religion and Public Life, nos permiten sin embargo entender mejor este aspecto, el cual subyace sin embargo de muchas maneras en la vida política de ese país.

La verdad es que hay muchas posturas y actitudes que parecen paradójicas en esta materia, aunque en realidad no lo son. Por ejemplo, la mayoría de los votantes piensa que es importante que su Presidente tenga creencias religiosas. Sin embargo, al mismo tiempo, es claro que estos tienen poco conocimiento de las particulares convicciones religiosas de los candidatos presidenciales. Más aún, como el propio centro de investigaciones Pew encontró en una encuesta realizada hace apenas un mes, dos terceras partes de los entrevistados afirmaba que las iglesias no debían apoyar a un candidato durante las elecciones, mientras que sólo 27 por ciento estaba a favor del involucramiento de las agrupaciones religiosas en la campaña. En realidad, el Internal Revenue Service o Secretaría de Hacienda de Estados Unidos, al mismo tiempo que estableció desde 1954 una serie de exenciones fiscales a las iglesias registradas ante esta institución gubernamental, impuso al mismo tiempo restricciones muy claras respecto al involucramiento partidista de las organizaciones religiosas.

En otras palabras, el perfil del votante estadounidense, aunque muy religioso, es también bastante secularizado, es decir que distingue muy bien las esferas de acción en su vida, aunque siempre se refiera a un Dios, que por razones históricas no es un Dios en particular, ni el de una iglesia específica. Se nos olvida que, para fortalecer la verdadera libertad religiosa, los Estados Unidos de América fueron los que inventaron la idea de la separación entre las iglesias y el Estado en la era moderna y que, al mismo tiempo la nación norteamericana supone ser parte de un Destino Manifiesto, por lo cual también necesitan a un Dios, aunque éste pueda ser al mismo tiempo el de los cristianos, los budistas, los testigos de Jehová, los mormones, o los musulmanes estadounidenses.

Llegamos así a la realidad de esta elección; pocos saben y a menos les interesa cuál es la religión específica de su presidente, aunque dos terceras partes del electorado espere que éste tenga alguna. De esa manera, del 60 por ciento de votantes registrados que sabía que Romney es mormón, un 60 por ciento estaba cómodo con ese dato, a un 21 por ciento no le importaba y a un 19 por ciento sí lo hacía sentirse incómodo.

En el caso de Obama, lo curioso es que hace cuatro años, cuando fue electo Presidente, sólo 55 por ciento de los electores sabía que es cristiano, mientras que un 12 por ciento asumía que era musulmán. Ahora, cuatro años después, por el contrario, un porcentaje menor de los votantes (49 por ciento) sabe o cree que Obama es cristiano y un porcentaje mayor (17 por ciento) cree que es musulmán. En julio de este año, entre los que saben que es cristiano, un 82 por ciento de los votantes se siente cómodo con esa situación, mientras que sólo a 12 por ciento no le gusta. Y del 17 por ciento de los que creen que es musulmán, a un 65 por ciento no le gusta, mientras que sólo un 9 por ciento está de acuerdo con esa (inexistente) realidad. El aumento de los que creen que Obama es seguidor del Islam respecto a la primera elección viene, como uno podría imaginarse, de un incremento de esta idea entre los Republicanos más conservadores, un tercio de los cuales describe al Presidente como musulmán.

Y aunque el 67 por ciento de los votantes piensa que es importante para ellos que "el Presidente tenga fuertes creencias religiosas", prácticamente el mismo porcentaje (66 por ciento) cree que la religión está perdiendo su influencia en la vida de Estados Unidos. Y un porcentaje creciente (12 por ciento, el doble respecto a hace seis años) cree que es bueno que así esté sucediendo. En cualquier caso, es claro que, por diversos motivos, entre los cuáles está la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormona) y las referencias a la supuesta pertenencia del Presidente Obama al Islam, el tema religioso en estas elecciones no ha aparecido, como había sido el caso desde los 80, con la aparición de la llamada Nueva Derecha Cristiana. La otra razón es que, ligado a la cuestión religiosa, hay una serie de temas, como el aborto, la eutanasia o incluso la contracepción, que son sumamente sensibles y donde el récord de cada uno de los contendientes no es prístino ni unívoco. Aunque, no hay que olvidarlo, en el imaginario norteamericano, la guerra contra el terrorismo está ligada a una imagen negativa del Islam.

(vía noroeste.com.mx)

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