Guillermo del Palacio
Las nuevas tecnologías llegan poco a poco al Vaticano y desde los tiempos de Benedicto XVI ya vimos las primeras muestras de la presencia de la religión en redes sociales de forma más o menos oficial. Ahora han ido un paso más allá y no sólo servirán para seguir las Jornadas Mundiales de la Juventud desde cualquier parte del mundo, sino que, además, hacerlo supondrá pasar menos años en el purgatorio y en algunos casos, la absolución total de los pecados. Una oferta imposible de rechazar.
Pero, como suele ocurrir con las ofertas que encontramos en Internet, hay que tener ojo, pues no es oro todo lo que reluce. Para que funcione será necesario seguir el evento con el mismo fervor que en directo. "Sacaos de la cabeza la idea de que esto sea mecánico, que sólo tienes que hacer clic en Internet en unos días para conseguir un indulto plenario", explica en una entrevista con Corriere della Sera el arzobispo Claudio Maria Celli, encargado de la comunicación social del Vaticano. A ver si alguien se va a creer que esto es Jauja.
Es lógico que se pueda seguir el evento desde cualquier lugarQuienes asistan al evento de la forma 1.0, es decir, en persona, obtendrán este indulto. Los pecados cometidos hasta el momento se borrarán sin necesidad de penitencia y comenzarán una nueva vida virtuosa. Pero la consigna parece ser reforzar la religión en redes sociales, acercarse a eso que hacen los jóvenes, así que no se pueden olvidar de estas plataformas y extienden la oferta. Al menos no utilizan códigos QR.
De todos modos, hay que reconocer que es buena la idea de transmitir el evento y hacer que cualquiera que esté interesado en él pueda ser partícipe. La religión es global y no todo el mundo puede viajar a Brasil, así que utilizar estas herramientas es lógico. Hasta aquí, todo bien. Lo que parece más reprochable es esta oferta y más aún el hacerla extensible a todo el mundo para ganar algo de repercusión y cimentar la presencia en Internet. Da igual cuántos seguidores tenga el Papa.
Celli es tajante: "no consigues tu indulgencia del mismo modo que consigues un café en una máquina". Es decir, no basta con seguir al Papa en Twitter y visitar la web que han preparado para el evento. Esto, explica, son sólo "herramientas para creyentes". Lo que importa, asegura, es el mensaje, sentirlo y sentirse parte de las jornadas. Bien. Pero hay que seguirlas por estos canales para lograr la absolución. No vale si se hace por los no oficiales.
No basta con seguir al Papa, también hay que sentir la devociónPaolo Padrini, sacerdote más cercano a las redes sociales y al sector tecnológico, lo explicó mejor, también en una conversación con Corriere. En resumidas cuentas, se trata de "compartir" y "actuar en unión" a pesar de la distancia. La clave es la participación, y así se obtendrá la indulgencia. "Sobre todo, porque el clic vendrá del corazón".
Se podría debatir si esto hace que sea más respetable la decisión tomada por el Vaticano. Al fin y al cabo, parece que su única preocupación es que la gente pueda seguir el evento desde cualquier parte del mundo. Pero entonces tal vez la absolución no debería haber entrado en juego. La presencia de la religión en redes sociales debería ser un medio, no un fin. ¿Y cómo va a saber un creyente si su participación virtual ha sido suficiente? Es más, ¿cuántos seguirán un evento que no les interesa sólo por la idea de la absolución?
Tal vez el problema sea que la propia idea de la absolución es una contradicción difícil de entender para un ateo, algo así como una oferta o unas rebajas; la copa gratis de la discoteca moral. Tal vez sea, sencillamente, que no se le puede pedir a la religión que comprenda la tecnología, las redes sociales o el progreso como lo hace el resto del mundo.
(vía alt1040.com)
Nota de Ateorizar: Charlatanes de mierda.
Las nuevas tecnologías llegan poco a poco al Vaticano y desde los tiempos de Benedicto XVI ya vimos las primeras muestras de la presencia de la religión en redes sociales de forma más o menos oficial. Ahora han ido un paso más allá y no sólo servirán para seguir las Jornadas Mundiales de la Juventud desde cualquier parte del mundo, sino que, además, hacerlo supondrá pasar menos años en el purgatorio y en algunos casos, la absolución total de los pecados. Una oferta imposible de rechazar.
Pero, como suele ocurrir con las ofertas que encontramos en Internet, hay que tener ojo, pues no es oro todo lo que reluce. Para que funcione será necesario seguir el evento con el mismo fervor que en directo. "Sacaos de la cabeza la idea de que esto sea mecánico, que sólo tienes que hacer clic en Internet en unos días para conseguir un indulto plenario", explica en una entrevista con Corriere della Sera el arzobispo Claudio Maria Celli, encargado de la comunicación social del Vaticano. A ver si alguien se va a creer que esto es Jauja.
Es lógico que se pueda seguir el evento desde cualquier lugarQuienes asistan al evento de la forma 1.0, es decir, en persona, obtendrán este indulto. Los pecados cometidos hasta el momento se borrarán sin necesidad de penitencia y comenzarán una nueva vida virtuosa. Pero la consigna parece ser reforzar la religión en redes sociales, acercarse a eso que hacen los jóvenes, así que no se pueden olvidar de estas plataformas y extienden la oferta. Al menos no utilizan códigos QR.
De todos modos, hay que reconocer que es buena la idea de transmitir el evento y hacer que cualquiera que esté interesado en él pueda ser partícipe. La religión es global y no todo el mundo puede viajar a Brasil, así que utilizar estas herramientas es lógico. Hasta aquí, todo bien. Lo que parece más reprochable es esta oferta y más aún el hacerla extensible a todo el mundo para ganar algo de repercusión y cimentar la presencia en Internet. Da igual cuántos seguidores tenga el Papa.
Celli es tajante: "no consigues tu indulgencia del mismo modo que consigues un café en una máquina". Es decir, no basta con seguir al Papa en Twitter y visitar la web que han preparado para el evento. Esto, explica, son sólo "herramientas para creyentes". Lo que importa, asegura, es el mensaje, sentirlo y sentirse parte de las jornadas. Bien. Pero hay que seguirlas por estos canales para lograr la absolución. No vale si se hace por los no oficiales.
No basta con seguir al Papa, también hay que sentir la devociónPaolo Padrini, sacerdote más cercano a las redes sociales y al sector tecnológico, lo explicó mejor, también en una conversación con Corriere. En resumidas cuentas, se trata de "compartir" y "actuar en unión" a pesar de la distancia. La clave es la participación, y así se obtendrá la indulgencia. "Sobre todo, porque el clic vendrá del corazón".
Se podría debatir si esto hace que sea más respetable la decisión tomada por el Vaticano. Al fin y al cabo, parece que su única preocupación es que la gente pueda seguir el evento desde cualquier parte del mundo. Pero entonces tal vez la absolución no debería haber entrado en juego. La presencia de la religión en redes sociales debería ser un medio, no un fin. ¿Y cómo va a saber un creyente si su participación virtual ha sido suficiente? Es más, ¿cuántos seguirán un evento que no les interesa sólo por la idea de la absolución?
Tal vez el problema sea que la propia idea de la absolución es una contradicción difícil de entender para un ateo, algo así como una oferta o unas rebajas; la copa gratis de la discoteca moral. Tal vez sea, sencillamente, que no se le puede pedir a la religión que comprenda la tecnología, las redes sociales o el progreso como lo hace el resto del mundo.
(vía alt1040.com)
Nota de Ateorizar: Charlatanes de mierda.
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