Hoy escribe Antonio Piñero
Estoy en deuda hace tiempo con mi amigo digital Roberto Augusto, a quien prometí tiempo ha hacer una reseña de su libro, pero imponderables de trabajo no me habían permitido leerlo hasta el momento. R. Augusto es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad Libre de Berlín y en la Academia de Ciencias de Baviera en Múnich. Es autor de numerosos trabajos publicados en revistas especializadas y del libro El nacionalismo ¡vaya timo! (Laetoli, 2012), lo cual es de una gran valentía y honestidad viviendo en Cataluña.
Yo no soy ateo, ni me atrevo a serlo, sino agnóstico, es decir, una persona que considera que --para el ser humano-- es imposible, por falta de conocimientos y argumentos suficientes, afirmar la existencia de Dios o negarla. Por tanto, ante un problema que me parece insoluble, creo que debo abrir un cajón de mi alma, meter dentro de él el problema, y no preocuparme más de una cuestión que, tras mucho pensar, no soy capaz de resolver. Y no puedo volver al pasado, porque el serrín de esta madera ya está aserrado, y no deseo volver a realizar la operación una y otra vez.
Sin embargo, sí creo que es muy útil leer un libro como este. Y lo creo porque los argumentos que esgrime, sobre todo si están bien trabados y corresponden al estado de la ciencia actual del conocimiento como es el caso, dan qué pensar y reflexionar, en especial si se critican los argumentos de teólogos actuales y de gran impacto entre la gente como Rahner o los papas de nuestro tiempo. Un caso de estos es el libro de R. Augusto, muy claro y sencillo, breve, con argumentos y tomas de posición personales, que va directo al grano por lo que no hace perder el tiempo al lector.
Su ficha es la siguiente: Título: el de esta postal. Editorial Laetoli, Navarra (España) 2012. ISBN 978-84-92422-50-0. 144 pp. 18 euros. De nuevo, y como es usual, el editor añade la coletilla “Printed in the European Union”. Es una extraña anomalía para una editorial uno de cuyos títulos es “El nacionalismo, ¡vaya timo!”.
La estructura y contenido del libro es como sigue:
• En defensa del ateísmo racionalista. Crítica a Rahner, al dualismo de espíritu y materia, al argumento ontológico de san Anselmo, a las cinco vías de santo Tomás de Aquino. La fides y ratio, encíclica de Juan Pablo II
• Una refutación de las críticas teístas al ateísmo filosófico: A. Hillaire (el ateísmo es una locura, que puede llevar hasta el crimen); el ateísmo tiene un gran sustrato de soberbia (X. Zubiri); sobre el problema irresoluble del mal (a propósito de A. Hilckman y J. Lores); la cuestión de la muerte y el bien moral (J. Maritain); el teísmo y su defensa frente al ateísmo (W. L. Craig); Crítica a Benedicto XVI y su caracterización del ateísmo como un extremismo no solo filosófico, sino incluso político; el ateísmo como ladrón de la alegría de vivir (Baroja y Neruda).
• Refutación de los argumentos de Richard Swinburne en favor de la existencia de Dios: crítica por parte del autor de la falta de atención a los resultados de la ciencia moderna; a la falsa simplicidad del teísmo; a la pretendida falta de oposición entre ciencia y religión; una posible solución al problema del mal; la creencia en milagros como prueba de la existencia de Dios, y la credulidad que eso supone.
Mi opinión es que –como indiqué arriba—, siendo un libro tan breve y sencillo (no hay ninguna pretensión de lenguaje elevado propio de un doctor en filosofía), tan claro y contundente (le convenzan o no al lector los argumentos), en defensa de la rigurosidad del ateísmo frente a la insuficiente fuerza probatoria de las propuestas de los contrarios en opinión del autor, y siendo también una suerte de reto al lector, no debe dejarse pasar por alto.
Ciertamente, después de haberlo leído, sigo siendo agnóstico…., pero el libro me ha gustado por su honestidad, y claridad. Me ha hecho reflexionar bastante.
Con el autor sostengo que no es extravagante, dañino o incluso antipatriótico ni inmoral defender pacíficamente el ateísmo, sin que se transforme en una doctrina militante (opino que un buen ateo no es militante, ni insultador, etc.) Lamento que a los ateos se los acuse de socavar la moral, de vivir entregados a nuestras pasiones más inconfesables, de ser soberbios, insensatos y necios, de no tener corazón, de destruir a la sociedad, de ser unos miserables y de muchas otras cosas, como el mismo autor confiesa apenado. "Afirmo —escribe el autor en pp. 9-10— que las razones que los teístas dan para justificar sus creencias no tienen la suficiente fuerza probatoria y sostengo que las críticas que tradicionalmente se han vertido contra los ateos son falsas. Estas dos ideas me han animado a salir en defensa de un planteamiento intelectual legítimo y perfectamente aceptable, aunque en muchas sociedades donde la creencia en Dios es dominante el ateísmo sea visto como algo ".
Merece la pena hacer otra cita que se recoge en la Página web: «Hoy en día el ateísmo —afirma Roberto Augusto en su Introducción— es minoritario porque únicamente tiene una presencia importante en Europa y en algunos países desarrollados como Japón, Corea del Sur o Canadá. Esa inferioridad numérica no debe asustarnos ni es una prueba de la falsedad del ateísmo, ni es tampoco un obstáculo insalvable. Debe ser, más bien, un estímulo para seguir trabajando por defender las convicciones que consideramos correctas. Muchas ideas han sido minoritarias al principio y sus seguidores han tenido que sufrir el silencio, la burla, la tortura o la muerte. Lo importante no es lo que muchos crean, sino la verdad».
Enhorabuena al autor por este libro bien pensado y provechoso.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com
Estoy en deuda hace tiempo con mi amigo digital Roberto Augusto, a quien prometí tiempo ha hacer una reseña de su libro, pero imponderables de trabajo no me habían permitido leerlo hasta el momento. R. Augusto es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad Libre de Berlín y en la Academia de Ciencias de Baviera en Múnich. Es autor de numerosos trabajos publicados en revistas especializadas y del libro El nacionalismo ¡vaya timo! (Laetoli, 2012), lo cual es de una gran valentía y honestidad viviendo en Cataluña.
Yo no soy ateo, ni me atrevo a serlo, sino agnóstico, es decir, una persona que considera que --para el ser humano-- es imposible, por falta de conocimientos y argumentos suficientes, afirmar la existencia de Dios o negarla. Por tanto, ante un problema que me parece insoluble, creo que debo abrir un cajón de mi alma, meter dentro de él el problema, y no preocuparme más de una cuestión que, tras mucho pensar, no soy capaz de resolver. Y no puedo volver al pasado, porque el serrín de esta madera ya está aserrado, y no deseo volver a realizar la operación una y otra vez.
Sin embargo, sí creo que es muy útil leer un libro como este. Y lo creo porque los argumentos que esgrime, sobre todo si están bien trabados y corresponden al estado de la ciencia actual del conocimiento como es el caso, dan qué pensar y reflexionar, en especial si se critican los argumentos de teólogos actuales y de gran impacto entre la gente como Rahner o los papas de nuestro tiempo. Un caso de estos es el libro de R. Augusto, muy claro y sencillo, breve, con argumentos y tomas de posición personales, que va directo al grano por lo que no hace perder el tiempo al lector.
Su ficha es la siguiente: Título: el de esta postal. Editorial Laetoli, Navarra (España) 2012. ISBN 978-84-92422-50-0. 144 pp. 18 euros. De nuevo, y como es usual, el editor añade la coletilla “Printed in the European Union”. Es una extraña anomalía para una editorial uno de cuyos títulos es “El nacionalismo, ¡vaya timo!”.
La estructura y contenido del libro es como sigue:
• En defensa del ateísmo racionalista. Crítica a Rahner, al dualismo de espíritu y materia, al argumento ontológico de san Anselmo, a las cinco vías de santo Tomás de Aquino. La fides y ratio, encíclica de Juan Pablo II
• Una refutación de las críticas teístas al ateísmo filosófico: A. Hillaire (el ateísmo es una locura, que puede llevar hasta el crimen); el ateísmo tiene un gran sustrato de soberbia (X. Zubiri); sobre el problema irresoluble del mal (a propósito de A. Hilckman y J. Lores); la cuestión de la muerte y el bien moral (J. Maritain); el teísmo y su defensa frente al ateísmo (W. L. Craig); Crítica a Benedicto XVI y su caracterización del ateísmo como un extremismo no solo filosófico, sino incluso político; el ateísmo como ladrón de la alegría de vivir (Baroja y Neruda).
• Refutación de los argumentos de Richard Swinburne en favor de la existencia de Dios: crítica por parte del autor de la falta de atención a los resultados de la ciencia moderna; a la falsa simplicidad del teísmo; a la pretendida falta de oposición entre ciencia y religión; una posible solución al problema del mal; la creencia en milagros como prueba de la existencia de Dios, y la credulidad que eso supone.
Mi opinión es que –como indiqué arriba—, siendo un libro tan breve y sencillo (no hay ninguna pretensión de lenguaje elevado propio de un doctor en filosofía), tan claro y contundente (le convenzan o no al lector los argumentos), en defensa de la rigurosidad del ateísmo frente a la insuficiente fuerza probatoria de las propuestas de los contrarios en opinión del autor, y siendo también una suerte de reto al lector, no debe dejarse pasar por alto.
Ciertamente, después de haberlo leído, sigo siendo agnóstico…., pero el libro me ha gustado por su honestidad, y claridad. Me ha hecho reflexionar bastante.
Con el autor sostengo que no es extravagante, dañino o incluso antipatriótico ni inmoral defender pacíficamente el ateísmo, sin que se transforme en una doctrina militante (opino que un buen ateo no es militante, ni insultador, etc.) Lamento que a los ateos se los acuse de socavar la moral, de vivir entregados a nuestras pasiones más inconfesables, de ser soberbios, insensatos y necios, de no tener corazón, de destruir a la sociedad, de ser unos miserables y de muchas otras cosas, como el mismo autor confiesa apenado. "Afirmo —escribe el autor en pp. 9-10— que las razones que los teístas dan para justificar sus creencias no tienen la suficiente fuerza probatoria y sostengo que las críticas que tradicionalmente se han vertido contra los ateos son falsas. Estas dos ideas me han animado a salir en defensa de un planteamiento intelectual legítimo y perfectamente aceptable, aunque en muchas sociedades donde la creencia en Dios es dominante el ateísmo sea visto como algo ".
Merece la pena hacer otra cita que se recoge en la Página web: «Hoy en día el ateísmo —afirma Roberto Augusto en su Introducción— es minoritario porque únicamente tiene una presencia importante en Europa y en algunos países desarrollados como Japón, Corea del Sur o Canadá. Esa inferioridad numérica no debe asustarnos ni es una prueba de la falsedad del ateísmo, ni es tampoco un obstáculo insalvable. Debe ser, más bien, un estímulo para seguir trabajando por defender las convicciones que consideramos correctas. Muchas ideas han sido minoritarias al principio y sus seguidores han tenido que sufrir el silencio, la burla, la tortura o la muerte. Lo importante no es lo que muchos crean, sino la verdad».
Enhorabuena al autor por este libro bien pensado y provechoso.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com
(vía tendencias21.net)
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