Existen muchas razones que nos hacen entender que la religión cristiana crea más problemas que los que dice resolver. A continuación expondré varios puntos.
El cristianismo y su doble-moral
Contrario a lo que muchos piensan, la idea del “objetivismo moral” no existe en el cristianismo. Para el cristiano, lo que es “bueno” o “malo” depende de los juicios subjetivos absolutistas que emita la deidad de su religión. Por eso es que cuando se le comenta a los creyentes sobre los pasajes bíblicos en donde el dios de la mitología judeocristiana ordena genocidios y muchos otros actos criminales e inhumanos que hoy día son castigados por ley, el cristiano promedio dirá que no hay ningún problema con esas ordenanzas, precisamente por ser órdenes “divinas”. Es decir: todo está permitido, siempre y cuando su amigo imaginario en el cielo lo ordene.
También se pretende justificar tales crímenes bíblicos contra la humanidad, alegando que el contexto lo pedía. Lo que lleva a uno a hacerse preguntas como: ¿En qué contexto se justifica invadir a una ciudad y repartirse a las niñas vírgenes, como botín de guerra, entre los soldados, después de haber masacrado a sus familias y conocidos (Números 31:15-46)? ¿En qué contexto se justifica asesinar a supuestas “brujas”? Se podrían hacer muchas preguntas de ese tipo. A todas ellas el cristiano responderá que “si dios lo ordenó, no podemos decir que está mal”… Esto crea el espacio para que se desarrollen discursos inmorales y dañinos para la sociedad, a los que se les ponga el sello de “orden divina” (orden superior).
El cristiano dirá que esto es imposible porque la Biblia es “clara” en sus preceptos morales y éticos, pero eso es una aseveración que no tiene fundamento y hay demasiada evidencia de lo ambivalente y poco clara que es la Biblia sobre muchas cosas. El simple hecho de que hallan sobre 40,000 denominaciones cristianas, con posturas distintas virtualmente diferentes sobre casi todo tipo de temas, es evidencia de que la Biblia no es clara. La Biblia básicamente contiene justificaciones tanto para cosas buenas como para cosas malas. Los cristianos siempre van a proyectar sus tendencias morales (o inmorales) en lo que quieran predicar de la Biblia. Por eso es que se da el fenómeno de escoger aquí y allá lo que se predica de la Biblia.
Eso de que “Dios tiene la última palabra” crea el problema adicional de que el cristiano cree que tiene la última palabra. Esto cierra el diálogo y crea estancamiento. No puede haber progreso moral en un ambiente donde la gente proyecte sus egos moralistas como algo “divino”.
El pensamiento cristiano es anticientífico e irracional
El empirismo científico ha probado ser la mejor herramienta que tiene el ser humano para poder comprender todo lo que nos rodea, a pesar de que todavía hay cosas que nos faltan por descubrir. El mismo ofrece resultados concretos, tangibles, replicables y hace predicciones correctas, que corresponden a la realidad. También se actualiza asimismo a medida que se vayan refinando los instrumentos de observación y que esas nuevas observaciones se vayan recopilando.
Contrario a la metodología científica, el cristianismo predica que creer en cosas “por fe” tiene igual (o más) validez que el método científico. E inclusive, se afirma muy frecuentemente que, en el caso de que la ciencia diga lo contrario, las creencias cristianas deben ir por encima de lo que diga la ciencia. Entre los creyentes, esto crea una lealtad y compromiso irracional a una serie de creencias que no tienen ninguna justificación lógica ni empírica, basándose sólo en fantasías teológicas (wishful thinking) y en críticas falaciosas contra el método científico. Por esta razón, es inevitable pensar que el cristianismo no es una búsqueda genuina de la verdad ni tampoco pretende entender la realidad de las cosas. La sociedad que iguale estos métodos o que ponga a la fe religiosa por encima de la religión está destinada al fracaso.
Los cristianos no creen en la libertad de religión, ni en la separación de iglesia y estado ni en la libertad de expresión
Bueno, sí creen en esas cosas, pero solo cuando les conviene a ellos… La realidad es que el sentimiento teocrático dominionista corre en las venas del cristianismo. Desde el Antiguo Testamento se habla de cómo el dios de la mitología judeocristiana mandaba a los Israelitas a someter y/o masacrar gente de otras ciudades que se negaran a adorar al mismo dios o que simplemente expresaran ideas “herejes” (Deuteronomio 17:12, 13:13-19, 13:7-12, 18:20-22, 2 Crónicas 15:12-13, Levítico 20:27, entre muchos otros). A eso le sigue la escatología cristiana, la cual predica un mundo futuro gobernado por cristianos, en donde “toda lengua confesará que Jesús es el señor” y los que no crean serán echados en un sitio de tortura eterna que fue creado premeditadamente por el dios omnisciente de la Biblia.
Por otro lado, cuando se procura reconocerle unos derechos a grupos minoritarios, los cristianos alegan que va en contra de sus creencias religiosas. Entonces, ¿quiere decir que los derechos de las demás personas dependen de lo que dice tu religión? ¿Y qué de las creencias religiosas de las demás personas que no creen en lo que tú crees? Aquí entra la idea de la “dictadura por mayoría”. Últimamente se está dando mucho ese discurso de que si una mayoría es cristiana, entonces el cristianismo (o una variante particular del cristianismo) se debe imponer en asuntos de política pública; claramente en violación a los derechos de otras personas de tener sus propias ideas religiosas, expresarlas y en violación a la separación de iglesia y estado.
La idea de “dictadura por mayoría” no es el único problema. El cristiano siempre ha pensado que sus fantasías teológicas son superiores a las de cualquier otra religión, y esa es otra razón por la que creen que sus creencias merecen ser impuestas a la sociedad. Hablan con añoranza sobre cómo en los tiempos del Antiguo Testamento se vivía bajo la ley de Moisés, y te recuerdan apasionadamente cuentos bíblicos como el del gobernante de Nínive que obligó a toda la población de la ciudad a someterse al dios de la mitología judeocristiana (quién supuestamente envió a Jonás a chantajearlos y amenazarlos). Claramente las tendencias teocráticas dominionistas están en los genes del cristianismo y se les hace muy difícil disimularlas.
El cristianismo predica desinformación y odio contra minorías
Un ejemplo actual de eso es el debate que se está dando sobre derechos de la comunidad LGBTT. Al día de hoy, no hay organización médica ni científica en P.R. y E.U. que se oponga a los derechos de minorías sexuales y que digan que la homosexualidad es una “enfermedad”. Visite los espacios de organizaciones como Asociación de Psicología de Puerto Rico, la American Psychological Association, la World Health Organization o la American Psychiatric Association. E inclusive, la organización cristiana Exodus International (que se dedicaba a decirle a gays cristianos que la homosexualidad está mal y que pueden dejar de ser gays) dejó de operar en el 2013 y su directiva admitió su error y fracaso.
El frente anti-gay en Puerto Rico está compuesto por grupos religiosos, exclusivamente cristianos. Visite cualquier foro en donde se discuta este tema y lo que verá son, en su mayoría, discursos religiosos cristianos… No hay duda de que hay otros argumentos (la minoría) que parten de prejuicios sociales y falacias lógicas comunes en una sociedad machista y homofóbica, pero es la religión cristiana la que se ha encargado de elevar esos discursos, relacionándolos con lo “divino”.
Los cristianos ni siquiera le informan a la sociedad todo lo que dice la Biblia respecto al matrimonio (quizás porque ni ellos mismos saben bien todo lo que dice la Biblia). En la Biblia el matrimonio podía ser entre un hombre con una mujer o varias mujeres; aparte de su mujer (o mujeres) el hombre podía tener concubinas; si un hombre moría sin haber procreado hijos, su esposa tenía que casarse con el hermano de su difunto esposo; la mujer era una transacción entre su padre y el pretendiente; si era violada y no estaba comprometida, tenía que casarse con el violador (en otros contextos se asesinaba a ambos); la idea de casarse “por amor” es totalmente ajena a la Biblia; para gente como Pablo era mejor no casarse (aunque no fuera pecado); entre otras cosas.
El odio es tal que predican calumnias y falacias “slippery slope”, tales como: “los homosexuales son violadores de niños”, “la homosexualidad es una enfermedad” (aunque ninguna organización ni médica ni científica en E.U. diga eso), “permitir a gays casarse hará que se apruebe la pedofilia” (como en la Biblia, en Números 31), “la homosexualidad es la causa de desastres naturales”, “la adopción de niños por parejas gay traumatizará a los niños” (aunque no hay ningún estudio que indique que lo que fastidia o hace mejor a una persona es que halla crecido con padres gay o con padres heterosexuales), etc. Las insolencias y majaderías cristianas obstruyen el progreso de la humanidad.
El cristianismo siempre se canta como la víctima
La historia criminal del cristianismo es extensa. Todo el mundo sabe de las cruzadas, la Inquisición Española, las cacerías de brujas (tanto por católicos como por protestantes), las ejecuciones perpetradas por grupos protestantes (tanto de nativos norteamericanos como de simplesherejes que le llevaban la contraria a figuras como Calvino), el trasfondo antisemita cristiano que llevó a una nación de cristianos a cometer el llamado Holocausto (vea el capítulo 11 del libro de Martín Lutero, “On the Jews and their lies), la oposición de un sector grande cristiano a la esclavitud y al sufragio de la mujer (en los tiempos en los que se dieron esas luchas, por supuesto); y más recientemente, los asesinatos, encarcelamientos y tortura institucionalizada de personas gay y desupuestas “brujas” en países africanos (como Uganda y Nigeria). Investigue, para que se de cuenta como se utiliza narrativa bíblica-cristiana para justificar estas cosas.
Sin embargo, cuando en nuestros países occidentales modernos, relativamente civilizados, se busca proteger la separación de iglesia y estado, y no darle preferencia alguna a una religión en asuntos de política pública, los cristianos son los primeros que se cantan como las “víctimas”. A pesar de que tienen libertad de expresión, siempre se les ha dado permiso para ocupar espacios públicos, se les hacen arreglos contributivos (subsidios), se les dan terrenos casi de gratis, le “espetan” hasta programas cristianos a la gente en las salas de espera de agencias públicas, etc.
Ese tipo de actitudes son dañinas para la sociedad. La gente comienza a aprender que el no poder imponer sus creencias a los demás te hace una “víctima de persecución”.
La superstición cristiana no resuelve problemas reales
La superstición cristiana sólo crea una ilusión de que se está trabajando para resolver un problema personal o social, cuando realmente no se está haciendo nada. Un ejemplo de eso son los famosos ayunos municipales. ¿Qué beneficio social han traído?
Vemos que el país “se va a pique” y tenemos a una mayoría cristiana con las cabezas sumergidas en la superstición, como los avestruces con sus cabezas en la tierra. Luego alegan que las cosas están como están y su dios no hace nada porque la nación completa no se somete a una versión particular de la religión cristiana; aunque para desviar huracanes su dios sí escucha la oración de unos pocos, ¿verdad? ¿Es mucho pedir que sean consistentes?
¿Cuántos años de doblar rodillas y orar tienen que pasar para que nos demos cuenta de que no existe un dios (al menos no uno que le importe) y que las cosas no se van a resolver así? El cristianismo promueve la inacción o la ilusión de que se trabaja por un mundo mejor, sin realmente hacer nada… A veces hasta incurriendo en gastos (privados o hasta públicos) para alimentar las supersticiones de la gente.
El cristianismo presenta una idea trillada y enferma del “amor”.
Imagínese que usted tuviera un padre que aparentemente lo ama mucho, según sus palabras, pero en el sótano de su casa creó un cuarto de tortura, con el propósito de encerrarte ahí, en caso de que no hagas lo que él quiere que hagas… o en caso de que falles con alguna responsabilidad que él halla puesto en ti. ¿Verdad que es cosa de gente enferma? Eso es precisamente lo que presenta el cristianismo.
En la cosmovisión cristiana existe un dios que supuestamente ama muchísimo a la humanidad, pero que por otro lado creó premeditadamente un lugar de tortura eterna para “arrojar” allí a aquellas personas que no le amen para atrás (y por ser omnisciente ya sabe quiénes serán esas personas, pero aún así decidió continuar con sus planes). Es sumamente problemático cuando alguien te habla de un amor “incondicional” y “perfecto” pero al considerar bien la narrativa te encuentras con ese doble discurso de chantaje teológico que raya en la psicopatía (o soborno, en el caso de que te vendan falsas esperanzas con un cielo).
El dios del cristianismo tiene el perfil de un esposo (¡o esposa!) maltratante, que te dice que no eres “nada” sin él, que no puedes ser buena persona sin él, que te mereces lo peor por el(cristianos, no me lo nieguen. La idea del infierno siempre está ahí presente) pecado de haber nacido (pecado original), que no estarías donde estás sino fuera por él, que cuando te castiga es siempre por tu culpa (porque tú te lo buscaste) y que constantemente te chantajea con la idea del infierno, entre otras cosas.
Pensamientos finales
Se podrían añadir muchísimos puntos más. Estas son algunas de las razones por las que una sociedad progresista, civilizada y educada debe irse alejando de filosofías dañinas como el cristianismo.
Por supuesto que existen cristianos que disienten de los cristianos que yo critico en este breve ensayo, pero seamos honestos: los cristianos que están dispuestos a abandonar la religión por la ciencia, o que no creen en doctrinas como la del infierno, o que son felices con la idea de un mundo pluralista o que creen en los derechos de los gays, siempre han sido minoría dentro de la comunidad cristiana. Siempre han sido grupos “herejes” con poca o ninguna influencia, y que fundamentan sus argumentos en narrativas complejas que usualmente son inaccesibles para la gran mayoría de los cristianos, quienes carecen de una buena educación.
Es hora de abandonar la superstición de la religión y optar por posturas libres-pensadoras que nos ayuden a atender racionalmente los problemas que nos afectan como individuos y como sociedad.
(Via Ateistas Puerto Rico)
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