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sábado, 20 de noviembre de 2010

La exclusión accidental de los ateos de color

Alom Shaha
The Guardian
 Traducción de Anahí Seri
Fuente: http://www.guardian.co.uk

Para llegar a ser una auténtica “comunidad”, es necesario que el ateísmo deje atrás su imagen blanca y masculina y anime a personas negras y asiáticas a unirse al movimiento. 

Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Sam Harris, PZ Myers, James Randi . . . si el lector suele consultar habitualmente la sección Comment is Free, ya se habrá dado cuenta de qué va la cosa. Estos son los nombres de los ateos y “escépticos” más famosos en el mundo, y los que con mayor desparpajo expresan sus ideas. Hay algo más que llama la atención: todos son hombres y blancos. El movimiento escéptico y ateo está dominado por hombres de raza blanca, y creo que eso es un problema. 

En un artículo reciente escrito para el blog de ciencia de The Guardian, yo señalaba las pocas mujeres científicas de nivel que aparecen en la televisión, y explicaba por qué pienso que es importante ocuparse de este tema. El artículo me lo elogiaron muchas mujeres que consideraban que lo que había escrito tenía su importancia, y les parecía especialmente valioso que el autor fuera un hombre. Yo no quiero que parezca que soy un asiático resentido o desafiante; si el lector prefiere que el argumento sobre la necesidad de que el movimiento ateo incorpore a grupos minoritarios lo exprese una persona blanca, que deje de leer este texto y vaya a esta brillante conferencia de Greta Christina.1
 
Hay algunas cuestiones a las que se enfrentan los ateos negros y asiáticos y los ateos blancos no: por ejemplo, una mayor presión a adherirse a la religión de las comunidades de las que forman parte. Desde que comencé a publicar textos sobre mi ateísmo2, me han contactado varias personas asiáticas que no creen en dios pero que piensan que deben fingir que son musulmanes porque temen de verdad que las consecuencias de “salir del armario” serían insoportables. Tienen miedo de ser excluidos por sus familiares y amigos, de no poder contraer matrimonio. Desde luego que también hay algunas personas blancas a las que les preocupan estos temas, pero yo diría que el problema está más extendido, por ejemplo, en algunas comunidades de musulmanes que entre los típicos lectores de The Guardian. 

Se trata de un tema que el “liderazgo” de los movimientos ateos y escépticos ha descuidado en gran medida, pues es un tema que no le afecta. Pero todos los ateos deberían preocuparse por este asunto, pues si pretendemos ser una “comunidad”, si, como muchos de nosotros, aspiramos a tener el mismo estatus social que la gente que se identifica con un grupo religiosos, entonces tenemos que asegurarnos de que los negros y los asiáticos no sólo se sientan a gusto entre nosotros, sino que se les anime activamente a unirse a los movimientos ateos y escépticos. 

Me ha decepcionado que muchos ateos y escépticos a quienes conozco se nieguen a admitir que existe un problema. Decir que “no hay ninguna conspiración para mantener alejados a los negros y los asiáticos” es no comprender el problema, y es trágico. 

Decir simplemente que los negros y asiáticos tienen libertad de asistir a las reuniones de ateos y escépticos supone ignorar una verdad incómoda: la gente suele sentirse más a gusto con personas que son como ellos. A algunos de mis amigos bengalíes todavía les parece extraño que yo me junte con amigos blancos, a pesar de que se llevan estupendamente con sus compañero de trabajo blancos. Esto no los convierte en racistas, y no es necesariamente porque piensen que los blancos son racistas, es solamente una consecuencia más del mismo fenómeno que hace que el primer día de clase los adolescentes góticos se sientan atraídos por otros adolescentes góticos, y los niños asiáticos por otros niños asiáticos. 

Aunque a los negros y asiáticos no se los excluya activamente de las reuniones ateas y escépticas, la ausencia de personas negras y asiáticas entre los oradores y entre el público podría ser una de las razones por las cuales muchos negros y asiáticos tienen la impresión que estos actos no son “para ellos”. Es decir, puede que no haya una exclusión deliberada, pero hay una exclusión accidental. Tal vez haya personas que realmente no se dan cuenta de esto; sin embargo, hay otros que quizá simplemente tienen la esperanza de que el problema no exista. 

No pretendo con este escrito acusar a nadie de racista, sino rogarles a aquellos que están en posición de hacer algo al respecto que dejen de hacer la vista gorda ante esta importante cuestión. Sé, por experiencia personal, que hay muchos ateos negros y asiáticos que se sienten muy solos. Por favor, tendedles una mano, específicamente, no en general. 

Si el lector piensa, como pienso yo, que los movimientos ateos y escépticos pueden ser unas importantes fuerzas del bien, le ruego que se esfuercen por llegar a todos sus “hermanos” y “hermanas” en todas las comunidades, pues, parafraseando a Greta Christian, “la religión hace tanto daño a la gente negra como a la gente blanca, y en muchos aspectos les hace más daño”.

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