La costumbre de las cabalgatas de
Reyes en España data de la segunda mitad del siglo XIX. Una de las más
antiguas y arraigadas es la de Alcoy, Alicante, que se empezó a celebrar
en 1866
Si nos limitamos a lo que dicen los Evangelios, parece difícil llegar a asegurar que los magos de oriente fueran tres y mucho menos que fueran reyes. San Mateo sólo dice que “llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos” y que habían sido guiados por una estrella. También asegura que llevaban obsequios: “Llegando a la casa vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron y abriendo sus cofres le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra”. Tres regalos que pudieron ser determinantes para que el padre de la Iglesia Orígenes asegurara en el siglo III que tres eran los magos, uno por regalo. Hasta entonces, los dibujos en las catacumbas cristianas mostraban la escena con dos, tres o cuatro magos, a veces incluso media docena y las iglesias siria y armenia aseguraban que eran doce, como los apóstoles y las doce tribus de Israel. La estimación de Orígenes se convirtió en norma en el siglo V con el Papa San León Magno, que pudo también tener en cuenta el carácter sagrado del número tres para la Iglesia cristiana.
Durante algunos siglos, aquellos hombres de oriente fueron llamados magos, que era como decir sabios, probablemente pertenecientes a la casta sacerdotal persa, y aunque sus regalos y los ricos ropajes con los que aparecen en las primeras iconografías sugieren que eran pudientes, nadie pensó hasta el siglo III que fueran reyes. Fue Tertuliano el primero en darles ese estatus, probablemente por la confusión que podía haber entre la condición de mago y la de hereje o simplemente charlatán. Si al principio se les dibujaba con el gorro frigio de los sacerdotes, poco después empezarían a pintarse con coronas al estilo medieval europeo.
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Los nombres de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el famoso mosaico de San Apollinaire Nuovo (Rávena) que data del siglo VI. En él se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres encima y representando distintas edades, siendo en este caso Gaspar el más viejo – representando con barba blanca y llevando el oro –, Melchor el más joven – con incienso y barbilampiño – y Baltasar el de mediana edad, con pelo y barba oscuros.
Aún más antiguo es el Evangelio Armenio de la infancia de Jesús, considerado apócrifo y no reconocido por la Iglesia, donde se habla de Melkon de Persia, Gaspar de la India y Baltasar de Arabia. Por fin, será el padre benedictino y doctor de la Iglesia Beda el Venerable (673-735) quien describa a los Magos de Oriente más o menos como los reconocemos hoy, siendo Melchor el más viejo y el que porta el oro, Gaspar el de mediana edad con incienso y el joven Baltasar con mirra. Aún tendrían que pasar varios siglos hasta que el rey Baltasar aparezca con la tez negra y los tres Reyes, además de representar las edades, representen las tres razas de la Edad Media. Será a partir del siglo XV y tal y como se presenta entonces su iconografía, Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos, siendo además la Adoración uno de los temas más recurrentes de la pintura de la época.
Sobre la existencia de la estrella que, según los Evangelios, siguieron los tres Reyes Magos para llegar al pesebre, se han hecho numerosas especulaciones. Orígenes asegura que “estaba más próxima a la naturaleza de los cometas”, mientras que el astrónomo Johannes Kepler aseguró en el siglo XVII que el fulgor de la supuesta estrella bien pudo ser una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, un suceso que ocurrió y fue bien visible en el año séptimo antes de Cristo. Un siglo después, el astrónomo inglés Edmond Halley descubría el cometa que lleva su nombre y que ya había sido pintado por Giotto como estrella en un fresco en una iglesia de Padua. En cualquier caso, tanto la propuesta de la conjunción astral como la del cometa Halley son poco probables debido a que las fechas no encajan, ya que se cree que el cometa Halley pasó por delante de la tierra en el siglo 12 A.C. y sólo reaparece en períodos de 75 años.
Las reliquias de la catedral de Colonia
En el siglo XI, de acuerdo con una burda estrategia para dar fama a la ciudad, el obispo de Milán aseguró que los restos de los tres Reyes Magos descansaban en la iglesia de San Eustorgio. Según aseguraba el clero milanés, el propio San Eustorgio había traído las reliquias de Constantinopla cuando el emperador aprobó su nombramiento como obispo de Milán, aunque ninguna crónica daba cuenta de tal suceso. En Milán descansaron las supuestas reliquias hasta que el arzobispo de Colonia, a la sazón archicanciller de Federico Barbarroja, solicitó al emperador su traslado a Colonia después de que ambos participasen en el saqueo de Milán de 1164.
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Los huesos fueron depositados en un sarcófago de oro y plata y un siglo después, en 1248, empezó a levantarse en honor a los restos una catedral gótica conocida como la catedral de ‘Los Tres Reyes de Colonia’, donde aún hoy se puede visitar el sarcófago.
Cabalgatas y regalos
La costumbre de las cabalgatas de Reyes en España data de la segunda mitad del siglo XIX. Una de las más antiguas y arraigadas es la de Alcoy, Alicante, que se empezó a celebrar en 1866. Fue más o menos por estas fechas cuando se inició la tradición de convertir la noche de Reyes en una fiesta infantil, a imitación de lo que se hacía en otros países el día de Navidad, en homenaje al santo oriental San Nicolás. También es una tradición del siglo XIX la famosa carta a los Reyes, así como las habituales visitas de sus majestades – o de sus pajes – a los grandes almacenes, donde recibían en persona a los niños, guardaban sus cartas y les agasajaban con dulces y caramelos.
(vía noticias.lainformacion.com)
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