Por supuesto, de religiones hay muchas, y las que fomentan el ayuno parece claro que no tienden a volver obesos a sus adeptos. Sin embargo, para bastantes otras religiones parece haber factores que indirectamente limitan la práctica de deportes, una gran forma de hacer ejercicio físico y mantener un peso corporal correcto, y que prohíben diversos placeres de la vida de tal modo que a menudo al adepto le queda sólo la comida sabrosa como único placer permisible, y se refugia en ella, aunque eso le suponga consumir en exceso alimentos muy ricos en grasa y azúcar.
Esta línea de investigación no ha sido muy explorada, y, como decíamos, cada religión puede tener una influencia muy distinta sobre los hábitos que regulan el peso corporal de sus fieles. Habrá pues que investigar a cada religión. Ya hay dos que sí parecen estar asociadas a la obesidad de sus devotos, a juzgar por los resultados de un estudio pionero realizado por el equipo de la Dra. Nazleen Bharmal, profesora en la Escuela David Geffen de Medicina, adscrita a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), enfocado a la religiosidad de los hindúes, que son uno de los grupos étnicos de crecimiento más rápido en Estados Unidos (por ejemplo en California vive cerca de medio millón de personas con ascendencia hindú) pero sobre quienes se ha estudiado poco en cuestiones demográficas de salud.
Bharmal y sus colegas han investigado la relación entre religiosidad y obesidad en los hinduistas (los seguidores de la religión, mayoritaria en la India, conocida como hinduismo y que deriva del brahmanismo y el vedismo antiguos) y en los sij (los devotos de la religión conocida como sijismo, fundada en el siglo XVI en la India por el gurú Nanak, y que aglutina elementos del hinduismo y del islam). Los resultados de la investigación indican que el fervor en cualquiera de ambas religiones parece ser un factor independiente de riesgo asociado a padecer sobrepeso u obesidad. Los más devotos de estas religiones también tienen, en comparación con sus paisanos más laicos, una mayor predisposición a las enfermedades que la obesidad fomenta, como por ejemplo diabetes y problemas cardiacos.
Los datos corresponden a 3.200 hindúes adultos residentes en California. El promedio de edad en esta muestra de población analizada es de 37 años, con la mayoría de estas personas estando casadas. Más de la mitad de los sujetos de estudio eran muy devotos de su religión. La mayoría profesaba el hinduismo, seguida por el segundo grupo religioso más numeroso, el de los fieles del sijismo.
El perfil típico del inmigrante hindú devoto afincado en Estados Unidos resulta ser el de una mujer de edad avanzada, con menor nivel cultural y menos adaptada a los usos y costumbres de Estados Unidos que los inmigrantes hindúes menos religiosos. Incluso teniendo en cuenta las diferencias en demografía, estado de salud, acceso a la atención médica, y grado de adaptación al país de acogida, el equipo de investigación comprobó que los hindúes muy religiosos tenían claramente más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad que los hindúes menos devotos.
Los investigadores creen que ello se debe a que las religiones tienden a adoctrinar más a sus fieles contra otros "vicios" que no son el de la glotonería. El sexo, por ejemplo, está muy denostado como pecado por bastantes religiones, mientras que puede servir de recompensa a hombres y mujeres ateos para que se sacrifiquen dejando de consumir alimentos sabrosos, a cambio de perder peso hasta lucir una figura esbelta que les permita ligar mucho más o disfrutar mejor de su matrimonio o relación estable de pareja.
Por otro lado, en las congregaciones religiosas no se suele sermonear a los feligreses para que bajen su peso corporal ni se tilda de pecaminosa su obesidad. En cambio, en otros ámbitos sociales sí puede haber una presión notable sobre las personas obesas, hasta el punto de que éstas pueden sentir que buena parte de la sociedad, que idolatra los cuerpos esculturales, les rechaza, mientras que la religión les acoge sin reproches hacia sus kilos de más ya que ésta no se orienta a mejorar el cuerpo sino el alma.
Aún con la preponderancia del vegetarianismo en el hinduismo y el sijismo, todo apunta a que las calorías de menos que se ingieren al evitar la carne, son compensadas, y hasta sobrepasadas, por las calorías que aportan los alimentos ricos en grasa y azúcar.
Por otra parte, es evidente que en muchas religiones que consideran inmorales a las relaciones sexuales, la práctica de deportes, bastantes de los cuales se realizan llevando puesta menos ropa de lo habitual, y a veces cambiándose de ropa y duchándose en vestuarios colectivos, es vista como una fuente de tentaciones carnales, y en ese contexto adquirir una buena forma física o una silueta esbelta se asocia a la vanidad y al deseo de aumentar el atractivo sexual.
Esta línea de investigación no ha sido muy explorada, y, como decíamos, cada religión puede tener una influencia muy distinta sobre los hábitos que regulan el peso corporal de sus fieles. Habrá pues que investigar a cada religión. Ya hay dos que sí parecen estar asociadas a la obesidad de sus devotos, a juzgar por los resultados de un estudio pionero realizado por el equipo de la Dra. Nazleen Bharmal, profesora en la Escuela David Geffen de Medicina, adscrita a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), enfocado a la religiosidad de los hindúes, que son uno de los grupos étnicos de crecimiento más rápido en Estados Unidos (por ejemplo en California vive cerca de medio millón de personas con ascendencia hindú) pero sobre quienes se ha estudiado poco en cuestiones demográficas de salud.
Bharmal y sus colegas han investigado la relación entre religiosidad y obesidad en los hinduistas (los seguidores de la religión, mayoritaria en la India, conocida como hinduismo y que deriva del brahmanismo y el vedismo antiguos) y en los sij (los devotos de la religión conocida como sijismo, fundada en el siglo XVI en la India por el gurú Nanak, y que aglutina elementos del hinduismo y del islam). Los resultados de la investigación indican que el fervor en cualquiera de ambas religiones parece ser un factor independiente de riesgo asociado a padecer sobrepeso u obesidad. Los más devotos de estas religiones también tienen, en comparación con sus paisanos más laicos, una mayor predisposición a las enfermedades que la obesidad fomenta, como por ejemplo diabetes y problemas cardiacos.
Los datos corresponden a 3.200 hindúes adultos residentes en California. El promedio de edad en esta muestra de población analizada es de 37 años, con la mayoría de estas personas estando casadas. Más de la mitad de los sujetos de estudio eran muy devotos de su religión. La mayoría profesaba el hinduismo, seguida por el segundo grupo religioso más numeroso, el de los fieles del sijismo.
El perfil típico del inmigrante hindú devoto afincado en Estados Unidos resulta ser el de una mujer de edad avanzada, con menor nivel cultural y menos adaptada a los usos y costumbres de Estados Unidos que los inmigrantes hindúes menos religiosos. Incluso teniendo en cuenta las diferencias en demografía, estado de salud, acceso a la atención médica, y grado de adaptación al país de acogida, el equipo de investigación comprobó que los hindúes muy religiosos tenían claramente más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad que los hindúes menos devotos.
Los investigadores creen que ello se debe a que las religiones tienden a adoctrinar más a sus fieles contra otros "vicios" que no son el de la glotonería. El sexo, por ejemplo, está muy denostado como pecado por bastantes religiones, mientras que puede servir de recompensa a hombres y mujeres ateos para que se sacrifiquen dejando de consumir alimentos sabrosos, a cambio de perder peso hasta lucir una figura esbelta que les permita ligar mucho más o disfrutar mejor de su matrimonio o relación estable de pareja.
Por otro lado, en las congregaciones religiosas no se suele sermonear a los feligreses para que bajen su peso corporal ni se tilda de pecaminosa su obesidad. En cambio, en otros ámbitos sociales sí puede haber una presión notable sobre las personas obesas, hasta el punto de que éstas pueden sentir que buena parte de la sociedad, que idolatra los cuerpos esculturales, les rechaza, mientras que la religión les acoge sin reproches hacia sus kilos de más ya que ésta no se orienta a mejorar el cuerpo sino el alma.
Aún con la preponderancia del vegetarianismo en el hinduismo y el sijismo, todo apunta a que las calorías de menos que se ingieren al evitar la carne, son compensadas, y hasta sobrepasadas, por las calorías que aportan los alimentos ricos en grasa y azúcar.
Por otra parte, es evidente que en muchas religiones que consideran inmorales a las relaciones sexuales, la práctica de deportes, bastantes de los cuales se realizan llevando puesta menos ropa de lo habitual, y a veces cambiándose de ropa y duchándose en vestuarios colectivos, es vista como una fuente de tentaciones carnales, y en ese contexto adquirir una buena forma física o una silueta esbelta se asocia a la vanidad y al deseo de aumentar el atractivo sexual.
(vía noticiasdelaciencia.com)
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