En Techology Review, acabo de leer una interesante reseña sobre el trabajo de Allen B. Downey, científico computacional en la Escuela Olin de Ingeniería de Massachusetts.
Downey ha estudiado las respuestas de casi 9.000 personas a las Encuesta Social General (GSS) estadounidense, un sistema de consulta estadística muy respetado que viene recogiendo de forma regular las tendencias demográficas en EE.UU. desde 1972. Algunas de las preguntas a los encuestados tienen que ver con la religión en la que fueron educados en su niñez, así como con las creencias religiosas que se profesan durante la edad adulta.
Tras comparar los datos de la década de 1990 con la de 2010, Downey comprobó que el porcentaje de estadounidenses que no tenían preferencia por ninguna religión (o lo que es lo mismo que no profesaban ninguna) se había más que doblado en apenas dos décadas. Los ateos habían pasado de representar a un 8% de la población en 1990 a un 18% en 2010. Eso implicaba un aumento de 25 millones de personas. ¿Cómo era posible? ¿Dónde estaban las causas?
Según puedo leer, los factores identificados son varios. De hecho Downey cree haber encontrado respuestas que justifican el 50% del descenso de religiosidad experimentado por EE.UU. en dos décadas, pero sigue sin encontrar explicación para la otra mitad.
El autor incluso cuantifica estos factores. Un 25% del descenso en la fe (cualquiera que sea) se debe a la reducción en el número de niños que se educan en colegios religiosos. Es un hecho probado que los niños educados en colegios laicos son más proclives a no tener creencias religiosas cuando alcanzan la edad adulta.
Otro 5% de la explicación al aumento en el ateísmo en aquel país se debe, en opinión del autor, al aumento en el porcentaje de alumnos que alcanzan la universidad. En 1980 solo un 17,4% de la población recibía enseñanza superior, en la década del 200 el porcentaje era del 27,2%. Parece que el contacto con un amplio grupo de personas educadas de forma diversa y con distintos puntos de vista, parece aumentar el número de descreídos. Es fácil imaginar que aquellos que se crían en comunidades pequeñas y homogéneas, en las que es más complicado tener acceso a puntos de vista diversos (y eso es bastante común en la usualmente religiosa América profunda) tienen más dificultades para disentir.
Y ahora viene lo bueno. En opinión de Dawney existe una correlación entre el descenso estadístico observado en la religiosidad de los estadounidenses, y el aumento en el uso de internet que se ha vivido durante estas últimas décadas. Si en los 80 el uso de internet era prácticamente cero en los hogares norteamericanos, en 2010 el 53% de la población pasaba al menos 2 horas semanales navegando (el 25% de la población navegaba al menos 7 horas semanales).
Obviamente correlación no implica causalidad, eso es algo que no hay que perder de vista, pero lo cierto es que parece bastante intuitivo imaginar que internet ha tenido algo que ver, y es que la red de redes ha dado la oportunidad de escapar de la homogeneidad local y compartir puntos de vista diversos (también en religión) a todo aquel que haya podido permitirse un dispositivo electrónico una conexión a la red. Por eso Dawney no duda en explicar el 20% del descenso en la religiosidad en base a la influencia directa de internet en la vida de los estadounidenses.
¿Cómo identificar al resto de los factores (el otro 50%)? El autor cree que los nacidos más tarde, de algún modo, están expuestos a alguna otra influencia que acrecienta su ateísmo, pero ni siquiera se atreve a especular cuál podría ser su naturaleza.
Podéis consultar el trabajo de Allen Downey en este enlace.
Me enteré leyendo Techology Review.
(vía maikelnai.elcomercio.es)
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