En uno de los actos históricos más absurdos del totalitarismo, China les ha prohibido a los monjes budistas del Tíbet reencarnar sin previo permiso gubernamental. De acuerdo con un comunicado emitido por la Administración Estatal de Asuntos Religiosos (China) la ley, que entrará en vigor el próximo mes, estipula estrictamente los procedimientos por los cuales uno se puede reencarnar, y son "un paso importante para institucionalizar el manejo de la reencarnación."
Pero más allá de la ironía radica el verdadero motivo de China: cortar la influencia del Dalai Lama, el líder espiritual y político del Tíbet (exiliado en la India) y para sofocar el establecimiento religioso budista de la región más de 50 años después de que China invadiera el pequeño país del Himalaya. Al excluir cualquier monje budista que vive fuera de China de la búsqueda de la reencarnación, la ley efectivamente otorga a las autoridades chinas el poder de elegir el próximo Dalai Lama, cuya alma, por tradición, renace como un nuevo ser humano para continuar la labor de aliviar el sufrimiento.
A los 72 años, el Dalai Lama, quien ha vivido en la India a partir de 1959, comienza a planear su sucesión, diciendo que él se niega a volver a nacer en el Tíbet, siempre y cuando esté bajo control chino. Si se asume que es capaz de dominar la hazaña de controlar su renacimiento, como Dalai Lamas supuestamente han tenido durante los últimos 600 años, la situación se perfila en el que podría haber dos Dalai Lamas: uno escogido por el gobierno chino y el otro por los monjes budistas. "Va a ser un tema muy caliente", dice Paul Harrison, un experto en budismo de la universidad de Stanford (California). "El Dalai Lama ha sido el principal símbolo de la unidad y la identidad nacional en el Tíbet, por lo que es bastante probable que la batalla por su encarnación, va a ser mucho más importante que los otros."
(vía canasanta.com)
Pero más allá de la ironía radica el verdadero motivo de China: cortar la influencia del Dalai Lama, el líder espiritual y político del Tíbet (exiliado en la India) y para sofocar el establecimiento religioso budista de la región más de 50 años después de que China invadiera el pequeño país del Himalaya. Al excluir cualquier monje budista que vive fuera de China de la búsqueda de la reencarnación, la ley efectivamente otorga a las autoridades chinas el poder de elegir el próximo Dalai Lama, cuya alma, por tradición, renace como un nuevo ser humano para continuar la labor de aliviar el sufrimiento.
A los 72 años, el Dalai Lama, quien ha vivido en la India a partir de 1959, comienza a planear su sucesión, diciendo que él se niega a volver a nacer en el Tíbet, siempre y cuando esté bajo control chino. Si se asume que es capaz de dominar la hazaña de controlar su renacimiento, como Dalai Lamas supuestamente han tenido durante los últimos 600 años, la situación se perfila en el que podría haber dos Dalai Lamas: uno escogido por el gobierno chino y el otro por los monjes budistas. "Va a ser un tema muy caliente", dice Paul Harrison, un experto en budismo de la universidad de Stanford (California). "El Dalai Lama ha sido el principal símbolo de la unidad y la identidad nacional en el Tíbet, por lo que es bastante probable que la batalla por su encarnación, va a ser mucho más importante que los otros."
(vía canasanta.com)
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