Páginas

viernes, 14 de marzo de 2014

Miguel Noguera: "Me molesta de la religión que no cabe ningún tipo de cinismo alrededor de ella"

El humorista canario publica 'Mejor que vivir', su tercera antología cómica con Blackie Books.

Miguel Noguera
© Celia Santos
Miguel Noguera muy desafiante.
GQ: El título de tu nuevo libro para Blackie Books, ‘Mejor que vivir’, es tan sugerente como evocador. Habida cuenta de tu afición por el universo de Íker Jiménez, ¿podríamos acordar que mucho mejor que vivir podría ser trascender?
Miguel Noguera:
 Bien jugado ahí, pero no siento que eso exista en mí ni tengo experiencias al respecto, y es una lástima porque ya me gusta.

GQ: ¿Y qué opinas de la religión en general?
M.N: 
No me parece una voladura, pero tampoco soy creyente. Me gusta el tema, pero sólo estéticamente. Es un fetichismo raro. Estoy familiarizado sobre todo con las misas suecas (estudio sueco porque mi madre lo era); a veces las veo por la tele. Ellos son más modernos (protestantes), tienen música y hay mujeres oficiando. Hacen sus discursos muy básicos, hablan muy despacio, con un concepto clave muy débil y muy tonto como diciendo: “Tranquilo, aquí estarás bien”. Lo que me molesta es que el cinismo siempre está evacuado de la religión. Se enfadan si te metes con ellos porque no tienen humor.

GQ: ¿Les achacas que no usen power points para desdramatizar?
M.N: 
No, ése no es el problema, sino que no emplean la distancia. No cabe el juego. Es un delirio cósmico en el que está comprometido un asunto material porque para ellos Dios es real.

GQ: ¿Entonces no hay intersección posible entre su público y el tuyo?
M.N:
 No…

GQ: Y sin embargo tú les das carnaza (con imágenes divinas comentadas).
M.N: 
Sí, pero una carnaza bien jodida. Me sorprendería que de repente hubiera una agrupación de jóvenes muy creyentes que fletaran un autobús y vinieran a verme, pero. Podría pasar de alguien creyera en Dios y además le encantaran los Ultrashows, pero siempre desde un punto un poco moderado.

GQ: En cuanto a las levitaciones como muestra de trascendencia, está claro que te ríes de lo new age, pero, aún así, se detecta cierta fascinación.
M.N: 
Estoy a favor de las imágenes (sagradas) desvinculadas de cualquier realidad o gravedad. Un dibujo mal hecho de alguien levitando me gusta formalmente y me atrae igual que un rayo fluorescente dentro de una escena cotidiana, pero no creo que sea cierto. En ese aspecto soy muy materialista en el sentido más literal de la palabra, porque lo contrario me parecería una falta de respeto de la realidad. Todo en tu vida está afirmando lo contrario, ¿y luego hay levitación? En ese caso la realidad misma estaría diciéndonos que ella también juega y sería un engaño.
Hago mucha parodia de mí mismo porque así puedo permanecer agazapado en posición de ataque ”
GQ: La mitomanía que profesas hacia Iker Jiménez es grande, pero sé que una vez le viste y no te atreviste a decirle nada.
M.N: 
Tal y como creo que es él, me lo imagino vacunado contra cualquier tipo de cinismo o ironía. Imagino que ya habrá sufrido envites de jóvenes indies en plan “Me encanta lo que haces pero me río un poco de ti y contigo”, y percibí que si nos acercábamos a él habría violencia. El tío iba con una camisa de buena marca, muy Madrid, muy señor, y pensé que sería inabordable.

GQ: ¿No le pediste permiso para sacar la foto suya que aparece en ‘Mejor que vivir’?
M.N:
 Qué va. Cogí una de Google Imágenes de buena calidad y ya está. De hecho, voy a decirte una cosa que te va a sorprender, y es que dos de sus colaboradores me siguen por Twitter.

GQ: Extraigo de tu respuesta anterior que te consideras indie…
M.N: 
El asunto de "indie-hipster" no lo manejo mucho, me parece una cuestión muy de código, pero intuyo que está asociado a gente con gafas de pasta, una ropa determinada, gorro… Tengo entendido que ahora hay una nueva moda en América por la cual lo que se lleva son los injertos de pelo en la barba. (Ahora resulta que la tuya es toda pagada -como un millón de euros en injertos-, el tío escuchándome y resulta que tiene una deuda muy grande con el banco). Lo sé porque el otro día vi una noticia en la que salía gente de Nueva York con gorritos de lana verde y ropas muy café y muy hippies, y yo asocio eso al rollo éste en plan broma para definir al público.

GQ: ¿Nunca va a verte gente con traje?
M.N: 
No mucho, pero sí que he llegado a detectar un colectivo de jóvenes de clase alta en algunos Ultrashows. Una vez vinieron a saludarme unos muy como de gabardina, muy echados para adelante, rollo galán.

GQ: Judd Apatow dijo en una ocasión que Ricky Gervais era tan mezquino que había adelgazado para poder meterse con los gordos y tú te autodenominas como “El muñeco calvo”. Hay un trecho en cuanto a la autoparodia que ejercéis ambos.
M.N:
 Salvando la distancia con este hombre, no creo que Gervais tuviera problemas para meterse con los gordos aun siendo gordo.

GQ: Aún así, ¿crees que el hecho de reírte antes de ti mismo te legitima para meterte con lo que sea?
M.N: 
Claro, es una cosa lógica. Yo estoy constantemente con eso para agazaparme y poder ponerme en posición de ataque cuando lo necesite. Si la gente pensara: “Este tipo es superdivertido y además lo sabe” no estaría tan cómodo. Sin embargo, si me ven como a un despojo, luego me puedo vengar porque tengo “mi mundo”. Sin embargo, últimamente se ha invertido un poco esa percepción y me han jodido. Sigo en esa posición de crear cosas, pero mi personaje social ha crecido porque la gente me ha recomendado y eso me va mal porque les legitima para decir: “Este gilipollas, ¿quién se ha creído si es una mierda lo que hace? ¿Por qué no se lo cargan si lo que hace es una impostura?”. Y yo también lo pienso, y por eso me doy rabia por ocupar este nuevo rol. Antes estaba en una minoría medio oculta que hacia sus cosas, y ahora dicen: “Mira, la estrella”. Todo ese mundillo ya no está

GQ: Claro, ahora eres el tipo 
al que va a ver doña Letizia.
M.N:
 Eso no me gusta. Es decir, a nivel económico y de subsistencia es muy bueno, pero psicológicamente me viene mal. No me ayuda, no me hace sentir mejor.
Miguel Noguera
© Xavi Olmos

GQ: ¿Entonces puedo titular diciendo que es un problema que vaya a verte la Familia Real?
M.N: 
No es un problema, sino todo lo contrario porque genera más difusión. No deja de ser un orgullo, pero cuando me dieron la noticia de que los príncipes estaban entre el público no me alegré. Fue como: “Uf, problemas, se ha roto algo”. No supe cómo tomármelo, pero no me vino bien porque, por un juego de medios, podía acabar en la picota. “¿Qué es lo peor que puede traer esta visita?” fue lo primero que me vino a la cabeza. De repente podía verme en boca de gente que no consumiría nunca lo mío, conectándome con unas realidades que no estaban en juego a priori, y acabar petando por algún lado. No eran tanto ellos como lo que podían traer. Aún así no hubo repercusiones aparte de un par de artículos.

GQ: ¿Te imaginas que labráis una buena amistad y de repente Antonio López, que lleva 
18 años con el retrato del la Familia Real, es desplazado en tu favor?
M.N:
 Ya, es muy raro. ¿Por que lleva tanto tiempo? Después de todo lo que ha pasado tiene que incorporarle el chasco vital al Rey.

GQ: Ahora que compartís este link tan claro, podían cogerte como pintor de cámara, precisamente a ti, que eres la némesis de López.
M.N:
 (Risas) Un retrato a boli. La némesis es el tío que dibuja con un boli Bic. (Se pone a imitar al Rey hablando con Antonio López) “Se lo pedimos ayer, cogió la foto de Google y lo ha entregado hoy. Y la verdad es que está muy bien. Además cobra poco, 300 euros, y tu aquí, cientos de miles”.

GQ: ¿Entonces la respuesta que apunto es que sí, que te atreves?
M.N:
 No, y no me lo pedirían. Pero me ha gustado el pique: la llamada del Rey diciéndole que yo lo había hecho muy bien y Antonio López hirviendo de rabia al otro lado del teléfono.

GQ: Siempre se habla de que Muchachada debería presentar los Goya de una vez, visto que la fórmula de Manel Fuentes tampoco ha funcionado este año. Eso sería el primer paso, pero, ¿te ves presentándolos tú en el 2025, con el público ya más maduro?
M.N: 
(Risas) No, no. No creo que cumpla para nada el perfil de presentar algo en televisión. Es otro modelo de disposición frente a las cosas y, además, yo no funciono muy bien en tele.

GQ: ¿No te ha llamado Buenafuente para su nuevo programa?
M.N:
 Puede que vaya a presentar el libro. Se porta muy bien y me gusta el nuevo programa. Improvisa mucho, es fresco y orgánico. El entrevistador se cree que digo esto porque Buenafuente me va a llevar al programa.

GQ: Eres un gran aficionado al VIPS, tanto que tengo noticias de que no lo perdonas cada vez que pasas por Madrid.
M.N:
 Es curioso, pero a mí todos los sitios tipo VIPS me gustan. La comida está bien y es barato. En realidad me hace sentir muy seguro todo lo que es fruto de un capitalismo agresivo. Para mí lo problemático es que alguien en una cafetería del barrio quiera establecer un vínculo conmigo y aquí lo evito.

GQ: Para acabar, ¿se te ha ocurrido alguna idea hoy ya?
M.N: 
En 
el cartel de la película ‘8 apellidos vascos’, que está por todos lados, sale Dani Rovira mirando hacia arriba como en ‘La tribu de los Brady' y lleva un mullet extraño en el pelo. Pues bien, la idea de que ese mullet esté lacado como para parecer el cuello de una camisa.

(vía revistagq.com)

No hay comentarios: