El arzobispo Daniel Sturla se juntó con miembros de la organización Familias LGBT y Homoparentales del Uruguay en una reunión histórica.
El encuentro se realizó en el Arzobispado de Montevideo.
A través de un comunicado que emitió la asociación de familias LGBT y homoparentales, “el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, pidió disculpas por acciones de la Iglesia católica uruguaya que hayan herido o molestado a la comunidad LGBT”.
De todos modos, el arzobispo aclaró que él “no se encontraba ejerciendo su alto cargo cuando esas acciones se produjeron”.
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“No piensen que vine a revolucionar la Iglesia”, dijo Sturla en la reunión, según relató Omar Salsamendi, presidente de la organización.
“Fue una reunión histórica, primero que nada porque es el primer alto dignatario de la Iglesia Católica uruguaya en reunirse para hablar de estos temas con una Organización de defensa de los derechos LGBT. Con Sturla tratamos y conseguimos encontrar puntos de coincidencia y así mantuvimos una amena charla que duró una hora. La Iglesia mantiene su postura en torno a la Ley de Matrimonio Igualitario pero señala explícitamente a través de las palabras del arzobispo que su iglesia está en contra de cualquier tipo de discriminación, y en este último eje centramos nuestra charla”.
Salsamendi agregó que “aunque no sea una revolución, ya se nota un cambio sustancial en el comportamiento de la Iglesia uruguaya, tanto en lo declaratorio como en lo ejecutivo”.
Por otro lado, el prelado reiteró su voluntad de “bautizar a niños que sean hijos de parejas homosexuales” y recordó que, “como ya había admitido públicamente, tiene amigos homosexuales”.
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El arzobispo también expresó que “no considera que esto sea contradictorio con su fe ni con los dogmas de la Iglesia”.
“Ambas partes coincidieron en transmitir un fuerte mensaje contrario a la discriminación en todas sus formas, incluyendo a la que se practica por la orientación sexual e identidad de género”, se expresa en el comunicado.
Por su parte, la asociación de familias LGBT y homoparentales aclaró que no profesa religión alguna, y que entre los participantes del encuentro con los máximos representantes de la Iglesia católica en Uruguay había católicos, agnósticos y ateos.
El arzobispo podrá no considerarse un revolucionario, pero no hay duda de que esto es progreso para una institución tan históricamente conservadora.
(vía El País)
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