Un tribunal de Jartum (Sudán) condenó este jueves a morir en la horca a una cristiana sudanesa de 27 años por apostasía, desoyendo los llamamientos de países occidentales a favor de la libertad religiosa.
La joven, embarazada de ocho meses, está actualmente detenida con su otro hijo de 20 meses, asegura Amnistía Internacional (AI), que pide su liberación inmediata.
“Le dimos tres días para abjurar de su fe pero usted ha insistido en no volver al islam. Le condeno a la pena de muerte en la horca”, declaró el juez Abas Mohamed al Jalifa, dirigiéndose a la mujer por el apellido de su padre, de confesión musulmana.
Meriam Yahia Ibrahim Ishag (su nombre cristiano) también fue condenada a cien latigazos por “adulterio”.
La joven permaneció impasible al conocer el veredicto.
Antes, durante la audiencia, tras una larga intervención de un jefe religioso musulmán que intentó convencerla, dijo sosegadamente al juez: “Soy cristiana y nunca he cometido apostasía”.
Unas cincuenta personas se manifestaron contra la sentencia. “No a la ejecución de Meriam”, “Los derechos religiosos son un derecho constitucional” se leía en las pancartas.
Un manifestante afirmó que continuarán su movimiento de protesta con sentadas hasta que la joven sea liberada.
Poco después llegó al lugar un grupo favorable a la sentencia. “Es una decisión judicial. ¿Por qué están aquí reunidos?”, afirmó uno de sus miembros dirigiéndose a los defensores de la mujer.
Un centenar de personas se desplazaron hasta el tribunal para escuchar el veredicto, sobre todo diplomáticos de embajadas extranjeras.
El martes, las embajadas de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Holanda se declararon “muy preocupadas” por el caso de esta sudanesa.
“Hacemos un llamamiento al gobierno de Sudán para que respete el derecho a la libertad de religión, y en particular el derecho de cambiar de fe o de creencia“, escribieron en un comunicado conjunto.
Dicho derecho aparece en la Constitución sudanesa de 2005, y en los textos internacionales de defensa de los derechos humanos, añadían las embajadas, que piden a las autoridades judiciales que traten el caso de Ishag “con compasión”.
Según Amnistía Internacional, Ishag fue criada en el cristianismo ortodoxo, la religión de su madre, dado que su padre, musulmán, estuvo ausente durante su infancia. Más adelante, la joven se casó con un cristiano de Sudán del Sur.
Sin embargo, destaca AI, la ley islámica en vigor en Sudán estipula que una mujer musulmana no puede casarse con un hombre de otra religión.
El régimen islamista sudanés introdujo la ley coránica en 1983, aunque las condenas a muerte son escasas.
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