Estudio relaciona la atrofia de esta región cerebral con la ausencia de religiosidad y la pertenencia a minorías religiosas
Científicos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, han constatado, a partir de un estudio de ocho años de duración en el que participaron 268 personas, que los individuos que pertenecen a minorías religiosas, los individuos no religiosos o aquéllos que han sufrido una experiencia religiosa que les ha cambiado la vida presentan una mayor atrofia del hipocampo que los individuos protestantes. Dado que el estudio se hizo en un entorno de mayoría protestante, los investigadores señalan que este aumento constatado del deterioro del hipocampo tendría su causa en el estrés que se deriva de la no pertenencia a una corriente religiosa mayoritaria o del hecho de abandonar grupos religiosos a los que antes se pertenecía.
Por Yaiza Martínez.
Hipocampo. Fuente: Wikimedia Commons.
La religión esta considerada una parte importante de la vida de muchos norteamericanos. En porcentajes, el 92% de los estadounidenses afirma que cree en Dios o en un espíritu universal, el 83% de ellos pertenece a un grupo religioso, y el 59% afirma que reza al menos una vez al día.
Dado este alto grado de religiosidad, en Estados Unidos ha ido aumentando en los últimos tiempos el número de estudios sobre los procesos neurológicos relacionados con las creencias y las prácticas espirituales.
Una de las investigaciones más recientes a este respecto ha sido llevada a cabo por científicos de la Universidad de Duke. Sus resultados han aparecido publicados en la revista PlosOne.
Características del estudio
Dirigida por la psicólogo del Center for Spirituality, Theology and Health de Duke, Amy D. Owen, en la investigación fueron analizadas, en concreto, la relación entre una amplia gama de factores religiosos y el volumen de una región del cerebro conocida como hipocampo.
El hipocampo es una de las principales estructuras del cerebro humano y tiene un papel clave en la memoria en general, en la memoria espacial y en la orientación. Además, estudios anteriores habían demostrado que esta área del cerebro está también implicada en las experiencias y prácticas religiosas, explican los científicos en PlosOne.
En su investigación, Owen y sus colaboradores utilizaron la técnica IRM, de imagen por resonancia magnética, para analizar los cerebros de 268 personas mayores de 58 años. Esta técnica, que no es invasiva, utiliza el fenómeno de la resonancia magnética para obtener información sobre la estructura y composición del cerebro. La información obtenida es procesada por ordenadores, y transformada en imágenes del interior cerebral.
Amy D. Owen. Fuente: Universidad de Duke.
Al mismo tiempo, los científicos evaluaron anualmente ciertas características religiosas de los participantes, como las experiencias religiosas que habían supuesto un cambio en sus vidas, sus prácticas religiosas y su pertenencia a grupos religiosos.
Todos estos datos fueron recopilados a lo largo de un periodo de ocho años, en los que los participantes fueron sometidos a escáneres de IRM cada dos años.
Los investigadores señalan que, a lo largo del periodo de duración del estudio, pudo constatarse una atrofia en el hipocampo significativamente mayor en aquellos participantes que informaron que habían vivido una experiencia religiosa que les cambió la vida, que en los participantes protestantes.
Asimismo, también se constató la existencia de una atrofia del hipocampo significativamente mayor entre los protestantes renacidos (término utilizado en determinadas confesiones religiosas protestantes de Estados Unidos y relacionado con los conceptos de salvación, conversión y nacimiento espiritual) y los católicos, así como en los participantes sin afiliación religiosa alguna, igualmente en comparación con los participantes protestantes.
Cuestión de estrés
¿Cuál sería la causa de estas diferencias? Los investigadores especulan que podría ser la acumulación de estrés que se deriva, por un lado, de la pertenencia a ciertas minorías sociales (católicos que viven en una sociedad con mayoría protestante, como es el caso de Estados Unidos, o no-religiosos que viven en un entorno altamente religioso).
Los científicos señalaron, además, como fuente de estrés las experiencias religiosas que suponen un cambio vital. Este tipo de experiencias producen dudas acerca de convicciones previamente no cuestionadas, por lo que pueden inducir a situaciones de estrés, incluso si son consideradas como positivas finalmente, desde el punto de vista subjetivo.
Asimismo, estas experiencias pueden propiciar un cambio de grupo religioso, con la consecuente ruptura de redes sociales preestablecidas, lo que también suele constituir una importante fuente de estrés, explican Owen y sus colaboradores.
Por otro lado, los investigadores señalan que no pudo establecerse relación alguna entre el volumen del hipocampo y la participación de las personas analizadas en actividades religiosas públicas o privadas.
La meditación aumenta el volumen del hipocampo
Los científicos explican que el cerebro humano se encoge de manera natural a medida que envejecemos, y que el hipocampo en particular se va atrofiando con la edad, y a un ritmo incrementado en las últimas etapas de la vida.
Esta disminución cerebral había sido relacionada anteriormente con la depresión, con la demencia o con el Alzheimer. Por otra parte, una investigación previa, basada en el análisis de personas epilépticas, había sugerido una posible relación entre el volumen reducido del hipocampo y la religiosidad extrema.
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes, los investigadores de la Universidad de Duke decidieron llevar a cabo un estudio en profundidad acerca de la relación entre las creencias religiosas y los procesos de deterioro cerebral vinculados a la edad.
Los resultados obtenidos, que no pudieron ser explicados por factores psicosociales o psiquiátricos de base (apoyo social o propensión a la depresión, entre otros) ni por factores demográficos o de volumen cerebral general, abren nuevas e interesantes cuestiones sobre el papel que el estrés acumulativo juega en el declive de la mente humana.
Los investigadores señalan que, un estudio realizado en 2009 constató que las personas que utilizan con regularidad una técnica de reducción de estrés conocida como meditación, tienden a tener un volumen mayor en el hipocampo. La meditación es una práctica habitual de la religión budista, y consiste en mantener un estado de atención concentrada sobre un objeto externo, el pensamiento, la propia consciencia, o el propio estado de concentración.
(vía www.tendencias21.net)
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